Por Raúl Vigini
LP - ¿Qué intereses tenías de pequeña?
A.P. - Los primeros años fueron de descubrimiento del pequeño mundo al que podía acceder: la escuela… vivía enamorada de las clases, de la escuela, de las maestras… me encantaba el estudio, la lectura… y la restringida sociabilidad a la que podía acceder… amigas y compañeras de juego del barrio y la escuela.
LP - ¿Cómo lo observás con la mirada actual puesta en el pasado?
A.P. - Y viendo ahora, a la gran distancia de aquellos años puedo identificar, nítidamente, tres cuestiones que de un modo visible o tácito siempre estuvieron presentes en mis intereses: la lectura, la radio y la política.
LP - ¿La lectura te atrajo?
A.P. - Los libros también ocuparon un sitio de privilegio en mi crecimiento: me llegaban de la mano de mi madre, muy lectora, que me los leía por la noche… y me interesaban aquellas historias e ilustraciones que me hacían soñar con otros mundos, vidas, aventuras y paisajes…
LP - ¿Dónde cursaste la escolaridad?
A.P. - La escuela primaria fue en colegios religiosos, no tanto por una cuestión de fe si no de organización familiar… Tengo los mejores recuerdos de esa etapa… del Colegio Santo Domingo, de Ramos Mejía, del que recuerdo su impronta bellísima y aún admirada por su arquitectura, estilo institucional. La educación secundaria fue en la Escuela Comercio de Ramos Mejía, otra noble institución educativa, aún hoy de gran prestigio en la zona… donde también me sentí muy feliz y donde mi vida empezó a desplegarse intelectual y afectivamente… La segunda parte la cursé en un colegio nuevo, novísimo, piloto, con una propuesta educativa experimental que también me marcó. Fui de la segunda promoción de la Escuela de Enseñanza Media N° 6 Félix Bogado. Todo estaba por hacerse allí. Y se hizo, y con creces. Fundada y dirigida durante muchos años por el profesor José María Spurr fue creciendo, y se convirtió con el tiempo en un polo de desarrollo educativo de una zona no tan favorecida como la del radio de colegio Comercial. Allí hice mi primera experiencia como bibliotecaria escolar, en ese tiempo empecé a estudiar a nivel terciario bibliotecología, y clara y discernida fue mi vocación, que luego desplegué… durante más de treinta años…
LP - Viviste tu juventud en los años más duros del siglo pasado en nuestro país.
A.P. - La militancia política en los años setenta, quizás de los más difíciles de nuestra generación también fue una escuela de gran aprendizaje… El compromiso político militante, el estudio profundo de filosofía y teoría política, la lectura exhaustiva de los grandes pensadores del siglo diecinueve y veinte, las gestas heroicas de muchos pueblos, la vida literaria y el pensamiento generado por las ideas de vanguardia fueron también conformando mi mapa personal.
LP - Pero siempre cercana a los libros.
A.P. - Más tarde en el tiempo dediqué muchos años a la lectura sistemática, de varios temas… por ejemplo la simbología y la mitología universal, las distintas corrientes filosóficas, místicas y religiosas en general, y en especial orientales, a los autores de la filosofía posmoderna, a estudios sobre el feminismo a través de la historia, los autores post marxistas, teorías del lenguaje y teorías políticas. Fueron muchos años de lectura sistemática y solitaria… Me hubiera encantado participar de grupos de estudio y debate… Pero no eran épocas de redes… como ahora…
LP - ¿Frecuentaste otros ámbitos culturales?
A.P. - Paralelamente a la lectura, incursionaba frecuentemente en las salas teatrales de Buenos Aires… Me apasionaba, mucho más que el cine, la experiencia del teatro… A través de la siempre presente Radio, podía acceder a información que me llevaba a querer conocer la escena porteña… Siempre la radio… siempre… esa ventana al mundo, a las ideas, a la música, que me permitía desde mi casa acercarme al infinito e inmenso “allá afuera”.
LP - Y con esa inquietud, la política debe haber sido un tema para abordar.
A.P. - La vida política del país y del mundo, siempre fue materia de estudio, lectura y preocupación. Seguí a la distancia los acontecimientos del mundo y las grandes transformaciones políticas, sociales y económicas, en nuestro país. Aprendiendo entre todos a entender y a superar las graves crisis que atravesamos y padecimos… mientras todo se iba desenvolviendo en la vida familiar…
LP - Te acercaste a la comunicación y viviste los grandes cambios.
