Por Redacción
ROMA, 7 (AFP-NA). - Giulio Andreotti, dirigente de la
Democracia Cristiana y símbolo del poder en Italia, siete veces
primer ministro y 20 veces ministro, murió este lunes a los 94
años en Roma, con lo que desaparece uno de los políticos más
brillantes y controvertidos de los últimos 70 años en la historia
italiana.
"Con él desaparece uno de los principales actores de 70 años de
vida nacional", reconoció el jefe de gobierno italiano, Enrico
Letta, al ser informado de la muerte del histórico líder
democratacristiano, parlamentario desde 1948.
El presidente de la República, el excomunista Giorgio
Napolitano, histórico adversario político, enalteció el
"importante papel" que jugó Andreotti para las instituciones
nacionales e internacionales, en particular para la "construcción"
de una Europa Unida.
Llamado "Belcebú", por su astucia para permanecer en las altas
esferas del poder, representaba lo mejor y lo peor de Italia por
su refinada cultura combinada de cinismo y habilidad de viejo
zorro de la política.
Andreotti, que murió en su residencia, en el corazón de Roma,
será despedido el martes con un funeral sencillo.
Su histórica secretaria personal, Patrizia Chilelli, que lo
acompañó desde 1989, indicó que no se han dispuesto funerales de
Estado ni capilla ardiente.
Las exequias se celebrarán el martes en la iglesia de San
Giovanni dei Fiorentini, a pocos metros de su residencia, donde
solía ir a misa todos los días y no muy lejos del Vaticano, con el
que mantuvo una estrecha relación.
La muerte del destacado político, inmortalizado en el filme "El
Divo", de 2008, generó numerosas reacciones en todo el país, e
incluso las autoridades deportivas decretaron un minuto de
silencio en todos los eventos que se celebren esta semana,
mientras las banderas de Italia serán izadas a media asta.
Nacido en Roma el 14 de enero de 1919, Andreotti, senador
vitalicio desde 1991, se ha salvado de todos los escándalos con
los que había estado relacionado, desde los contratos en el sector
del petróleo de los años 60, hasta las acusaciones de pasividad
frente al secuestro y muerte de Aldo Moro en 1978 y la acusación
de complicidad con la Cosa Nostra en los años 90.
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