Por Raúl Vigini
Podemos decir que la Fundación “Milenio sin pobreza” se presenta en sociedad través de un libro
Este es un libro editado en 2010 y que llevó casi diez años en total desde que se empezó a juntar las cosas y elementos. Se llama “Distribución de las rentas estatales directa a las personas”. Es muy complejo, en realidad es una investigación, por lo tanto no ha tenido un éxito de lectura porque es técnico. Realmente tiene que tener un ánimo muy especial para seguir los números. Pero las conclusiones de acuerdo a lo que reza el título es que el enfoque del estado que cobra una tributación alta que no es significativa debería destinarla directamente a las personas sin intermediarios debido a la tecnología que lo permite. Te aclaro, no es alta la tributación porque existen países con tributaciones similares o mayores. El problema está en que la distribución que perciben las personas a través de ella es muy pobre. Entonces ése es el problema. No es que el número de tributación es alto sino que la diferencia que hay entre lo que se cobra y lo que se recibe por individuo lo hace insoportable, más que nada sigue habiendo personas en situación de pobreza, hay una pérdida muy significativa. Eso hizo que se creara la fundación en función de este primer libro, que no tenía sentido un estado de personas en situación de pobreza. La gente habla de pobreza, pobreza no me dice nada, el problema es que hay personas en situación de pobreza, en función de carencia de los ingresos necesarios para los consumos básicos. Pero el dinero no llega a la alimentación, entonces tenemos los recién nacidos hasta los tres años sin la alimentación adecuada, y ahí tenemos personas con capacidades reducidas por un problema de la alimentación. Lo mismo surge con el problema de salud, vivienda, cosa que hoy con la tecnología se puede superar. Ahora, en este primer libro se hablaba de la propuesta del milenio que es cuando las Naciones Unidas en los noventa decía que había que solucionar la pobreza en el mundo donde por lo menos cubrir en esa época por lo menos un dólar por día por persona. Ese fue el esquema. Eso me pareció tan razonable que en ese momento la Argentina necesitaba tres dólares por persona por día por cada persona que habitaba en el país. O sea que el genérico de un dólar para todos, si lo transformás en las necesidades locales, por los consumos locales, por la canasta básica que hace el estado nos daba que un dólar por día no alcanzaba. Pero es original el planteo. Coincide con el estudio que yo había hecho, que es por persona. Acá la dificultad es que lo hacen global: la familia, el barrio, la provincia. El problema está en la persona, hablamos de bienestar social cuando tenemos que hablar de bienestar personal. En función de eso se edita el segundo libro -“¡Basta de pobreza! Una propuesta superadora para un Estado sin corrupción”- que en realidad no cambia mucho el primero, pero lo hace sin números, lo cual lo hace ameno. Está dirigido a que las personas deban recibir el dinero directamente del Estado por la aplicación bancaria porque son capaces. Hay capacidad suficiente para que la persona sepa que tiene que comer, tanto en la que está en la ciudad, en las provincias, en los pueblos originarios. Todo el mundo sabe lo que tiene que comprar, todo el mundo sabe que tiene que leer y estudiar, que tiene que cuidarse su salud o cómo vestirse. Necesita un recurso. Para ese nivel la persona tiene la capacidad. Me molesta mucho cuando se dice “hay que educar a la gente”. Maravilloso, tenemos que educar, empezamos ahora, en veinte años primario, secundario. Dentro de veinte años el hombre ya está educado. Perdimos veinte años. Y después de veinte años con los que ni estudian ni trabajan. Normalmente te dicen que lo esencial es el trabajo. No hay trabajo para todos, la tecnología ha hecho que se supriman puestos de trabajo por las máquinas. Entonces está la dignidad de la persona, si trabaja y eso le genera ingreso, maravilloso. Pero no puede generar ingresos porque no tiene el básico, a lo mejor, para buscar trabajo. Esto es para los hombres que salen a buscar trabajo. ¿Qué pasa con las mujeres con sus hijos que no pueden? Y ellas no pueden hablar de la dignidad del trabajo o que el trabajo es superador. Hay que darles un básico, y que necesariamente tiene que ser para consumo. Un crédito a la persona. Y que lo reciban todos. Pero no lo recibe en efectivo, sino con una tarjeta, para que no pueda ir a droga, juego, sino a lo que es Estado necesita. ¿Y por qué la importancia en lo que el Estado necesita? El Estado cobra impuestos en función de necesidades previstas, entonces en vez de que el Estado lo haga, le da a cada persona para que lo administre para sí mismo pero para ese concreto destino. Y esa tarjeta de débito tendrá un monto asignado a alimentos, salud, educación, servicios públicos. Lo que hace a una canasta básica y total. De esa manera no necesitamos un censo para saber quién es pobre. Esta es la forma que venimos utilizando en el país y no sirve porque surgen irregularidades: declaraciones falsas, clientelismo. Es sencillo, se la identifica con el documento de identidad. La entidad recaudadora percibe tanto dinero y asigna el monto a cada persona, fraccionado para cada rubro. Nadie tiene que investigar nada, nadie tiene que declarar nada, nadie tiene que estudiar nada. De esta manera hay un ahorro muy significativo. El beneficio es que la persona en situación de pobreza, normalmente son más de cuatro personas en el grupo familiar. Las necesidades agrupan, y en estado de menos ingresos las familias son más numerosas. Una familia tipo sin recursos recibiría ese ingreso personal para todos los integrantes. Hay que evitar el tema de determinar si una persona está falta de recursos. Es una devolución de impuestos, no es una asignación determinada a algunos. No lo percibirían los indocumentados porque no se los puede encontrar. Pero desde el bebé cada persona con documento lo recibiría.
Qué nos permite lograr aplicando ese concepto de distribución
Eso hace que se pueda reducir a la mitad la presión impositiva porque se pierde más del cincuenta por ciento en la intermediación destinada a la característica social. Y sobra tanto dinero para pagar igualmente la seguridad, la justicia, la administración, las deudas del Estado.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Hugo de Hoffmann
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