A.P. - Con la llegada del nuevo milenio fui indagando solitariamente y observando el despliegue de lo que interpreté como un nuevo paradigma, una nueva epistemología que nos trajo este tiempo. La transición de un mundo analógico a uno digital… las comunicaciones, la educación, los medios de comunicación, la aparición de las industrias culturales y del entretenimiento, la homogenización de la estética, la diversidad tribal, la virtualidad en las relaciones, la aparición de nuevas formas de producción, distribución y consumo, la lenta transformación de la afectividad del ser humano, la irrupción del feminismo y las diversidades sexuales… y la manipulación de la opinión pública a través de los grandes medios de comunicación hegemónicos a nivel internacional…
LP - Y las relaciones personales y sociales te permitieron un crecimiento y realización personal seguramente.
A.P. - Siempre tuve la posibilidad de volcar estas meditaciones solitarias con algún grupo reducido pero rico de amigos… con quienes pude intercambiar, ampliar, compartir, debatir nuevas ideas y perspectivas… y enriquecernos mutuamente… El tiempo ha ido pasando… y los amigos fueron una gran riqueza, quizás la mayor, de mi vida… con cada uno de ellos compartí una faceta diferente… y con muchos descubrí mundos diversos… por ejemplo el amor y la pasión por la geografía y los lugares… Dediqué mucho tiempo a la lectura sobre una región apasionante: la Patagonia… con su historia, sus lugares y pueblos, su geografía y descubrimiento… y esto me llevó a la vida de viajeros y navegantes, de descubridores y pioneros…
LP - ¿Tuviste oportunidad de recorrer el país?
A.P. - Este amor por la Patagonia, y algunas circunstancias personales me permitieron a lo largo de varios años recorrerla por regiones, por provincias, por paisajes… desde la cordillera al océano, de este y del otro lado de la frontera con Chile… que visité muchas veces, que también recorrí con exhaustiva atención y admiración. Pude ver los lugares que había conocido a través de la lectura y la imaginación, y también toda la Patagonia, a los dos lados de la cordillera.
LP - ¿Y llegar a otros lugares del planeta?
A.P. - Pasó el tiempo, como pasa todo, y las condiciones económicas me permitieron encontrarme y caminar por muchas ciudades del mundo, que había recreado previamente en mi imaginación y mis lecturas: lugares remotos, exóticos, antiguos, bellos, silenciosos, populosos, increíbles… me unieron a los pasos de tantos seres humanos antes, pisando la tierra admirando costas y pueblos de olvidados esplendores… y su gente y sus sufrimientos, sus trabajos increíbles, sus luchas, y la su maravillosa creación artística del espíritu humano, pueblos milenarios, patria de los grandes pensadores y benefactores de la humanidad de todos los tiempos, reliquias de otras creencias, muestrario de la obra de las diversas culturas sobre la tierra… fueron años de largas e intensas travesías, de muchas horas de viajes por distintas vías, por todas las vías… que me acercaron a mi compartida condición humana con pueblos de distintas costumbres y tradiciones…
LP - Te interesó incursionar en el éter…
A.P. - Otras cosas vinieron y se presentaron, me reconectaron pero de una manera totalmente nueva, con mi incondicional pasión por la radio: la posibilidad de hacer un programa de radio… Antes ya me había preparado, un poco por gusto, un poco como fantasía, participando de varias capacitaciones en Argentores sobre la temática radial. Ingresé en esa “frecuencia”, un poco espontáneamente, tuve la posibilidad y la tomé de hacer un programa de radio. En fin, ¿cómo sería?, me preguntaba…
LP - Tenías en claro que la comunicación era tu intención.
A.P. - Y la respuesta ya la tenía desde antes de comenzar, quizás desde antes de tener esa posibilidad. Sabía que la característica del medio era la comunicación -idealmente- de persona a persona con la mediación de un micrófono y un transmisor. Algo que decir, algo que comunicar, y un oyente receptor. Hacía tiempo que reconocía en muchos de mis amigos a personas muy valiosas… que hacían cosas valiosas y vivían vidas valiosas… bueno, eso era: presentar, contactar, comunicar a seres y a haceres para nada ordinarios sino extraordinarios… Ese sería el eje de mi programa: un micrófono, un propalador de tantas ideas y obras de personas como todos, y como tantos, tan valiosas, que quizás pasaban desapercibidas en el trajinar diario que todo lo consume sin pensar, sin sentir, sin discernir…
por Raúl Vigini
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