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La Palabra Sábado 2 de Marzo de 2019

El estudio también me convocó esos años…*

por Rodolfo Richter - exmilitar y docente (Buenos Aires)

Por las dudas empecé la carrera de Ciencias Políticas cuando me reintegro al Ejército. Porque la veía venir. Y consideré que tenía que tener algún conocimiento para poder estar en el Ejército ya que no podía hacer nada con mi formación de paracaidista y comando. El estudio de las Ciencias Políticas me abrió la cabeza para hacer planes de trabajo. Y la carrera la pagué con mis recursos, aunque había becas. Aunque demoré más porque vivo solo, trabajaba, hacía gimnasia, por mi condición física, no me alcanzaba el tiempo. Y la Universidad Católica Argentina me abrió la cabeza. Estuve hasta el noventa y tres en el Ejército y en ese período era ayudante de cátedra. La materia me gustaba, que era Historia de las ideas políticas y tuve un profesor muy bueno, Francisco Bosch.

Por qué me decidí  por ese tema para la tesis

Tenía una cuenta pendiente, la del doctorado, tenía que haberla hecho mucho antes. Iba como ayudante de cátedra sin interés de ser adjunto ni nada porque me divertía mucho escuchando a este docente porque además de tener mucho conocimiento, era un tipo con mucha calle que explicaba las cosas con la teoría mostrando la realidad. Y un buen día dije lo voy a hacer. El tema que tenía no era viable, y solo, las circunstancias me fueron llevando a algo que yo conocía en algunos aspectos pero que eran motivo de investigación. Entonces terminé escribiendo sobre mis enemigos. Y tenía un amigo que conocía a Arnol Kremer, o sea Luis Mattini. Había leído un artículo de él en el diario La Nación, que me había interesado mucho. Nos encontramos y empezamos a charlar sin parar como tres horas, muy interesante para los dos. Y pensé después por qué fue tan fluido. La conclusión que saqué fue porque somos iguales nada más que de signo ideológico contrario: comprometidos con una idea, hombres de armas, la consigna -exagerando- a matar o morir la tenemos los dos, nos habíamos enfrentado los dos, todo ese compromiso con una idea, con un grupo de gente, el apasionamiento. Por eso resultaba la conversación tan ágil. Y con ganas de seguir hablando. Después tuvimos varias charlas, vino a casa a cenar, nos reunimos con varios de su grupo y otros del mío. Con Manuel Justo Gaggero que fue director del diario El Mundo no hablé personalmente. Si bien no entrevisté mucha gente de ellos, fueron tres de los importantes. Y la tesis se titula “El PRT-ERP en la guerra revolucionaria en la Argentina: condiciones para el inicio de la lucha armada”, presentada en la Universidad Católica Argentina.

Ese trabajo me dio la posibilidad de conocer al hoy periodista Carlos Gabetta, en ese entonces militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo

La famosa anécdota se da cuando Carlos Gabetta me pone la mano en el hombro y me dice: “Pensar que hace cuarenta años vos y yo nos hubiésemos cagado a tiros…”. Y yo le dije: “Ni vos ni yo éramos los malos…”.

Siempre tuve la intención de dar clases

Siempre me gustó dar clases, desde que era cadete del Liceo Militar, porque allí daba instrucción a los de primer año. Y tenía vocación para eso. Actualmente tengo la cátedra Historia de las ideas políticas.

Qué me interesa de esos contenidos y qué pretendo que aprendan los alumnos  

De la cátedra, de todas aquellas ideas políticas que se expusieron desde el Siglo XVII cuáles son las que están todavía vigentes, y cómo se manifiestan en la actualidad. Poder explicarle al alumno que  no es todo teoría de lo que escribió un tipo hace cuatrocientos años sobre el gobierno civil. Que lo que escribió Rousseau hoy está vigente acá, como lo que escribió Marx o Lenin. Conectarlo con la realidad. Que los alumnos sepan que hoy están muchas de esas teorías aunque parezcan absurdas. Y conmueve países eso.

Lo que me gustaría que suceda en nuestro país en el mediano plazo

Primero salir de la crisis, después que sea cierto lo que dice el gobierno en cuanto a la modernización del país, de mejorar las instituciones, de que no haya corrupción, de que los cargos públicos sean ocupados por gente idónea. Es decir que empecemos a dar los primeros sólidos pasos a la modernidad.

