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La Palabra Sábado 14 de Noviembre de 2015

En busca de… José Narosky, escritor

Escribir es sentir

Raúl Vigini

Por Raúl Vigini

¿Quién puede asegurar que no haya llegado a los dos millones de libros vendidos? Si escribió más de tres mil aforismos tal vez sean dos instancias difíciles de superar. Y alguna más conociendo su don de gentes. La sensibilidad en grado superlativo que se fue manifestando en sus observaciones sencillas pero sinceras, permitió que alguna vez intente la publicación de su primer libro con esos pensamientos donde la escasez de palabras los hace contundentes. Es muy cuidadoso cuando se expresa y le gusta elegir el término adecuado, más aún si se trata de adjetivos calificativos. Hombre de letras, hombre de principios, hombre de sensibilidad manifiesta que dejó plasmado en cada página publicada, ideas que contribuyen a entender más a la humanidad. Aunque no se haya dado cuenta que todavía no escribió la última, porque sigue llevando en el bolsillo ese papel dobladito junto con su lapicera fuente de estética sublime como corresponde a un prolijo escritor. Reunido con LA PALABRA habló de su historia como aforista y otras más.

 

LP - El  músico no se olvida de llevar el papel pentagramado y el lápiz en el bolsillo. ¿Un aforista lo es en cualquier momento?

J.N. - No me siento a escribir. Si me siento a escribir sobre el amor sale El amor es lindo. Si me siento a escribir sobre la amistad digo La amistad es fenomenal. No me gusta la palabra inspiración por eso me cuesta encontrar la definición. Escribo cuando llega a mí un pensamiento. Si estoy con alguien -y no soy adulador- y siento calidez, siento algo fraternal, siento que estoy recogiendo lo que pude haber sembrado y lo que recogí de siembra. Y puede ser que dentro de una hora, de un día o de una semana vengan a mi mente aforismos sobre la calidez, la comprensión, la reciprocidad o la afinidad que es lo que sentí estando con esa persona. Buscar de escribir no me sale, y no quiero. Y siempre llevo un papel y una lapicera porque a veces me surgen algunas cosas y así escribo. Mi padre en La Pampa fumaba unos cigarrillos de marca Fontanares que valían veinte centavos y dentro del atado había un cartoncito con un aforismo de autor extranjero, que un pibe de primer grado no los entendería pero cómo sentía una cercanía a esas frases cortas. Treinta y pico años después escribí aforismos. Creo que en hombre que somos siempre está el niño que fuimos… En esencia estamos siempre. El escritor estaba a los siete años, por lo visto.

LP - Y el disparador de aquel primer aforismo fue una situación personal triste.

J.N. - Mira cómo te acordás… Sí, hacia un micro en “Sobremesa” en canal Siete disfrazado de Hugo Nardi como seudónimo por sugerencia de los productores. Además literatura hacía Arturo Jauretche. Y una vez alguien me dice “Vos vas a escribir aforismos”. Y le pregunté qué son aforismos. Me dice “Son dichos como refranes pero como no son anónimos se llaman así”. En marzo del ’75 fallece ese amigo, yo vivía en Adrogué, yendo al velatorio, me miré por el espejo retrovisor mi rostro de dolor por el amigo, y a las tres de la mañana escribí “El dolor es el dibujante  de la fisonomía”. El me decía “Llevá un papel y lapicera”. Bueno, escribí mil trescientos en un mes, saqué mil y llevé trescientos a una editorial. Me hicieron cuatro mil libros, el primer libro es la primera valla, la más alta para el ser humano. Yo hacia un micro en canal Siete que se llamaba “Si todos los hombres…” por eso lo hicieron. Meses después me entrevisté con el gerente de la editorial. Primero creí que escribía mejor que Cervantes, después me di cuenta que no. Y me dijo “No nos gustó mucho, pero vos hacías dos micros semanales en televisión”. Y de allí tomaron el nombre del libro.

LP - ¿Qué futuro tienen los libros que escribiste?

J.N. - Están todos agotados en este momento. Y no tengo ganas de escribir más. Esto es difícil de responder aunque tengo la respuesta bien clara en mi mente, pero es difícil de extrovertirla. Tengo la sensación de que algunas editoriales “se equivocan”. Hace años que no renuevo ningún contrato con ninguna. Porque reeditarlos supondría una tarea que no puedo asumir, viajes que no puedo hacer por problemas familiares, entrevistas a las que no puedo concurrir, compromisos que puedo no cumplir. Aunque tengo miles de aforismos no publicados.

LP - ¿No ves en tantos aforismos publicados y en tantos miles de libros que circulan una contribución al ser humano? El aforista tiene que sentirse un benefactor de la humanidad…

J.N. - Creo que no cumplí ninguna misión, te agradezco la generosidad. Te agradezco la apreciación, muy tuya, de tu condición humana. Perdóname el disenso pero creo que no. Cuando escribí el primer libro incluía el aforismo que te dije antes “Hay quien arroja un vidrio roto en la playa…” -es decir el mal y el bien- pensé que algún chico como consecuencia del aforismo si veía algún vidrio lo iba a recoger, pero creo que no. Pretendí mejorar no sé a quién… entonces no tengo la esperanza, la ilusión de mejorar el mundo que deben tener todos los jóvenes. Parecería optimista en lo que escribo, pero de ninguna manera, leo los diarios que leés vos, escucho las radios que escuchás vos, veo la televisión que vos ves. Creo que para escribir sobre el bien hay que conocer el mal. Tengo un poco de prestigio que es suficiente. No digo éxito porque eso no me atañe a mí, yo tengo difusión no éxito. Es más difícil soportar el éxito que el fracaso. Y la prueba está en esos famosos que están llenos de problemas y necesitan superarlos. Cuando me dicen que soy el rey del aforismo les digo que no soy ni el rey, ni el príncipe, ni el portero del palacio. Soy uno de los ciento treinta y pico escritores argentinos de aforismos, con más suerte que otros porque trabajo en los medios desde hace muchísimos años con un poco de amenidad y un poco de oficio. Y muchos que escriben mejor que yo, del interior, aunque no vendan libros.

LP - ¿Qué te gustaría que sucediera con la obra que dejás?

J.N. - No sé, tengo el mañana un tanto difuso. Podría decir que quedase impresa pero si pudiera ser útil. Pero si no es útil como creo lamentablemente a estas generaciones que vivimos, por qué ha de ser útil a las futuras. No voy a vivir para saberlo, pero tengo la casi certeza que no va a perdurar porque hay gente que escribe mejor. Sí, me llama la atención que algunos de los aforismos se mencionen tanto en los medios.

LP - Tendrás tus preferidos entre tantos escritos…

J.N. - Entre todos estaría “Al amigo no lo busques perfecto, búscalo amigo”. El segundo sería “Tantos siglos de civilización y no aprendimos a abrazarnos”. Y el tercero podría ser “Cuando leo que se asesinó a un hombre, quisiera ser analfabeto”. Otro podría ser “No eres la única mujer, pero eres única”. Y otro “Gracias vida. Abrí los ojos y encontré nada menos que a mi madre”. Para los jóvenes “El joven no sabe de ancianidad, el anciano sabe de juventud”.

LP - Una reflexión final para los lectores.

J.N. - Lo simbolizo en uno, no puedo con el genio. Lo que me gustaría es que tuviéramos un mundo mejor que el que vemos, que el que oímos, que el que leemos: “Comprender, solo diez letras y salvarían al hombre”…

por Raúl Vigini

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