Por Raúl Vigini
Con qué resultados
En 1998, me llama Walter Goobar a quien conocía del exilio, y me propone hacer un documental sobre la ESMA junto a Magdalena Ruiz Guiñazú. La propuesta era buscar algunos casos de gente que había estado secuestrada y que había declarado en el juicio a las juntas más el caso de un niño que hubiera nacido allí en ese centro clandestino de detención. Yo no lo dudé y dije que sí, ya que era un tema que me movilizaba particularmente por mi propia historia, claro. Y fuimos armando el documental con entrevistas a los exdetenidos, intercalando sus testimonios con sus declaraciones en el juicio a las juntas, e imágenes de los excomandantes de las juntas militares. Era muy impresionante ver aquellas imágenes y escuchar los testimonios de los exdetenidos en el juicio que nunca se habían oído, ya que en el momento que se hizo, 1985, solo se vieron algunas imágenes pero sin sonido. El documental salió al aire por canal 13 y tuvo un rating totalmente inesperado, hizo 23,8 superando el rating del programa más visto en ese momento en ese horario que era Videomatch, de Marcelo Tinelli.
Acompañé a Raúl Barboza para dejar plasmada su vida en una película. Por qué él y con qué intenciones la hice
En casa, desde que yo era chica, siempre se escuchó chamamé y hasta mi abuelita ya hablaba de Raulito Barboza. Así que su música me acompañó siempre, también en el exilio. Cuando él vuelve a tocar en la Argentina en 1999 después de varios años de ausencia, no lo pude ir a escuchar porque justo nacía mi nieta Agustina, a quien acuné durante su primer año con el tema Pindovy del disco La tierra sin mal. Cuando vuelve Barboza, en el año 2000, lo voy a escuchar todas las noches que tocó en Buenos Aires y la última noche sentí muy claro el impulso de hacer una película con él y con su música. Así que ahí nomás me acerqué y se lo planteé. El se iba a los pocos días, pero ya quedamos conectados como para empezar a trabajar. Y a partir de allí, cada vez que venía a la Argentina, me las arreglaba para conseguir equipo y gente, colegas, amigos, que se sumaran al proyecto. Fui registrando actuaciones en varios lugares del país, Resistencia, Paraná, Federal, Rafaela, Rosario, Posadas, Mar del Plata, y me fui dando cuenta que él hablaba bastante durante los conciertos y daba allí su parecer sobre la música, la vida, la naturaleza. Fui sintiendo que la película entonces tendría centralmente su voz, además de su música y algo de su biografía, contada por él en las entrevistas que le hice. Hice esta película con el corazón, y hacer una película de chamamé con este enorme músico que es Raúl Barboza fue para mí dejar registro y testimonio del arte y el sentir de una región que llevo en mi ser profundo, que es el litoral.
“Estela” es otro de mis trabajos realizados. Qué me interesó mostrar de ella y de qué forma fui obteniendo el material capturado
Estela es una persona que siempre admiré y admiro muchísimo. Su lucha, su temple, su tenacidad, su amor, su integridad. Así que siempre tuve ganas de hacer un documental con ella. No era fácil encontrar los tiempos para grabar, tenía una agenda complicada, así que nos fuimos acomodando para obtener de a poco el material necesario. El desafío era intentar correrla del lugar institucional para poder mostrarla desde un lugar diferente, más personal, más íntimo. No fue una tarea fácil, pero creo que hay algunos momentos en el documental donde está logrado, cuando le habla a Guido, mirando y mostrándole las fotos familiares, y luego hacia el final, en su casa, mientras toma un mate y le promete a Laura, su hija desaparecida y luego asesinada, seguir buscando a su hijo.
Cuándo supe de la familia Anconetani y su historia. Qué me propuse con esa película
Conocí el negocio y el taller de los Anconetani cuando, al terminar el documental de Raúl Barboza, fui a llevarles un DVD y unos afiches de la película y salió a recibirme Nazareno. Volví al tiempo y comencé a sentir que allí había algo para registrar, para mostrar y contar. Me fui empapando de la historia de la familia y de la fábrica, y sin darme cuenta, Nazareno se fue transformando en el protagonista central del documental. Un ser único, adorable, de una alegría contagiosa, necesaria, y de un enorme amor por su trabajo. Convoqué a quien siempre me acompaña en mis proyectos, Gustavo Cataldi, y con él fuimos registrando muchos y diferentes momentos en la cotidianeidad de Nazareno. Su trabajo, sus almuerzos, las cenas de los miércoles con amigos y familia. Lo que me propongo con Anconetani y en general con los documentales es intentar transmitir la esencia de esa realidad que registro, algo de lo que yo siento o de lo que a mí me pasa al acercarme a los personajes como Nazareno. Y estamos más que contentos, ya que la devolución que recibimos tanto de la crítica como del público que vio el documental nos confirma que es un disparador de vivencias e historias comunes a la inmigración y a las familias.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Silvia Di Florio
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