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La Palabra Sábado 28 de Julio de 2018

En busca de… Freddy Toro, músico

Por imperio de la cumbia Superaron los cien discos grabados y los cuarenta millones de placas vendidas mundialmente en inigualables cincuenta y cinco años de trayectoria inalterable. Fundado por el maestro don Helí Toro Alvarez en Colombia, llegaron a la Argentina en la década del sesenta y aquí se radicaron hasta el presente. Con incontables e insuperables éxitos en su haber, llevan una trayectoria que le significa estar siempre en la escena de la música folklórica de una cálida región de nuestro continente. De su recuerdo permanente a partir de la historia de su padre, relata a LA PALABRA su incorporación al conjunto y el presente que le toca vivir con el afamado Cuarteto Imperial.

archivo La Palabra
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archivo La Palabra Crédito: Referentes: Tanto Freddy Toro en su charla con LA PALABRA como los premios y reconocimientos que lo respaldan representan la autenticidad y la vigencia del Cuarteto Imperial Foto 1 de 2
archivo Freddy Toro
archivo Freddy Toro Crédito: Emblemático: Uno de los discos de vinilo larga duración que incluye éxitos inolvidables Foto 2 de 2
Raúl Vigini

Por Raúl Vigini

LP - ¿En qué año ingresaste al conjunto?

F.T. - En el setenta y pico. Era realmente chico, menor de edad. Y entré cuando salió un muchacho, que era Luis Barrios Osuna, formoseño. Hay nombres que la gente  no conoce e integraron el conjunto, y cada quien tiene su valor porque aportaron su grano de arena.

LP - ¿Cuál era la forma de Helí de escribir una canción?

F.T. - Los temas como “Río Mamoré”, “Trinidad”, el hombre cuando estuvo allá, vio el  paisaje. Uno ve algo y en  base a eso, tuvo un amor o un desengaño, o algo muy gracioso que te pasó y vos lo quieres contar. Eso fue lo que sabemos, pero la musa inspiradora real de él lo sabrá él mismo porque es muy complicado decir qué puede inspirar a una persona hacer un tema. Porque es algo propio, algo nato de él, y sobre todo lo que admiro de  mi papá es el sentido comercial. El tipo hace un sonido sencillo como cualquier introducción de un tema y a la gente se le quedó. El gusto que él tiene, cosas que nacieron con él. Un don que Dios le dio a él. Porque en los temas que grabó, los éxitos que hizo, las introducciones, sabés que es él. Ese gancho que tiene. El corito cómo va. Es un gusto en las voces también, porque el Cuarteto Imperial se ha destacado por la parte vocal, eso es lo que llama mucho la atención. Cantamos todos como solistas y los demás hacemos coros. Nunca el grupo tuvo un solo solista. Por ejemplo el paisano mío Hernán Rojas, de Los Wawancó, era él, con un gusto para cantar impresionante. Salió él y el grupo no fue el mismo, amén de que los respeto, siguen trabajando en todos lados, es muy profesional, quiero mucho a Miguel Loubet y al costarricense Mario Castellón. Pero la voz de Hernán Rojas fue la que lo distinguió. En el Cuarteto Imperial no hubo ese tipo de voz porque cantaba mi papá, cantaba Forero, cantaba Miguel Cejas, cantaba César Zuleta, cantamos todos. El mismo estilo pero nunca una voz identifica al grupo. El éxito es por el Cuarteto Imperial no por el cantante tal.

LP - Otra de las cosas que se destaca del Cuarteto Imperial es la coreografía.

F.T. - Ah… también. Como sucedió en los paseaítos famosos que te contaba que hacíamos con Marconi en televisión, porque el conductor en una pausa se puso a ver y le dijo a mi papá “¿cómo es esto?”, y empezó a hacer el pasito con nosotros. Así empezó el programa entró al aire y fue una bendición para el grupo en esa época. Hizo una prenda para los estudiantes con el paso del Cuarteto Imperial. Durante meses seguía esa prenda. Fue una segunda gran época con el conjunto. Después de grabar los grandes éxitos fue un repunte impresionante y hermoso que me tocó vivir.

LP - Cuando tu papá se va te quedás a cargo del conjunto. ¿Qué compromisos asumiste en ese  momento?

