Por Pedro Ulman
En un país donde se respira fútbol, la ausencia de los partidos televisados dejó un vacío enorme. Si hasta la mañana de ayer el tal Felix Baumgartner -el apellido no ayudaba a recordarlo- era casi un anónimo, la transmisión de TN comenzó a replicarse en los televisores. La curiosidad por saber si este paracaidista podría cumplir semejante reto cautivó la atención en la Argentina tanto como en otros países.
Mientras se producía el ascenso de esa cápsula, bastante monótono excepto cuando regalaba postales únicas del planeta Tierra, el periodista que debía luchar contra los silencios entregaba datos y datos del aventurero, a tal punto que ahora lo conocemos más que al vecino de la esquina.
"No puedo creer que estuve tres horas mirando eso", dijo un amigo al que crucé casualmente en la calle poco después de las 15 cuando Baum... había hecho historia. Una compañera de la Redacción del Diario dijo, palabras más palabras menos, lo mismo.
En Facebook había comentarios de todo tipo. Se recordaba incluso el anuncio de un ex presidente que gobernó Argentina en los 90 y de ese anuncio aún irresuelto de voltar por la estratósfera. Y de repente, al menos en el país y por un día, el paracaidista austríaco se convirtió en una celebridad.
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