Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
La Palabra Sábado 17 de Octubre de 2015

En busca de… Piero, músico

Pensando en ir por lo que falta

Raúl Vigini

Por Raúl Vigini

Siendo un nombre propio de la canción popular argentina, no deja de tener historias de su vida, desconocidas para el público. Desde aquella infancia, rodeado de incentivos artísticos, pasando por los caminos que fue diseñando en su adolescencia, para llegar a la escena de la música donde fue protagonista en los años que permitieron dar a conocer la cuestión social y el compromiso en un proyecto solidario que supera a la misma canción. En un encuentro de reflexión, compartió el momento con LA PALABRA.

 

LP - ¿Cómo asumiste la profesionalidad en el tema artístico?

 

  1. - Yo no llegué. Me llegó. No esperé a nadie, el primer día que fui a un canal debuté. Me contrataron a dos programas de televisión de lunes a viernes con Roberto Galán, con Antonio Carrizo en Sábados continuados. Salí a la calle y firmé autógrafos, me fueron a buscar para grabar. No componía, no me gustaba mucho lo que hacía, quería que me den canciones italianas, traducirlas. Ben Molar me daba las mejores, y le decía: Yo no quiero canciones famosas, quiero canciones para hacer una creación, si no eso ya lo vendió fulano.

 

LP - ¿Cómo le hacés frente a eso? A salir al día siguiente a firmar autógrafos sin estar preparado…

 

  1. - Yo cantaba en la plaza, en una casa, en el pasillo…

 

LP - ¿Y las miles de personas enfrente?

 

  1. - No, yo tenía cinco mil, tres mil, dos mil, mil, pero iba Palito Ortega, Violeta Rivas, Chico Novarro, Lalo Fransen, Nicky Jones, Johnny Tedesco y yo. Yo iba pero ellos llevaban la gente. Me tenía fe, veía que le gustaba a la gente, sean la cantidad que fuera. Hubo y hay miedo ahora. Miedo hay pero es un respeto que se va como amansando y controlando en el mismo escenario.

 

LP - ¿Te tuviste que ir del país?

 

  1. - En el ’76 en el golpe yo estaba en Italia, vine y ya había dejado de cantar por otras razones obvias. Había muerto un hijo, murió Perón, no tenía ganas, dije dejo todo y veo, me quiero ir al campo a vivir. Estoy armando -no tan apurado, pero me estoy yendo- y viene mi hermana a las cuatro de la mañana que un exnovio de ella hijo del comisario le dice “sacalo a tu hermano esta noche, sacalo de la casa y que se vaya ya porque lo vi en la lista, y me acosté y no podía dormir, porque lo quiero mucho…” Entonces viene ella y le digo no… si yo no hago nada, si no jodo a nadie, no milito, yo canto nomás… y me dice “bueno de eso hablamos el lunes o cuando quieras pero ahora haceme el favor rajemos de acá”. Pero digo, no, no pasa nada, ya tuve una amenaza, ya me mandaron la carta la otra vez. Ella lloraba y me hacía la valija y me decía “por favor, te pido dejate de joder y vamos, vamos, vamos…”. Y de las seis de la mañana, me saca a las nueve, tres horas remando para sacarme, hasta que me bajo -yo vivía en Avenida Libertador y Maure- y cruzo Libertador con las dos valijas y una chiquita, me voy a la casa de Arturo Puig y Selva Aleman que vivían en el piso catorce igual que yo, cruzando. Bajo, subo, miro a mi casa y estaban los dos Ford Falcon. Eso es una cosa eufórica, como que lo gambeteé, el asunto era irse. Entonces les pido a Selva, Arturo, Marilina Ros, Emilio Alfaro y otros pibes más, hágamne pantalla, acompáñenme al avión, si vamos todos no pasa nada. El avión sale a las seis, invierno, julio, neblina, Ezeiza era cuatro farolitos, y estábamos en ese living que había ahí, antes de salir, porque era chiquito. Cada puerta que se abría todos mirando para allá. El avión no sale, que sale a las siete, sale a las ocho, sale a las nueve, y así, sale a las diez, que sale a las once y ¡sale a las doce! ¡Sale! Nos despedimos, un abrazo, me meto en el avión, carretea, levanta, y cuando está levantando se escuchaban las ruedas que se meten abajo, y la azafata dice: “por desperfectos técnicos vamos a volver”. Cagazo mal… Pero Dios quiso que no, que era un repuesto que les atrasaba el vuelo, que lo arreglaron mal, y les llegó, cuando les llegó lo cambiaron… Y ahí zafé. Esperamos una hora, lo cambiaron y nos fuimos, no pasó nada, pero solo, esa hora fue inolvidable, aunque me la haya olvidado…