F.T. - Una responsabilidad tremenda porque liderar un conjunto… Ya tenía mi experiencia como músico, como cantante, como bajista, porque ya había cambiado, había empezado en la guacharaca, y con los años estudié música y toqué guitarra, y el bajo me gustaba más. Tomé esa responsabilidad, armé el conjunto, busqué acordeonista, y aquí estamos después de más de veinte años o algo así.

LP - ¿La guacharaca es cuestión de oído?

F.T. - Claro, ritmo. El que toca la guacharaca o el güiro, es un instrumento de percusión. Tenés que aprender a tocar bien porque si no te cansa la muñeca. La gente cree que es una tontería, el tema es mantener el tiempo. Inclusive te comento que en Colombia, al que toca la guacharaca o el güiro, ese tipo de instrumento, en una grabación, le pagan como un trompeta. Eso le da swing al conjunto, y llena, y tira. Es importante que lo hayas visto porque  no todo el mundo se fija en eso. Muy bien. Es práctica.

LP - ¿Cómo armaron los repertorios más allá de aquellos éxitos de toda la vida?

F.T. - Sí. Mira cuando voy al show del Cuarteto Imperial, es un fenómeno, porque meto temas nuevos, hasta reggaeton he grabado, pero hacés los primeros compases de un tema exitoso y es impresionante la reacción del público. Es increíble, hacés “488” y al rato te piden “488”. Y estoy hablando de todas las edades, por eso digo la bendición que ha sido el Cuarteto Imperial. Los pibes están bailando y les regalamos discos en el concurso de baile. Al conjunto lo considero un clásico, y no me gusta cuando nos presentan como grupos del recuerdo. Yo no soy ningún recuerdo, es un grupo que está vigente. Hace poco estuvimos en Comodoro Rivadavia, tremenda la emoción, uno no se acostumbra nunca al cariño de la gente. Estuvimos en Viedma, hermano te cuento que era una emoción cuando salimos, éramos el número principal, cerramos esa noche. Son recitales organizados por las municipalidades, con músicos de distintos géneros, de distintas épocas. Compartimos escenarios con grandes artistas. Siempre fue un éxito. También nos sucede en países limítrofes, pero Argentina fue realmente el país que le dio el espaldarazo, tremendo. Y la mayoría de los acordeonistas de la Argentina, acompañan así con el estilo que toca mi papá.

LP - ¿Volvés seguido a Colombia?

F.T. - Hace años que no voy, tengo que ir, me reclama toda mi familia. Viene mi papá casi todos los años. Tengo varias hermanas, somos diez, seis mujeres y yo por parte de mi mamá y mi papá, tengo una media hermana Laura y un medio hermano Ariel acá en Argentina, de madres argentinas, y otro hermano Maximiliano que está en Colombia, tremendo músico, que se graduó en Puerto Rico, maestro de percusión y de música que toca con mi papá el bajo también.

LP - ¿Qué presente les toca vivir en este tiempo?

F.T. - Estamos haciendo un material muy lindo con diferente temática amén del estilo del Cuarteto Imperial. Tenemos reggaeton, un tema colombiano con esa base, no solamente temas nuestros. Mi papá sigue componiendo, algunos temas de otros autores también que han sido éxito en otros lados, y lo pasamos al estilo del conjunto. Porque eso siempre mi papá lo tuvo y sigo el ejemplo. A veces suena lindo porque el tema es de uno, pero otro puede tener otra idea y nadie tiene la verdad sobre el éxito. Lo que menos esperás de pronto aparece. No el egoísmo, y si me gusta, veo cómo es y lo incorporamos. Con el acordeonista “Popy” armamos todo, porque es mi mano derecha, lo hablamos y lo incluimos. Aunque esté internet, hacemos el disco físico y los llevamos a los recitales porque en vivo se vende mucho. Recuerdo cuando se cobraba regalías por venta, era muy importante. Tuve la bendición de Dios de vivir esa época con mi papá, cuando íbamos a recibir los premios por ventas que eran reales por millones de discos. Y siempre le agradezco vivir la época de la tecnología, porque antes pensábamos que esto era ciencia ficción. Me hace acordar de Dick Tracy. Con el Cuarteto Imperial hay para rato y le agradezco a la República Argentina, a todas las personas, a la gente de radio, de los periódicos, de la televisión, del lugar más recóndito, porque siempre el algún lugar de esos el Cuarteto Imperial está sonando.

LP - ¿Qué es la cumbia?

F.T. - La cumbia es la música bella, alegre, chévere como decimos en Colombia, para disfrutar en familia.

por Raúl Vigini

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