El lugar que le concedo al Ejército

La modernidad en el área militar, sin perder el espíritu nacional. Es decir que no sean Fuerzas Armadas donde el oficial diga que hace eso porque le ordenan. Porque eso es lo que Thomas Hobbes llama la máquina militar. Es eficiente y hace porque se cumplen las órdenes, no, porque eso no sirve. Para ir a la guerra y arriesgar la vida hay que tener otra motivación. Que puede ser ideológica, que puede ser sentimental, que puede ser religiosa, pero si no está eso, no sirve. Pretendo que toda la Argentina entre a la modernidad, que también lo hagan las Fuerzas Armadas, pero no con el concepto de que el oficial es un mero cumplidor de órdenes y nada más. No. Tiene que tener una motivación comprometida con la Nación.

Un par de anécdotas

Le rendí dos homenajes a Perón, uno estando vivo y otra vez estando muerto. Perón amaba el Ejército. El 29 de mayo de 1974 yo estaba destinado a la Escuela Lemos. Día del Ejército lógicamente la escuela va al desfile que se hace en el Colegio Militar. En ese momento no supe por qué no se hacía el desfile en las tribunas frente a la cancha de polo. Era porque Perón tenía que subir a esas escalinatas. Entonces el palco lo hicieron a la altura de los que desfilábamos. El estaba muy embromado porque le habían puesto un sillón detrás para que se sentara porque no iba a aguantar todo el acto. Ahí lo vi a tres metros, se bancó el desfile de pie. Murió al mes siguiente. Era un jefe que se permitía decirle a la propia tropa lo que estaba mal. Hoy los líderes ven cómo viene a ola y se suben. El profesor Bosch y yo admirábamos a Lenin desde el punto de vista de cómo conducía, y lo sigo siendo. Cuando murió Perón y el féretro salió del Congreso por Callao rumbo a Avenida del Libertador yo estaba por Callao y Juncal. En un momento dado la gente estaba detrás del cordón, pero venía una masa de tipos corriendo adentro por la calle que querían abalanzarse sobre el coche fúnebre. Me crucé con mi sección sin que nadie me diera orden, para evitar lo que se proponían, porque pertenecía a una generación donde tomábamos decisiones. No soy peronista, simplemente reconozco en Perón eso. Algunas cosas del peronismo las reconozco y otras no. Pero es un presidente.

*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Rodolfo Richter

 

Prólogo del libro “Enemigos”**

La realidad, para ser comprendida, debe ser vista desde distintos ángulos y aún así no basta, siendo necesario mirarla nuevamente y reflexionar con serenidad. Si algún valor tiene esta obra es que enfoca una realidad, la de la década del setenta, sus antecedentes y sus consecuencias, a través de dos miradas que en su momento fueron antagónicas y que hoy simplemente son distintas, tal vez con alguna coincidencia.

Los hombres creemos que el lugar desde el cual miramos la realidad es el correcto. Es lo que creemos. Y si así fuera nunca está de más reparar en el otro lugar, en el lugar del que piensa distinto, hasta podríamos descubrir algo que se nos pasó por alto.

Hace años, mientras trabajaba en mi tesis doctoral sobre el PRT-ERP conocí a Carlos Gabetta que fue miembro del área de inteligencia de esa organización y con el cual tengo una buena relación.

Ambos fuimos protagonistas comprometidos de aquella época al punto de que la muerte casi nos lleva. Sobrevivimos y aquí estamos para contar lo que vimos y vivimos.

En mi caso particular no he podido despojarme de todas las pasiones que acompañan la lucha armada, pero creo haber demostrado que puedo ser objetivo.

Ese gran pensador político que fue Jean-Jacques Chevallier creía que todos los hombres que escribían sobre una cuestión política, y la guerra lo es, tenían una sed. Mi sed es la defensa del Ejército Argentino, pero no voy a defender nada de él que sea indefendible. No, hasta puedo ser un duro crítico de sus errores.

A pesar de ser un hombre de armas, que cree que la vida es esencialmente lucha, deseo la de paz. Paz que puede ser alcanzada a través de la verdad y la justicia. La tarea no es fácil porque, desgraciadamente, el oportunismo político y los fines puramente electoralistas o personales han conspirado contra esos dos valores. La paz real, que nunca es perfecta, es posible en la Argentina si actuamos con honestidad y logramos limitar nuestras pasiones. Este libro puede ser un pequeño aporte a ese propósito. 

Rodolfo Richter

* *Enemigos, Editorial Eudeba, 2018, autores Carlos Gabetta y Rodolfo Richter

                   

 

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