Fue más que nada de boca en boca. Porque en esos momentos Canal Once -hoy Telefé- tenía un espacio previsional, también lo tenía Canal Trece en aquellos años, yo estaba recién recibida de las carreras terciarias, y la conozco a Mirta Tundis que era periodista previsional en Canal Trece, le comenta a mi marido que América Dos estaba buscando una periodista especializa en temas previsionales, me da el dato, me presento en el canal, solicito una entrevista. Y esas cuestiones que ocurren en la vida cuando llegás al lugar indicado, en el momento justo, cambia tu destino o cumplís un sueño. Pido por el gerente de noticias, me dicen que ya sale el secretario a recibirme la documentación. Y cuando sale el secretario era un muchacho que había egresado conmigo en el ISER. El no sabía que yo estaba buscando trabajo y yo no sabía que él trabajaba ahí. Y Alberto fue muy importante en ese momento. Un día después me llamaron, me entrevistaron varias veces, y finalmente comencé lo que era el Noticiero de Primera Edición al mediodía. La primera gran persona con la que trabajé en el canal fue con el señor Juan Carlos Pérez Loizeau, que me enseñó de esta profesión, el que tuvo que sortear toda mi inseguridad e inexperiencia de Clara Salguero joven. Fue muy generoso, fue muy solidario, era un maestro. Puedo nombrar a muchos profesionales que me han ayudado en mi carrera. Trabajaba dos veces por semana con él, en un momento donde empezaba a gestarse la reforma previsional, profunda, de mil novecientos noventa y cuatro. Había mucho movimiento y el espacio comienza a tener mucho acompañamiento por parte del público y me incorporan al noticiero los cinco días de la semana. Cuando me llamaron tuve que salir en vivo el primer día, y una de las primeras personas que veo es a Juan Carlos Pérez Loizeau que era el conductor del noticiero. Me lo presentan, lo vi tan cálido, tan cercano, que le digo: tengo miedo porque nunca hice vivo. Esto es algo que siempre recordé, el me miró y me dijo: “Mire señora, este trabajo lo da el entrenamiento, la experiencia la da el entrenamiento, es como todo, cuando se enciende, ¿sabe lo que tiene que ser la cámara para usted? un rostro amigo, un rostro querido, y desde ahí se para y transmite. Ahora, eso sí, está bien que tenga miedo, está bien que tenga inquietud, porque el día que pierda esa inquietud, pierde la adrenalina, entonces este trabajo no lo puede hacer más”. Y fue así. Y lo tomé. Con cada persona que me crucé en estos veintiséis años de trabajo y pudo colaborar y ayudarme con un consejo, lo tomé, lo analicé y me sirvió. Uno no llega a cumplir su sueño, o a determinado lugar solo. Es la vida, el acompañamiento, mucha gente en el camino va creyendo en vos, confía. Y funcionó. Cada cuestión que emprendí, o cada grupo con los que trabajé, o el proceso de evolución del programa “Lo justo y necesario” fue adrenalina pura. En cada lugar que ocupo pongo el alma. El tema de ese día que preparo con el comentario porque es noticia, lo elaboro, lo leo, lo reescribo, porque siempre tengo un objetivo: a la gente hay que explicarle de la manera más clara. Traté de tomármelo con mucha responsabilidad.
Cuándo surgió la intención de hacer el programa “Lo justo y necesario”
Surge muy rápido cuando empiezo a trabajar en el noticiero con Pérez Loizeau en julio del noventa y tres. Comienza el proceso del tratamiento de reforma previsional en el Congreso que se sanciona al año siguiente. Y había tanto que entender en materia de seguridad social a partir de esa reforma, que no alcanzaban las columnas de información diarias, porque recibíamos correspondencia, teníamos gente esperándonos en la puerta del canal porque los convocábamos y los atendíamos. En el noventa y seis, la productora Liliana Parodi me propone realizar un programa de media hora sobre el tema. Comienzo a armar el proyecto, el día anterior no tenía el título. Mi marido estaba cocinando porque era un excelente cocinero, yo andaba en quinta velocidad en mi casa porque siempre fui bastante ansiosa y acelerada, y me preocupaba esa situación del título. Daniel que era mucho más tranquilo que yo me dice: “Esto es lo que vos querés hacer, y lo vas a hacer bien, vas a poner toda tu impronta, tu predisposición, te sentás frente a la cámara y tenés que tener en claro esto: la gente no entiende nada de seguridad social, entonces vos le explicás el tema con lo justo y necesario”. Le dije: éste va a ser el título del programa. Y se estrenó el último día de julio de mil novecientos noventa y cinco. Daniel estuvo en la producción periodística del programa y me acompañó hasta dos mil siete que fallece. Estábamos esperando nuestro segundo hijo, muy ansiado que tardó en llegar, ese año se enferma y fallece. Pero llegó a verlo. Y ése fue el primer quiebre de mi vida adulta, porque es una pérdida que uno no tiene naturalizada. Se alteró todo y a cualquiera que le toque empieza a ver la vida desde otros parámetros, con otras prioridades. Hay sueños truncos porque el que se va se lleva parte de los sueños comunes. Hubo que empezar de nuevo. Eugenio Semino me reemplazó dos meses en el programa hasta que yo pude acomodar mi cabeza y reorganizarme. Y fueron muy importantes mis hijos: uno de ocho años y un bebé de uno. Fue un momento muy difícil, pero seguimos. “Lo justo y necesario” fue creciendo y fue convirtiéndose -y fue lo más reconfortante del programa- en un programa de seguridad social para todas las generaciones. Me hace bien decírtelo. La misma gente abrió el abanico, porque el objetivo inicial del programa era llevar toda la información actualizada, analizarla, para que las personas mayores estuvieran informadas de todos los temas previsionales, pero empezamos a plantear esos temas y un día nos dimos cuenta que nos empezaban a escribir los hijos, y los nietos. Preocupados primero por sus abuelos, después por sus padres y después por ellos mismos. A los diez años del programa me di cuenta que se había convertido en un programa social de la familia. Empezamos a seleccionar los temas que fueran inquietud de todos, y hoy les hablamos no solo a jubilados, también a trabajadores, a personas con capacidades diferentes, amas de casa, beneficiarios de los planes, desocupados, monotributistas. La seguridad social es la vida misma. Me costó mucho instalar esa idea porque cuando empecé a trabajar en los medios se entendía como seguridad social hablar de jubilados, o del cronograma de pagos. Pero es una obligación de un Estado, un derecho de los ciudadanos desde que nacemos. Hoy un niño nace y su padre debe tramitar el número de cuil. En eso fuimos visionarios, lo vimos antes, pero no por iluminados, por la misma gente que lo demandó, pero tenemos que estar atentos. Los comunicadores sociales en materia previsional vinimos para quedarnos. El programa tuvo varios reconocimientos, estuvo varias veces nominado al Martín Fierro, ganó dos; un premio muy importante de la Fundación I-salud, y en cuatro oportunidades por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El reciente de la Legislatura porteña fue el broche de oro porque reconoció a “Lo justo y necesario” como programa de Interés para la comunicación social.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Clara Salguero
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