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La Palabra Sábado 17 de Agosto de 2019

En busca de… Jorge Bergero, fundador de Música para el Alma

Con la excusa del instrumento Nació en la ciudad de Córdoba en 1963. Es músico profesional de la orquesta estable del Teatro Colón de Buenos Aires. Un episodio difícil en su vida afectiva, despertó la necesidad de acompañar con melodías a enfermos terminales. La experiencia creció y llegó a numerosos y diversos lugares para contención y acompañamiento terapéutico. Es el factótum de la entidad solidaria que fundó, y en este encuentro comparte con LA PALABRA su historia tan particular.

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archivo Agustín Benencia Crédito: Sentimientos: Jorge Bergero se emociona en el ámbito con los adultos mayores que también responden a esa entrega Foto 1 de 2
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archivo Agustín Benencia Crédito: Sanar con música: Ese es el propósito de la Fundación Música para el Alma liderada desde el chelo por su fundador Jorge Bergero Foto 2 de 2
Raúl Vigini

Por Raúl Vigini

LP - ¿Dónde estudiaste?

J.B. - Estudié en un colegio de música en Córdoba, el Instituto de Niños Cantores Domingo Zípoli donde cursé la primaria y secundaria, en doble turno, y una vez que egresé de ahí fui Bachiller Preparador de Coros, Maestro de Música. Pero no quería ser músico y me inscribí en bioquímica en la Universidad de Córdoba, hice el curso de ingreso y ahí fue que me golpeó la música con la que había estado en contacto por mucho tiempo, decidí intentar estudiar un instrumento, así que me fui a Buenos Aires y empecé a estudiar chelo ya de grande, a los diecisiete años en el Conservatorio Manuel de Falla. A los poquitos años entré en el Teatro Colón profesionalmente, donde sigo desde entonces. Estoy en la orquesta estable. Hay dos: una que hace conciertos que es la filarmónica y yo estoy en la ópera, tocamos en el foso y de vez en cuando hacemos conciertos. Son muchos años de ópera en el Teatro Colón.

LP - ¿Ustedes se ofrecen o reciben la solicitud para que los visiten?

J.B. - Ha sido un proceso muy largo en el cual el segundo concierto fue en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. Encontré el dato en internet, llamé, me puse en contacto con la directora, le expliqué de qué se trataba. Antes se hacía así. Llegamos y nos recibieron en la capilla por la mejor acústica, pero había cuatro o cinco niños, pregunté dónde estaban los demás, y me informaron que estaban internados o en la guardia. Al mes siguiente fuimos nuevamente al mismo hospital de niños, y ahí fue el primer concierto enteramente en el lugar de internación. Y de toda esa cosa que va surgiendo nosotros vamos creando una estructura y van surgiendo las modalidades porque al empezar con todo esto y al darse difusión rápidamente mucha gente e instituciones empezaron a pedir conciertos y no dábamos abasto. Frente a esta realidad la idea que se nos ocurrió fue, que habiendo tantos músicos con grupos ya formados podían hacer perfectamente un concierto de Música para el Alma y nosotros hacer el contacto. Ahí surgieron los conciertos autogestionados que es una de las modalidades. Después están los conciertos para acompañar que son los que se dan en los pasillos de internación. En el Hospital de Clínicas que tiene más de diez pisos organizamos cuatro diferentes grupos de quince músicos acompañados por personal del hospital, por un director musical y voluntarios, y recorrimos durante una hora y media más de cincuenta salas de internación del hospital. Eso generó tres visitas al hospital, una logística, preparación, mapa del recorrido, y tanto más. Eso llevó una cosa nueva que ya hemos repetido en varios hospitales. Este año vamos a hacer lo mismo en el Garrahan. Van surgiendo las formas de cómo hacemos esto.

LP - ¿Cuántos recitales hacen en un año y cuántos llevan desde que se iniciaron?

