Por Raúl Vigini
LP - La decisión y la necesidad de escribir un libro.
F.S. - En realidad la idea de publicarlo no fue mía, sino de un querido amigo -Mario Gee- a quien un día le acerqué algunas ideas que había desarrollado a través de casi catorce años, con el propósito que me diera su parecer. Mario, que es un periodista de una vocación y capacidad admirables, había trabajado varios años junto a César Menotti y, obviamente, modulaba la misma frecuencia de onda en cuanto a nuestra manera de entender el hecho deportivo. Pocos días después me llamó por teléfono y con exagerado entusiasmo me dijo algo así como “¡¡Esto lo tenés que publicar Fer!! le agregás algunos temas y se lo llevamos a Manuel Pampín -titular de Corregidor- ¡¡le va a encantar, esto es pan caliente!!...”. Entusiasmado por su entusiasmo, yo cumplí con mi deber, Mario con el suyo y así, gracias a la generosidad de esa fantástica persona que es Manuel; “Fútbol. Llamado a la Rebelión; la Deshumanización del Deporte” fue presentado ante un nutrido auditorio en la Sala Roberto Arlt de la Feria del Libro, el sábado 3 de mayo del 2014. Jamás hubiera pensado que el libro tuviera tan buena aceptación. Toda vez que no solo es “políticamente incorrecto” para el sistema imperante, sino que su contenido específico es de clara ruptura metodológica en relación a los -en mi opinión- anacrónicos sistemas utilizados en nuestro país en la preparación del jugador de fútbol. Si los juicios recibidos sobre él aún me halagan y asombran, mucho más lo es el hecho de que haya llegado a manos de personajes tales como el mismísimo Fidel Castro -a quien- por pedido de la sobrina de Mario Roberto Santucho que trabaja en el Ministerio de Cultura de Cuba, se lo dediqué con justificada vergüenza e inocultable placer, sensaciones que fueron idénticas a la hora de enviárselo a Pep Guardiola -a través de Menotti- a Marcelo Bielsa por medio de su hermano Rafael y a muchos otros referentes no solo del Deporte, sino del Arte y la Cultura.
LP - La realidad del deporte argentino hoy.
F.S. - Tengo sobrados argumentos para tener una opinión muy crítica del estado del deporte en nuestro país -en todos los órdenes- En el dirigencial porque la gran mayoría de quienes ocupan cargos jerárquicos, no tienen una historia dentro de él que los haga creíbles. Pero además -salvo excepciones- porque utilizan esos lugares pensando más en las utilidades personales que les pueda deparar -imagen, relaciones, posicionamiento social y político, beneficios materiales- que en las indudables ventajas que una programación diagramada por tantos excelentes profesionales con que contamos y que son sospechosamente ignorados, podría aportar -como por ejemplo; evitar muertes perfectamente evitables, como la de Emanuel Ortega-, atribuible no solo a la incapacidad de los organismos encargados de velar por la integridad de actores y públicos, sino a un desprecio atroz por la vida. Además, a través de informes de sólida credibilidad, ha quedado demostrado sus estrechos vínculos con las espantosas “barras bravas” ocupación que ha evolucionado al punto de ser considerada una nueva y productiva profesión... En lo estructural: porque, salvo excepciones, el costoso desarrollo y mantenimiento de ellas, queda a cargo del esfuerzo de grupos de amigos o partidarios de un club, que con admirable pasión y sacrificio mantienen milagrosamente abiertas las puertas de las instituciones, poniendo para ello tiempo de su tiempo y dinero de su bolsillo ante la casi inexistente ayuda del estado. En la ambigüedad de éste, que debería definir de una vez por todas cuál es el rol del deporte en la sociedad. Creo que la importancia que la actividad deportiva alcanzó en la actualidad, lo hace merecedor de ser elevado a la categoría de Ministerio, en íntima relación con los de Salud y Educación, para completar una imprescindible trilogía en la formación no solo del deportista sino, y sobre todo, del mejor individuo posible. En lo Social: porque una exacerbada y a este punto anacrónica y tribal valoración de la “pertenencia”, justificada con una errada interpretación de la pasión, ha inundado de violencia y vulgaridad el ambiente, razón por la cual concurrir a los estadios se ha transformado en una aventura de imprevisible final. En lo que se refiere a los medios: en los que pululan muchos ridículos “payasos mediáticos”, personajes de opereta que eructan estupideces tales como “Hoy hay que ganar de cualquier manera, el segundo es el primero de los perdedores, ganar no es lo más importante ¡es lo único que importa!”... ¡¡Justo ellos!! que en un noventa y nueve por ciento no tienen la más peregrina idea acerca de lo que hablen con risible patetismo. Ese tipo de mensajes, es lacerante para la salud del ambiente que hoy, por culpa de estos miserables, está en terapia intensiva. Por supuesto que la solución a los preocupantes problemas que aquejan al deporte, están directamente relacionados al marcado degrado moral y cultural que impera sobre todo en los grandes centros urbanos. En aquellos países en que el nivel del proceso civilizatorio ha alcanzado grados muy superiores de civismo, el deporte ha pasado a ser parte de la solución, en mi querida patria, desgraciadamente, desde hace muchos años es un claro y aglutinador componente del problema.
