Por Raúl Vigini
LP - SADAIC tiene un espacio cultural que lleva varios años y tuvo como intención recibir patrimonios particulares de músicos profesionales y reunirlos para exhibirlos. ¿Cómo se gesta aquella idea para darle origen al museo?
C.O. - El museo se funda en el año mil novecientos sesenta y dos y en el año sesenta y cuatro por una intervención estatal se levanta. Todos los instrumentos fueron donados por los músicos fundadores, que en su mayoría pertenecieron al tango, fueron a un departamento que tenía SADAIC en la calle Moreno de la ciudad de Buenos Aires. Entonces todo el patrimonio fue depositado ahí y en el año ochenta y cinco se reabre el museo. Fundamentalmente lo que hay corresponde en su mayoría al tango porque sus fundadores fueron tangueros y para ellos SADAIC era su segunda casa. Para ellos más que formar un museo, era un lugar donde tenían un espacio para dejar sus objetos queridos y tener un lugar donde estar cerca de ellos. A través documentación que pudimos recabar del área Cultural y de la biblioteca es que podemos deducir que ésa fue la idea originaria de la formación de la colección.
E.I. - Quiero contarte el motivo por el cual la mayoría de las primeras piezas que integraron el museo eran provenientes del tango, es no solamente que a esta casa la fundaron los tangueros, sino que durante los primeros veinte o más años desde que se fundó el museo designaron a Luciano Leocata, un gran compositor de tango, al frente del mismo. Cuando muere, se lo designa a Alberto Podestá, y coincidentemente eran todos provenientes del género. Esto ha hecho que ello por ser el rubro que más conocían, y porque sus amigos estaban en ese padrón, son los que más piezas aportaron a este museo. Pero ya hace varios años y por primera vez está al frente del museo un empleado de SADAIC, en este caso empleada, además con estudios universitarios, con títulos acordes a la tarea de museología. Y ha dado un cambio importante a lo que era el lugar. Los anteriores grandes tangueros y grandes prohombres de la música argentina y orgullo de SADAIC por las composiciones que nos han dejado, nos han marcado el camino, y hemos designado a Carolina Ovejero para esta tarea de identificación de las piezas y revalorización del espacio, motivo por el cual hoy estamos realmente frente a un museo.
LP - ¿Cómo fue tu ingreso a la coordinación del museo?
C.O. - Quiero destacar y agradecer sobre todo a Eugenio Inchausti y a Laura Pierre. Trabajo en SADAIC desde hace casi treinta años, y en dos mil nueve, a raíz de la carrera de Etnomusicología, por un proyecto con un par de materias, surgió la idea de reivindicar, revalorizar este espacio. Fuera del horario laboral, en ese momento pedí a Eugenio que es el Director de Cultura si me podía facilitar el espacio para poder hacer un relevamiento, un estado de la cuestión, un inventario actualizado y digitalizado. Y estuvo muy conforme con el proyecto porque él quería que alguien administrativo esté a cargo del lugar ya que era un terreno poco incursionado por la parte administrativa. Es en 2011 cuando comenzamos a trabajar con la resignificación del museo. En ese inventario fui aprendiendo mucho del espacio y recabando información fidedigna para poder volcar al público y dar a conocer que significa un instrumento que más allá de ser un objeto tiene todo un contexto histórico, social, cultural, musical, que nos pertenece como argentinos, como sociedad. El tema de realizar el inventario y de hacer fichas para los instrumentos musicales fue como revivir ese patrimonio que estaba un poco dormido si se quiere, y poder ver instrumentos muy valiosos. Todo lo que hay es valioso para nosotros pero hay muchos objetos estrella, icónicos, como la guitarra de Carlos Gardel, el bandoneón de Arolas, la caja chirlera de Margarita Palacios, la caja firmada por Andrés Chazarreta, el requinto de Hilario Cuadros. No hay mucho espacio, pero se fueron incorporando algunos más en esta nueva etapa de resignificación como por ejemplo la guitarra de estudio de Eduardo Falú, algunos trajes de la época típicos de la guardia vieja, muchas fotografías originales, y sobre todo muchas visitas relacionadas con estudiantes de todos los niveles, centros de jubilados, público en general, que tal vez no venían tanto donde lo importante es que lo visiten y se lleven información y algún recuerdo.
LP - ¿Generan ustedes las visitas?
C.O. - En un principio fuimos en busca de, pero a partir del boca a boca, de la difusión, de la revalorización, y de nuestras participaciones en las Noches de los Museos, se fue conociendo, aparecemos en Google maps, y por esta razón muchos turistas que están por la zona vienen a conocerlo. También es visitado gracias a docentes muy inquietos que se comunican con nosotros y luego se acercan con su grupo de alumnos. Le damos mayor énfasis a la visita personalizada. Si bien hay una estructura, cada grupo tiene un interés distinto según la currícula, la cantidad de personas, entonces adaptamos la visita a cada caso particular. Además organizamos actividades recreativas y didácticas relacionadas con la música y en algunas ocasiones programamos un cierre con un recital didáctico a cargo de un socio de nuestra entidad.
LP - ¿Cómo fue tu formación superior afín a este trabajo que realizás en el museo?
C.O. - Soy maestra de Educación Musical así que la parte pedagógica es un tema que me convoca. Con el aporte de la Etnomusicología, surge la idea del museo puertas afuera, así tratamos de unir cómo puede proyectarse el museo a partir de una fundamentación teórica. Actualmente estoy haciendo la carrera de Museología por un interés personal, pero para poder aplicar una profesionalidad más especializada al espacio. Tratar de mechar esas tres disciplinas es muy interesante porque a partir del enfoque educativo que tiene la parte museológica, como función del museo, se puede aplicar la parte educativa desde una óptica informal. O sea es brindar desde la carrera de educación el aporte didáctico, desde la etnomusicología lo relativo a lo teórico y a la investigación y desde lo museológico todo lo relacionado a los guiones, las visitas, las exhibiciones en función de la revalorización del acervo de nuestra música.
LP - ¿El museo va a alguna parte o todo se concreta en la sede de la entidad?
C.O. - En general no sale por el tema de los seguros que es más complicado, pero sí, tuvimos una oportunidad en dos mil doce en la muestra que hizo la Casa del Bicentenario a través de la Secretaría de Cultura sobre “100 años de la música argentina”. Fueron una decena de objetos que pudimos aportar a esa exhibición. La muestra fue muy profesional, excelente. El montaje -los soportes, los textos- fue pensado para cada objeto en particular dándole a cada uno el valor que se merecen.
LP - ¿Qué reflexión le merece la importancia que reviste la presencia de los objetos que reúne el patrimonio del museo?
E.I. - Mirá, es importantísimo que podamos tener el bandoneón de Arolas, la guitarra de Gardel y otros instrumentos y fotografías, así como obras originales de mucha gente. Pero es muy importante que en vida los autores y compositores nos donen piezas, porque a veces después la familia es un poco mezquina y yo lo entiendo. Porque son cosas que a lo mejor no tienen valor pecuniario, pero para la sociedad es sumamente importante, y sin dudas para la familia también lo es. Así que creo que es trascendente contar con el violín de De Caro, el piano de René Cóspito, y tanto más. Así que es una tarea ardua que le ha tocado a Carolina pero que nos ha puesto la casa en orden.
por Raúl Vigini
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