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Internacionales Martes 13 de Febrero de 2018

China festeja el año nuevo entre alegría y amargura

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REDACCION

Por REDACCION

PEKIN, 13 (AFP-NA). - De cara al Año nuevo lunar, que se festeja el viernes, millones de chinos regresan a sus regiones de origen, en lo que es la mayor migración del mundo, pero algunos, indeseables, dejan Pekín para siempre.

Como todos los años, en una estación de la capital, miles de viajeros, cargados con bolsos y paquetes de fideos suben de manera desordenada en un tren en dirección de Chengdu (suroeste), para un viaje de 28 horas.

Son algunos de las decenas de millones de trabajadores que regresan a sus regiones para celebrar la mayor fiesta del calendario chino: el Año nuevo lunar que este año cae el 16 de febrero.

En el tren, muchos no pudieron obtener un asiento. Se ven obligados a quedarse parados en los pasillos repletos el tiempo que dure su viaje.

Un guardia de unos 70 años, que regresa a su pueblo cerca de Zhengzhou (centro), explicó a la AFP que no ve a su hijo desde hace varios años.

El joven, obrero en el sur del país no logró, una vez más, conseguir un pasaje de tren, que se venden muy rápido apenas se ofrecen, para regresar a su pueblo.


VIVIENDAS DEMOLIDAS

A pesar de la decoración festiva, rojo y oro en honor al Año del Perro, que adorna el vagón restaurante, el ambiente es deprimente: muchos no regresarán cuando acaben los 15 días de fiesta anual.

Algunos ya no se sienten bienvenidos en Pekín. La capital sobrepoblada, que quiere limitar su población a 23 millones de personas para 2020, lanzó una campaña para demoler 40 millones de metros cuadrados de construcciones ilegales, sobre todo negocios y viviendas ocupadas por migrantes.

Según las autoridades la operación apunta a demoler construcciones peligrosas, que no tienen salidas de emergencia o equipadas con una instalación eléctrica inadecuada que puede provocar incendios.

Pero la brutalidad de las demoliciones y expulsiones en pleno invierno provocaron protestas en la sociedad.

Los trabajadores migrantes contribuyeron al formidable crecimiento económico de China ocupando empleos poco valorados, monótonos y peligrosos que los urbanos no quieren ocupar, como obrero, empleado doméstico o agente de mantenimiento.

Li Wen, una empleada de restaurante de 47 años, vivió durante 10 en la capital para financiar la escolaridad de su hija, que ahora estudia en Chengdu. Pero no regresará luego de las fiestas.

"Fui a trabajar a Pekín porque los sueldos eran mucho mejores.

Pero en mi barrio, muchas pequeñas viviendas fueron arrasadas", explica a la AFP.

"Si tengo que pagar un alquiler tres veces más caro para un piso en un edificio de viviendas, no podré sobrevivir", dice.

Según cifras oficiales, China cuenta al menos con 250 millones de migrantes internos, en su mayoría población rural que se estableció en las grandes metrópolis del este y sur del país. A menudo son tratados como ciudadanos de segunda clase, se ven obligados generalmente a dejar a sus hijos en el pueblo ya que el lugar de origen es el único en el que pueden tener cobertura completa en salud y educación.

El ministerio de Transportes dio cuenta el domingo de una leve disminución (3%) de la cantidad de trayectos efectuados durante los 10 primeros días del periodo de transportes del Año Nuevo.

Pero la cifra es impresionante: del 1 al 10 de febrero 732 millones de viajes fueron efectuados en coche, avión, tren o barco.

En 2017 los chinos hicieron casi 3.000 millones de trayectos durante el periodo del Año Nuevo.

Li no sabe aún lo que hará después de las fiestas.

"Mi hija acaba de empezar la universidad. Tengo que seguir trabajando para ayudarla", dice.

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