J.B. - Sí, tenemos una cronología completa, uno por uno, ahora cumplimos cuatrocientos cincuenta conciertos. Varios de ellos fuera de Buenos Aires en estos siete años que cumplimos en agosto. Y hacemos un promedio de sesenta o setenta conciertos por año. Hay muchas sedes, lugares donde hemos sembrado una semilla con un viaje y hemos dejado toda la idea preparada, los músicos que participaron siguieron con el proyecto. Eso ha sucedido en Córdoba, Rosario, Mar del Plata, Mendoza, Bahía Blanca. Siempre con el mismo nombre, gratuito, con las mismas remeras.

LP - ¿Qué necesitás para que este proyecto mejore, siga, avance?

J.B. - Bueno, nosotros somos una asociación civil, si bien la actividad es gratuita, ningún músico ha cobrado jamás un peso por esto, lo hacemos con mucho amor y alegría lo de donar nuestro tiempo y nuestro arte, pero tenemos gastos como traslados, fletes, son instrumentos grandes algunos. Todos estos gastos los cubrimos con donaciones mensuales que en nuestra página se puede hacer en www.musicaparaelalma.org. Donamos los músicos, los familiares, los amigos, y todos aquellos que se quieran adherir. Tenemos muchísimos seguidores en Facebook y en Instagram. En el Garrahan hicimos un chamamé preparándonos para el viaje que hicimos en mayo a Corrientes y Chaco donde tocamos con las sinfónicas de ambas ciudades y fuimos a Itatí a tocar con los inundados. Fue una actividad muy hermosa. Hay un video muy conmovedor de una soprano bailando con uno de los chicos internados en el cotolengo. Eso es muy inspirador, los músicos quedan con esa experiencia en el cuerpo. Todo eso se hace con esta ayuda que recibimos. Una vez por año hacemos un recital para obtener con las entradas vendidas recursos que nos permitan hacernos cargo de los gastos de funcionamiento y organización del grupo.

LP - ¿Qué balance hacés de todo lo que pudiste concretar a partir de un hecho sensible en tu vida?

J.B. - La posibilidad de transformar un dolor muy grande en esto. La conciencia que generó María Eugenia en todos nosotros, que nos acompañó hasta que pudo. Como que esto nos despertó a muchos de la importancia de la música no solamente para el que la recibe, era muy lindo para la gente en la Fundación Salud, sino para nosotros mismos. De cómo nos cambia interiormente, estar haciendo lo mismo, pero sintiendo muy diferente una conexión muy grande. A partir de eso siempre digo que fui como un facilitador de la experiencia pero que eso resuena en muchos músicos. Entonces es un gran movimiento que está latente por surgir. Y María Eugenia crea la conexión primera, y que luego se sigue conectando hoy en día cada vez más. Nosotros sentimos un privilegio al hacer esto porque la verdad que le da una dimensión muy  diferente a nuestra profesión como músicos, y la posibilidad de conectar y de hacer una obra que está viva, que crece, que cambia, que genera todo el tiempo emociones tan profundas y que nos permite acompañar a tanta gente que por su situación de vida no puede ir a escucharnos al Colón o a todos los lugares donde tocamos y nos permite ingresar. A veces comento que uno está en contacto con situaciones tan difíciles en que quizás sin la música y sin el chelo no me animaría. Estando ahí uno entra a una habitación del Hospital Garrahan y ve a un chiquito con una situación de salud muy complicado y por dentro uno se quiere ir porque genera miedo, no sabés qué hacer, no somos profesionales de la salud entonces no estamos en contacto. Pero la música permite que todo esto pase a segundo plano y la conexión que se genera vale mucho más que todos esos miedos, entonces, ganarles a esos miedos, animarse, seguir construyendo algo que nos excede a nosotros que somos parte pero que no sabemos qué va a seguir pasando con todo esto. Y el instrumento es un medio de conexión.

por Raúl Vigini

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