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Internacionales Martes 26 de Noviembre de 2019

Papa Francisco sigue de recorrida por Japón

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REDACCION

Por REDACCION

TOKYO, JAPÓN, 26 (Vatican News). - Ayer, tras haberse reunido con las víctimas del "triple desastre" en Japón; el Santo Padre Francisco mantuvo un encuentro privado con el emperador Naruhito, en el Palacio Imperial de Tokyo, en el marco de su viaje apostólico.

El Pontífice llegó al Palacio Imperial a las 11:00 -hora local- y fue recibido por el propio Emperador a la entrada del Palacio. Después de tomarse las fotos oficiales de la reunión, ambos mantuvieron una conversación privada de aproximadamente media hora.

Tras el encuentro, el Papa entregó a modo de obsequio al emperador de Japón un cuadro en mosaico artístico, obra del pintor romano Filippo Anivitti, que muestra el arco de Tito que se encuentra en los Foros Imperiales de Roma.

Hubo gran énfasis por parte de los medios de comunicación locales por el gesto de Naruhito: el Papa fue recibido por el Emperador en la entrada del Palacio y después de atravesar juntos el atrio, llegaron a la Sala de Audiencias. Al final de la reunión privada, el emperador Naruhito acompañó al Papa Francisco al ingreso principal para su despedida.

Según la agencia "Jiji Press", que recoge fuentes de la Casa Imperial, en el ingreso principal el emperador Naruhito lo saludó al Papa en español y le expresó su alegría por haberlo encontrarlo, agradeciéndole su visita a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki y su encuentro con las víctimas del terremoto y del tsunami de marzo de 2011.

De acuerdo con la misma fuente, Francisco recordó el llanto de sus padres ante la noticia de los bombardeos atómicos, en agosto de 1945, cuando sólo tenía nueve años.


EL EMPERADOR

Su Majestad Imperial Naruhito, actual emperador de Japón, es el hijo mayor del exemperador Akihito y de la exemperatriz Michiko Y nació en el Palacio Togu de Tokio en 1960.

El 1 de mayo de 2019 ascendió al trono, tras la abdicación de su padre, el exemperador Akihito, después de más de 30 años de reinado. Se trata, por lo tanto, de un momento histórico en la historia del país y de la casa real japonesa, la monarquía hereditaria más antigua del mundo.

Según la constitución japonesa, el emperador es el "símbolo del Estado y de la unidad de su pueblo".

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