Hablemos de Harina… y otros proyectos propios
Si bien no fue la primera cosa que hago como necesidad, sí fue un antes y un después. Un proceso que fue como una necesidad de contar lo que tampoco sabía muy bien qué y encontrarme de repente investigando sobre cierres ferroviarios, sabiendo que quería que me pueda dirigir un director que yo conocía, y que fue Román Podolsky. Y que con esos primeros encuentros él aceptó y me invitó a trabajar en dupla. Fue un camino con mucha intensidad y de atravesar el dolor de todo eso, de charlas con mi viejo porque el abuelo fue ferroviario y él también. Entablar y conocer un montón de personas a partir de lecturas, juntarme con testimonios valiosos. De todo fue leudando, fue saliendo, en un proceso creativo y de búsqueda que hicimos. Así como ése, fue Lakuma espíritu del agua, que fue a partir de ver a una nadadora argentina de aguas abiertas María Inés Mato en una entrevista que le hicieron y ahí me volví loca. Ella es una maravilla, realmente. Recupero ese archivo y lo guardé. Años después digo ahora es el momento, me contacto con María Inés, y ella ya había cruzado Malvinas, así que mi proyecto original se modificó. Y a partir de eso, después de muchos procesos largos, porque se trata de algo que te conmueve, pero todavía no sabés cómo abordarlo. Y hace unos años que estamos con un material con una amiga, Natalia Segre, que también viene siendo un leudado muy lento, cuyo título tentativo es Malezas, con dos mujeres y son cosas que están en el cuerpo. Y de repente hay algo que aparece que me lleva a este texto, a esta imagen. Después las formas van apareciendo con el otro, son procesos largos de ensayo, de ver, de escuchar, de redescubrir.
Cómo fueron los resultados de esas obras
Lo que espero es poder hacerlas y que lo pueda ver alguien. Pero creo que Harina fue algo que generó mucha empatía en el material y ahí se abrió un espacio de reconocimiento, en el sentido de poder hacerlo en tantos lugares diferentes. Fue poder recorrer el país, con esa herida ferroviaria y poder ir a estaciones a hacerlo, ir a pueblos donde no pasa más el tren, era una cosa muy conmovedora. Creo que en ese sentido fue muy importante todo ese tránsito, ese movimiento que tuvo la obra de recorrer esos lugares. Me parece que con esas obras viajamos mucho y eso es muy hermoso porque salirse de la burbuja porteña es maravilloso, encontrarse con otros públicos, qué pasa con otras miradas. Y con Lakuma, tuvimos un proceso con un recorrido que se fue delineando con la memoria, con las islas, que también fue muy interesante. Conocer personas, excombatientes, en el sentido de compartir como espacio, donde uno lleva algo sensible con una mirada muy de afuera. Y algo de eso como político poético. A raíz de eso hay una editorial independiente que se llama Caterva desde donde me llamaron hace unos años y editaron estas dos obras. Para mí es como un amor del corazón que fue muy fuerte. Fue rarísimo que quede ahí plasmado con las palabras.
Qué es Boca de gallo
Es un grupo con el que trabajamos con el cruce de lenguaje básicamente. Es un proceso que venimos haciendo con Ignacio Rodríguez de Anca en la búsqueda desde lo analógico en cuanto a las imágenes, donde está la actuación, pero también los objetos, la música y que tiene varias instancias, varios espacios creativos: un espectáculo que es muy escénico, una caja itinerante que es un espectáculo de tres minutos y medio para dos espectadores, hay minilibros fotográficos y una muestra de foto objeto. Tenemos una concepción escénica en general, y expresiva en eso, y es lo nodal del trabajo, pero que empezamos a borrar esas fronteras, como algo de estos lugares que estaban escindidos, empiezan a formar algo. Una manera donde todo puede estar, donde puede convivir, donde no importa tampoco.
Y Evitácora ¿qué es?
Es un espectáculo de Ana Alvarado para niñas y niños sobre la vida de Evita. Hay títeres y actuación. Una postura muy amorosa de Eva como muy puesto en la mirada de esa mujer política. Me emociona decirlo porque el proceso fue muy hermoso de redescubrir esa figura. También hoy donde el feminismo tiene una dimensión muy presente en el día a día. Entonces poder mirarla y poder hacer un espectáculo con esa figura y con esta perspectiva fue muy poderoso. Hace mucho que hago algo para chicos, entonces estábamos muy focalizados a esa energía. Lo que pasó fue encontrarse con la mirada del adulto que lo llevaba y fue una emoción tan grande y conmovedora. Fuimos graduando esa emoción porque era muy intenso lo que pasaba, muy hermoso.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Carolina Tejeda
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