 

LP - ¿Por qué decías que no había argumento para que estuvieras en las listas de los perseguidos?

 

  1. - Porque era cantar nomás. No me gustaban ni las armas ni nada. Era amigo de algunos. Te puedo contar mil cosas. Cosas fuertes. Pero era independiente, pero andá a contarle a otro que vos eras independiente. Para la gente soy peronista, soy marxista, leninista, trotskista, y ahora soy ecologista, pacifista. Lo mismo. ¿Por qué izquierda y derecha? Me gusta adelante y arriba…

 

LP - ¿Y el desencuentro con Alejandro Mayol?

 

  1. - Igual que la película Juan Moreira cuando se escapa trepando un tapial y lo ametrallan, ésa me dijeron que había sido la muerte de él. Y él, como me fui sin que salga una línea ni nada, también alguien le dijo “no, Piero…”, y estuvimos muertos cuatro años. Me fui a Italia, me fui a España, muy largo. A la vuelta dije: y Alejandro, pobre… “¿cómo pobre, si está de Director de Cultura en Florencio Varela?” me respondieron. Y ahí hicimos una guardería juntos en el ochenta y pico.

 

LP - Alejandro y Beatriz Mayol cuentan lo que vos les decís que ocurre cuando cantás los temas infantiles de él en otros países. ¿Cómo adoptaste ese repertorio?

 

  1. - En Colombia todos cantan conmigo La creación. Gracias a los milicos que me prohibían, me prohibían, me prohibían. Y dije: esto no me lo puede prohibir nadie. Esto es agua clara, entonces hicimos “Folklore a mi manera” con rockeros, tangueros y folkloristas, con los mejores, con Dino Saluzzi, con el Chango Farías Gómez, el Cuchi Leguizamón. Todo eso fue un lindo trabajo, pero la que explotó fue “Sinfonía inconclusa en La Mar”, y el único tema que hice con Alejandro es éste que le da el nombre al disco infantil pero los demás temas son todos de él.

 

LP - ¿Qué le reconocés a la obra de Mayol?

 

  1. - Tiene la chispa divina, no sé cómo explicarte. Pero tiene una cosa… él tenía un amor, un humor… hermoso. Tenemos una ópera escrita -el Cachuso rantifuso- que se me cruzó y no la pude cuadrar, la grabé con Marilina Ros y Juan Carlos Baglieto que es sobre la personalidad, sobre todo lo que está pasando, tiene una actualidad increíble. Y esa la quiero hacer…
  2. - Alguna anécdota…
  3. -Mil, porque este disco de la Sinfonía es mágico. Este disco es realmente especial y lo tengo mano y lo regalo cuando veo un pibe… siempre tengo alguno en la valija, en el avión, cuando viajamos… y tengo una otorrinolaringóloga divina chaqueña con la que nos hicimos amigotes. Un día me dice: “tengo dos hijos mellizos sietemesinos que andan con catorce meses y apenas se paran, no caminan”. Le llevé el disco de la Sinfonía. Y al regreso de un viaje mío me llama el marido para decirme: “Piero, no solo se paran, cantan y bailan, ¡saltan! y se cagan de risa… ese disco es impresionante. Es increíble”. Es como que les da la motricidad, les da el aceite que necesitan.

 

LP - ¿Y cuántos días llorás después de escuchar eso?

 

  1. - Mirá, llorar está de moda porque en el concierto, con los músicos, si no lloramos pasó algo…

 

por Raúl Vigini

[email protected]

Seguí a Diario La Opinión de Rafaela en google newa

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso