Por REDACCION
BRASILIA, 6 (AFP-NA). - El principal plan de la
presidenta Dilma Rousseff para responder a las protestas
callejeras en Brasil, consistente en un plebiscito para
implementar una reforma política a contrarreloj, se topó con un
Congreso donde incluso sus aliados se muestran reticentes.
El jueves, el vicepresidente Michel Temer del centrista Partido
del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB), tras reunirse
con los líderes aliados en la Cámara de Diputados, anunció que no
hay tiempo para un plebiscito y una reforma antes de las
elecciones generales de octubre de 2014, como quiere Rousseff.
La realización de un plebiscito para impulsar una reforma
política que regule la financiación de campañas y el voto
distrital para que los parlamentarios tengan mayor
representatividad, es la principal respuesta lanzada por la
presidenta a las protestas callejeras que sacudieron a Brasil
durante la Copa de las Confederaciones, para reclamar mejores
servicios públicos y denunciar la corrupción.
Para que esos cambios estén vigentes en las elecciones de 2014,
el Congreso tendría que convocar al plebiscito y concluir esa
reforma antes del próximo 5 de octubre, pero hasta el Tribunal
Electoral informó que precisaría mínimo de 70 días. "Estamos ante el fin anticipado de un gobierno que no consigue
dar respuestas", arremetió el senador Aecio Neves, presidente del
opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y el más
probable contendiente de Rousseff en 2014, quien calificó el
plebiscito como "una forma de desviar la atención".
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