LP - Los amateurs: esos olvidados que resisten en nuestro país. ¿Qué análisis hacés del tema?
F.S. - Creo que a partir de la aceptación en los Juegos Olímpicos de las más rutilantes estrellas del profesionalismo, el espíritu puramente amateur ha sufrido un revés casi aniquilatorio. El insaciable poder de las multinacionales, ha sabido reducir a cenizas la esencia puramente lúdica, que fue el motivo fundante de la práctica deportiva. El corrosivo efecto del sistema capitalista terminó por llenar de óxido aquel noble postulado del “Mens sana in corpore sano” para transformar a muchos atletas -parafraseando a Galeano- en verdaderas farmacias llenas de sustancias prohibidas. Esta actividad que nació con la idea de mejorar y preservar la salud de sus cultores, se ha transformado en una profesión sumamente riesgosa para el bienestar psico-físico de los mismos. Ante tamaña perversidad, el resultado obtenido en la pista debe esperar al arrojado por las pruebas anti-dopaje, para confirmar la validez del mismo. En esta demencial obsesión por aumentar el rating, se privilegia el morbo por sobre la vida misma. Prueba de ello es que, en los últimos Juegos de Río, descubrí con estupor -y asco- que ya los boxeadores no usan los cabezales protectores que servían para prevenir los nocivos efectos de los golpes en esa zona tan vital... ¡¡Cuanto más sangre mejor!! es el perverso lema impuesto a través de la nueva versión del milenario Circo Romano. El presente es desolador, el futuro lo será aún más... ¡¡Miserables!!
LP - Una anécdota con final feliz para compartir con los lectores.
F.S. - Ocurrió en San Cristóbal, Venezuela, el día anterior al encuentro que por la clasificación al Mundial 86, Argentina debía jugar frente a la “Vinotinto”. Tras la última práctica llevada a cabo en horas de la tarde en el estadio donde se jugaría el partido, el equipo regresó al hotel donde concentraba. Al llegar al lobby, Diego fue rodeado por un grupo de hinchas locales que requerían con entusiasmo su autógrafo; entonces sucedió lo inimaginable. De manera inesperada, un energúmeno vestido con la camiseta local se acercó por detrás y al tiempo que gritaba ¡Vamos Venezuela carajo! le aplicó un tremendo patadón en la región posterior de su rodilla izquierda... Abundar en detalles sobre los sucesos posteriores, sería entrar en una especie de crónica policial que cualquiera puede imaginar. Tras pasar la noche con la zona afectada cubierta de hielo, medicado con los anti-inflamatorios de rigor, jugó los noventa minutos que terminaron con la victoria de nuestra Selección. De regreso a Buenos Aires y con el fin de determinar el estado de su articulación ante el cercano encuentro ante Colombia en el Monumental, se llevó a cabo una reunión en la que participaron el doctor Madero médico del plantel, El doctor Emilio Acámpora facultativo del Nápoli y el doctor Rubén Darío Oliva médico personal del diez. Luego de una exhaustiva revisación, los dos primeros coincidieron en señalar una muy preocupante lesión parameniscal por lo que, ante la gravedad del caso, no solo no debería formar parte del equipo, sino que sugerían la posibilidad de una inmediata intervención quirúrgica. Sin embargo, el doctor Oliva -quien se había desempeñado como médico del Cuerpo Técnico de César Luis Menotti en los Mundiales del 78 y el 82- responsable además de su milagrosa recuperación tras la fractura de tobillo que le produjo Andoni Goycoechea en septiembre del 83, descartó de plano ambas posibilidades con un terminante ¡¡Vas a jugar contra Colombia y no te vas a operar de ninguna manera!! La contundencia de su diagnóstico fue profética. Ese domingo, la multitud que colmaba la cancha de River, atronó el ambiente cuando la Voz del Estadio pronunció su nombre entre los titulares. El entusiasmo fue indescriptible y su aporte en la merecida victoria, decisivo. Tras ese momento de incertidumbre, Diego disputó centenares de partidos, en la mayoría de los cuales no fue tratado con demasiada gentileza por sus adversarios de turno. Sin embargo, el bisturí de ningún especialista -acostumbrado a penetrar en la humanidad de tantos plebeyos- jamás pudo darse el gusto de hacerlo en la del fantástico Rey del fútbol...
por Raúl Vigini
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