Empecé a escribir a raíz de este concurso donde surgió este libro La hermana menor. Pedían un relato. Pero hasta ahí a lo sumo escribía para los amigos, pero de una manera interna nomás. Eso de escribir me pareció una tarea de duendes, de seres sobrenaturales, extraordinarios. Nunca me pareció que era para mí, hasta ese concurso que cometí esa indiscreción de contar un cuento, gané el concurso, el premio era muy tentador, un libro de Mario Méndez. Así que conté esa historia, gané el libro y ahí me pareció que estaba hecha. Tiempo después me llama la editora Ruth Kaufman y me pregunta si no quiero contarlo en forma de cuento para chicos. Y empezó todo, formamos un grupo de trabajo, ganamos una beca del Fondo Nacional de las Artes, y una de esas historias es la que se cuenta.
Formarse como escritora
Mi primer taller fue con Eduardo Abel Giménez, sumamente generoso, gran maestro. En la primera clase le dije búsqueme una consigna y él me dice “bueno, vamos a visitar la niñez”. Y le dije mi castellano es muy pobre, no sabía cómo contarlo. Y me dijo: “bueno probemos”. Después me di el lujo de hacer talleres con Liliana Bodoc y allí fue el summun porque había escuchado muy poco de ella pero tenerla así cerca y ver que era una persona realmente grandiosa, no era ninguna postura artificial. Estoy comprometida con la escritura.
Mi propósito de ahora en más
El futuro más inmediato es cumplir el sueño de ir a la universidad. Ha sido siempre un deseo muy grande, y poder concretarlo es precioso. Y seguir con este compromiso de escribir las historias que están ahí escondidas o que uno mismo las pone en el olvido y que en ocasión hasta pasa vergüenza. Me ha sucedido que contando estas cosas mi mamá me reta mucho y me dice: “¿cómo anda contando esas cosas que nos avergüenza a todos?”. A mi familia también le da mucho dolor contar esta vida en el monte y también vergüenza. Muy de vez en cuando en reuniones mis tíos cuentan alguna cosa y yo ando con un cuaderno a mano y escribo cómo lo cuentan ellos.
El quichua como un referente importante
Cuando empecé a contactarme con libros una de las primeras cosas que compré cuando tuve dinero, que a mí me parecía un lujo, fue una Gramática quichua muy particular.
Escribir en quichua
El libro La hermana menor arranca con una frase en quichua que recuerdo que cantaba mi abuela del monte, era una nana que intuyo la inventaba en el momento. Y como buena historia de santiagueños arranca durmiendo. Es una escena de chicos durmiendo y después todo lo que viene. Es un día en la vida cotidiana de un chico que vive en el monte, que como todo chico quiere jugar. La historia de un juego, y además con ese juego se cuentan muchas cosas que tal vez son incómodas en la literatura para chicos. Hablar del hambre, hablar de abandono, pero también hay una enorme, enorme solidaridad de prestarse ese huesito para hacer la sopa. Está eso pero también lo otro, la solidaridad de un pueblo que se maneja de esa manera. Contarles a los chicos que hay otra infancia, que hay que revisitar siempre también.
Apostar a eso para la nueva educación, para la nueva escuela
Sí, totalmente. Estamos hablando mucho también de las migraciones externas y las nuestras, las internas. Porque también hay desgarro en los migrantes internos cuando tenemos que dejar nuestra cultura, nuestras costumbres. Estamos en el mismo país, pero el desarraigo es muy similar al del que viene de Europa.
De qué se trata el Filbita
Participé por primera vez. En la última edición el gran tema es la identidad. Supongo que fui invitada por eso. La identidad de las culturas que están ahí como olvidadas. No tienen una gran difusión masiva. Y el Filbita es un excelente festival para mostrar mi libro La hermana menor y hablar de otras infancias posibles.
El recorrido que hizo el libro hasta ahora
En su primer año de vida ha hecho un increíble recorrido. Porque Mariana Chiesa es una excelente ilustradora argentina que vive en Bolonia e hizo un trabajo minucioso. Trabajó con mucha precisión y con un amor inmenso, porque decía que el libro Shunko del maestro Jorge Abalos la había marcado mucho y quería homenajearlo. Mariana lo presentó en la Feria del Libro de Bolonia en Italia. En abril lo presentamos en la feria del Libro en Buenos Aires y en tantos lugares más como en la provincia de Buenos Aires con la gente del taller de quichua en Moreno que me han abierto sus puertas. Para ser el primer año de vida está más que bien.
Suniyay Moreno textual
Un nombre propio
SUNIYAY, es el nombre que me susurraba la abuela. Significa alargarse para adentro, en el sentido de crecer. MORENO es el apellido español de mi abuela materna. Yo no quería ponerme apellido, pero la editorial lo estimó necesario.
El nombre español de mi abuela es VIVIANA MORENO. Le decíamos: YIYILA (Significa rubiona). Era de las pocas mujeres que tenía el cabello claro en ese poblado.
La abuela, como muchos, trabajaba en el campo en la cosecha de algodón, sobre todo. También fue obrera golondrina, trabajó en la zafra, fue cocinera, labradora y sobre todo hilandera. Tenía prestigio y fama de “curar de palabra”. No le diría ni bruja, ni hechicera. “Curandera” sería el término más cercano. Sabía calmar los dolores con yuyos que extraía del monte. Pero, sobre todo, sus afirmaciones en quichua producían en efecto reparador inmediato.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Suniyay Moreno
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