Por Raúl Vigini
Nació en Madrid, su infancia transcurrió en Venezuela, la Argentina la recibió en la adolescencia y aquí afirmó su condición de cantante y profesional en el estudio de la voz. Es un referente desde su participación en el grupo vocal Buenos Aires 8, dedica sus horas a su trabajo como fonoaudióloga y sigue su camino con el canto como solista. Asumió con responsabilidad cada etapa y cada actividad de su vida, y el presente la encuentra plena de proyectos artísticos.
LP - ¿Cuándo empezaste a ocuparte de la voz?
M.L. - Cantar para mí fue una cosa absolutamente normal, porque en mi casa se cantaba. Fui cantada toda la vida y mi madre cantaba realmente bien y mi padre no tan bien pero cantaba siempre, sobre todo los fines de semana. Recordar que soy española y hay españoles que se fueron de España con todo ese dolor de tenerse que ir por el general Franco, y con ellos llevaron todas las costumbres, y una manera de mantenerlas era cantar, cantar. Cantarle a la Virgen, cantarle al Niño Jesús, cantarle a los pastores, y cantarle a lo que fuera, así que la voz fue siempre una manera de expresión muy común para mí. Sí me pongo a pensar en ocuparme de mi voz a los diecinueve años, de esto ya hace mucho, y es porque la estropeo sin darme cuenta. Yo no tenía ninguna técnica, tenía muy buena voz y un muy buen oído, pero natural. No tenía la menor idea. Fue cuando entré en Buenos Aires 8, y por ensayar tanto, en el afán de hacerlo tan bien, no leía una nota, simplemente tenía un oído que me permitía reproducir lo que me ponían delante, pero lo quería hacer muy bien, tanto que me arruiné la voz. Me produje un esbozo nodular en ambas cuerdas y eso me llevó a buscar un profesor porque estuve casi un año sin poder cantar realmente, apenas haciendo lo que podía, y acompañada por un grupo que me apoyó siempre y me permitía hacer rehabilitación en vuelo. No estaba ni preparada ni físicamente y tampoco mi mente. Pasar a ser profesional de un día para otro en un grupo como Buenos Aires 8 fue un quiebre interior porque era una responsabilidad para la que no estaba preparada, y quiebre físico a nivel vocal porque tampoco estaba preparada para hacer dos funciones por noche en El Viejo Almacén.
LP - ¿Cantabas como solista antes del grupo?
M.L. - Llegué a Argentina a los trece años desde Venezuela. Cantaba en un coro local, yo vivía en Ituzaingó, en un gran coro que quise muchísimo y que quiero que se llama “Lorenzo Perosi”, un coro muy reconocido que ha ganado muchos premios con sus directores y ahí me desarrollé desde los quince años, pero Buenos Aires 8 se formó dentro de ese coro. En un momento dado necesitan una soprano, le van a preguntar al director quien podía ser y yo que era un enano de jardín porque además era muy vergonzosa, el director le dice que me prueben a mí, y así fue entré al grupo.
LP - En algún momento ese tema tan importante se va definiendo como una cuestión universitaria…
M.L. - En principio no, simplemente lo que quería era desarrollar mi voz, para lo cual me puse a estudiar y después de buscar varios profesores encontré lo mejor, que sigue siendo la licenciada Susana Naidich. Y que cuando uno sale fuera del país y se habla de niveles médicos o fonoaudiológicos todo el mundo la recuerda como la persona que involucró lo que es la técnica vocal para el canto junto con lo que es la fonoaudiología. Ella es un referente internacional muy importante. Con ella estudié sin parar trece años seguidos muchas veces por semana. Es un montón, me vio crecer, me vio evolucionar, y después de eso me empezó a decir “vos tenés que dar clase”. Con el susto que yo tenía porque para mí había sido todo un tema el aprendizaje, le decía que no, hasta que ella me pone a trabajar al lado de ella y a derivarme alumnos. Ahí empiezo a trabajar muy lentamente porque tenía mucho respeto y le sigo teniendo mucho respeto cosa que no sucede hoy en día porque cualquiera da clase de canto. Y no habiendo hecho la carrera de fonoaudiología iba a todos los congresos con ella, asistí a cosas que no correspondían a un profesor de canto, porque me interesaba la parte médica. En un momento dado dejo de cantar, por razones personales, estaba en la Warner Music con el tercer disco y decido hacer la carrera, perdí nueve años y me dediqué ese tiempo a estudiar a fondo esto. Y me especialicé en lo que significa la rehabilitación vocal de un profesional: cantantes, locutores, actores, políticos, lo que quieras.
