Por REDACCION
NAPOLES, Italia, 21 (AFP-NA). - El papa Francisco clamó
contra la corrupción que "apesta y roba la esperanza" a
generaciones enteras durante su visita este sábado a Nápoles, en
el sur de Italia, e instó a sus habitantes a reaccionar contra la
Camorra y el "cínico comercio de la droga".
Acogido triunfalmente por cientos de miles de napolitanos en
todos los lugares que visitó, Francisco quiso detenerse en dos
sitios emblemáticos: el barrio pobre y minado por la mafia de
Scampia y la superpoblada cárcel de Poggioreale, donde almorzó con
120 detenidos, transexuales y emigrantes.
Desde Scampia, rodeado de miles de personas, entre ellas
numerosos niños, el papa argentino lanzó uno de sus discursos más
duros y directos contra los grandes males de Italia: corrupción,
desempleo y abandono de los migrantes.
"Cuánta corrupción hay en el mundo", dijo.
"La corrupción es
sucia y la sociedad corrupta apesta. Un ciudadano que deja que le
invada la corrupción no es cristiano, ¡apesta!", dijo usando
palabras en napolitano e improvisando en varias ocasiones.
En un discurso apasionado, de los seis programados durante su
permanencia de un día, el papa invitó a los napolitanos "a no
dejar que la corrupción y la delincuencia desfiguren el rostro de
esta bella ciudad".
"La vida en Nápoles nunca ha sido fácil, pero tampoco ha sido
nunca triste. Vuestro gran recurso es la alegría", dijo desde el
barrio que registra el récord de desempleo de Europa (61%),
dominado por la temida mafia napolitana.
"Aquí se ha intentado crear una tierra de nadie, para arrancar
todos los valores. Un territorio en manos de la llamada
microviolencia. Siento vivamente este drama", reconoció el
pontífice latinoamericano, muy sensible a estos a temas sociales.
"Los que transitan la vía del mal, roban un pedazo de
esperanza, a sí mismos, a la sociedad, a tanta gente honesta, a la
buena reputación de la ciudad, a su economía", explicó el papa.
"La corrupción apesta, la sociedad corrupta apesta, como apesta
un animal muerto", insistió Francisco en la plaza Juan Pablo II
del barrio de Scampia, bautizada así en homenaje al papa polaco
que la visitó en 1990.
Francisco, que quiso animar a la gente a mantener la esperanza,
que se tomó selfies con algunos, pidió a los jóvenes que elijan el
camino de la educación e invitó a los napolitanos a acoger a los
migrantes.
"Todos somos emigrantes. La palabra emigrante la llevamos
escrita en la carne", dijo emocionado.
"Queridos napolitanos, no se dejen robar la esperanza", clamó
en varias ocasiones, convirtiéndolo en el lema de su visita.
"REACCIONEN
CONTRA LA DROGA"
Con tono más solemne, durante la misa oficiada desde la
céntrica e inmensa plaza del Plebiscito, rodeado de fotos de los
santos napolitanos, el papa clamó contra los mafiosos.
"Reaccionen con fuerza contra una organización que explota y
corrompe a los jóvenes, a los pobres y frágiles con el cínico
comercio de la droga", instó ante miles de personas.
"A los criminales y a sus cómplices, como hermano, les repito:
convertíos al amor y a la justicia", lanzó.
Recibido a la entrada de Poggioreale con la conocida canción
local "Oi vita, oi vita mia", el papa almorzó y conversó con un
grupo de 120 detenidos, entre ellos varios latinoamericanos y una
decena de transexuales.
"En la cárcel descubrí a Dios a través de la catequesis, la
misa y su libro Mente abierta, corazón creyente", le confesó el
argentino Claudio.
Antes de visitar Scampia, el papa Francisco estuvo en el
santuario de la Virgen del Rosario de Pompeya, muy venerada por
los habitantes de la región.
La ciudad desplegó un imponente dispositivo de seguridad, que
incluyó 3.000 hombres y francotiradores en los techos, para velar
por la seguridad del papa que recorrió en papamóvil en total un
trayecto de 25 kilómetros.
El programa incluyó también una visita a la catedral para
venerar la sangre de San Genaro, un encuentro con enfermos y otro
con jóvenes a orillas de la célebre bahía.
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