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Internacionales Sábado 15 de Diciembre de 2012

Armas y locura

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Roberto Actis

Por Roberto Actis

El estadounidense es el pueblo más armado del mundo, existiendo grandes facilidades para comprar tanto una pistola, como un rifle de alta precisión o una pequeña ametralladora. La seguridad personal, según dicen ellos, está por sobre todas las cosas. Pero así les va con esa teoría, ya que cuando las armas caen en manos de mentes demenciales -como ocurre muy seguido, sólo este año van cinco de estas matanzas salvajes e incomprensibles con cerca de 60 muertos- se producen estos hechos en que la vida pierde totalmente su valor, a manos de seres enloquecidos que buscan venganzas, notoriedad, o simplemente encuentran un inexplicable placer en segar vidas, destruyéndose tantas familias.

Este tema de las armas fue uno de los principales en el debate de Obama y Romney antes de las elecciones. Obama, que seguirá en la Casa Blanca, se mostró partidario de un mayor control y paulatino desarme de la gente, pero cauto al momento de tomar medidas, pues se trata de toda una filosofía de vida de los estadounidenses.

Los lugares elegidos para estas matanzas son casi siempre colegios, templos, centros comerciales e incluso cines. Siempre las víctimas son inocentes, pero muchísimo más en estos casos en que se trata de escolares o estudiantes que fueron a educarse y terminan muertos bajo estas brutales balaceras.

No sólo en estos lamentables episodios se magnifica el drama de la muerte, sino también en otros como los magnicidios, que fueron 4 en Estados Unidos, con dos de mayor repercusión en la historia como Abraham Lincoln en 1865 y John Kennedy en 1963, integrando también esa lista los menos conocidos James Garfield y William McKinley.

Las armas se hacen para ser disparadas, reza una sentencia. Y así lo respalda la realidad, aunque los blancos no sean los que corresponden.

En una oportunidad, estando en Nueva York circulando en una camioneta que conducía un amigo radicado allí, al llegar a una esquina en la que teníamos privilegio de paso, hubo que pegar una brusca frenada para evitar un choque. El pedido de Hugo fue inmediato "no hagas siquiera un gesto, nada, ni siquiera lo mires", explicando "en una de esas reacciona sacando una escopeta recortada debajo del asiento y nos tira una perdigonada en el parabrisas", rematando "cosas así, son bastante frecuentes". Explica en parte el comportamiento y relación con las armas que tienen los estadounidenses.

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