LP - ¿Dejar de cantar tuvo que ver con el fin del ciclo del grupo?
M.L. - No, fue posterior. Realmente quería quedar embarazada y no podía, y decidí dejar de cantar durante un tiempo cuando empecé a perder embarazos. Creo que la cabeza necesitaba un descanso. Viajaba mucho, me estaba yendo muy bien con la Warner, muy bien con el segundo disco, estaba por grabar el tercero, viajaba por el exterior, tenía todo el apoyo de la compañía, fue una etapa importante para mí en lo que significa estar en este medio, y tenía por delante dos contratos, pero decidí eso, lo necesité física y psíquicamente, lo aproveché en ese sentido, me dediqué a estudiar y sigo estudiando al día de hoy.
LP - El hecho de haber egresado como fonoaudióloga te permitió abordar esa profesión junto con la música que venías trayendo desde siempre.
M.L. - Trabajo desde el piano, sea locutor, ama de casa o cantante lírico, no me importa. Somos personas que cantan hablando, igualmente, y resulta muy agradable además, humildemente creo que una de las cosas que en muchos casos uno recibe gente que dice que se aburre yendo a la fonoaudióloga, cuando es tan necesario y tan importante porque hay como fórmulas que se repiten permanentemente con las personas que entran. Hay partes que van a ser inevitables, pero que cada persona es un mundo, y frente a cada persona hay que proponerle cosas. Propongo juegos también y propongo mucho trabajo corporal como parte del entrenamiento. Tengo como cosas básicas de las cuales no me muevo, y no me muevo de que “si no aprendés a respirar con esto no llegamos a ningún lugar”. Y a hacer consciente tu trabajo y a mirarse en un espejo que es todo un tema. No es tan fácil, hay gente que se queda una clase y hay quien se queda toda la vida.
LP - Otro pilar de tu historia es el canto. ¿Cómo es tu presente en ese tema?
M.L. - Empecé a hacer cosas que siempre añoré y no había hecho como es cantar con sinfónica con arreglos de Roberto López y del maestro José Carli. Un momento tan distinto es el de cantar con orquestas grandes así como me gusta cantar a capela. Viajé a la Toscana haciendo tango -a mi manera- con un grupo que aparentemente ha gustado mucho, soy una persona dúctil, tengo un registro amplio que me permite bastantes cosas, y por París, con Cristian Zárate en piano, Leonardo Sánchez en guitarra que vive en Francia, el parisino Olivier Manoury en bandoneón y Roberto López en guitarra y arreglos. En la tercera gira nos vio el maestro Miguel Angel Estrella y desde entonces nos empezó a contactar con orquestas, y así fue. Hice dos conciertos con la orquesta Juan de Dios Filiberto con arreglos del maestro Carli que no te puedo decir lo que sonó, porque era un lujo. Me sentí feliz de haberlo hecho y me dio el impulso para hacer cosas.
LP - Una reflexión acerca de tu vida.
M.L. - No me arrepiento de nada de lo que hice, sé que soy una persona ecléctica en cuanto a la música que hago. He cantado “El Mesías” de Haendel como soprano con Néstor Andrenacci dirigiendo y si me ofrecen cantar en chino lo hago. He cantado en idish, mientras la música sea buena me siento un vehículo, y además disfruto plenamente de conocer música porque me interesa toda. Así como me interesa probar todas las comidas de los países donde voy, así me gusta conocer también y tratar de cantar esa música porque a través de eso me enriquezco. Hay cosas que nunca podré cantar bien y me siento limitada, por decirte un ejemplo, cantar música venezolana hay muchos que la cantan pero tengo una maestra y música venezolana dentro de mi cabeza hace muchos años, y para poderla cantar me puse a bailar, y sé bailar cosas venezolanas a propósito porque hay que moverse de una manera diferente. Eso me ha permitido abordar ciertos temas con una elegancia y dignidad bastante mayor que muchas otras personas, porque le tengo respeto. Trato de entenderla y de disfrutarla. Todo lo que es música latinoamericana tiene una profundidad de poesía y una alegría para mostrar que cuando uno va a Europa es tan auténtico y tan representativo que te agradecen y te respetan. Donde voy trato de entender por la música, por la danza, por las comidas, qué es lo que pasa. Y seguiría cantando de todo. Mientras sea buena música, todo vale.
por Raúl Vigini
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