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Internacionales Martes 3 de Mayo de 2011

Alegría y alarma tras la muerte de Bin Laden

El asesinato del líder de Al Qaeda por parte de un comando estadounidense en Pakistán provocó euforia en Norteamérica y satisfacción en Europa. Advierten que no es el fin de la organización terrorista.

Redacción

Por Redacción

ABBOTABAD, PAKISTAN, 3 (AFP-NA). - El líder máximo de Al Qaeda y organizador de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Osama Bin Laden, fue asesinado la noche del domingo en una operación comando de las fuerzas especiales de Estados Unidos en una localidad de Pakistán donde tenía su fortificada guarida.

Una década después de los ataques más mortíferos en suelo continental estadounidense, el hombre más buscado del mundo murió a unos 80 km al norte de la capital pakistaní de Islamabad, en Abbottabad.

Inmediatamente tras conocerse la noticia, miles de estadounidenses tomaron las calles y abarrotaron desde Times Square en Nueva York hasta las zonas aledañas a la Casa Blanca, para celebrar el mayor triunfo estadounidense en sus diez años de guerra contra el terrorismo.

"Esta noche estoy en condiciones de anunciar a los estadounidenses que Estados Unidos llevó a cabo una operación que mató a Osama Bin Laden, el dirigente de Al Qaeda, un terrorista responsable del asesinato de miles de inocentes", declaró Obama en un discurso solemne desde la Casa Blanca.

Bin Laden, nacido en 1957, fue asesinado en la residencia fortificada donde se escondía. En el operativo, que fue planificado tras meses de deliberaciones de Obama con un reducido grupo de asesores, murieron otras cuatro personas, pero ningún estadounidense fue herido.

El cuerpo de Bin Laden fue sepultado en el mar, para evitar que se creara un santuario, señaló ayer un funcionario estadounidense.

La guarida, localizada en agosto de 2010, ocupa un terreno "ocho veces más grande que las otras mansiones del barrio", posee medidas de seguridad "extraordinarias", muros de más de cinco metros con alambres de púas y dos entradas reforzadas, según funcionarios estadounidenses.

"Se ha hecho justicia", afirmó Obama, quien autorizó el viernes la operación, que se prolongó por menos de cuarenta minutos.

Inmediatamente tras conocerse la noticia, que se propagó a velocidad vertiginosa por las diferentes redes sociales de internet como Twitter y Facebook, el Departamento de Estado pidió extrema cautela a los estadounidenses en el extranjero. "Los terroristas casi con seguridad intentarán vengarlo, y debemos, y lo haremos, mantenernos vigilantes y resueltos", dijo el director de la CIA, Leon Panetta.

Las autoridades de Pakistán, cuyos líderes no fueron puestos al corriente con antelación, confirmaron que la muerte de Bin Laden se produjo en un asalto dirigido "directamente" por los estadounidenses.

Las televisoras paquistaníes difundieron una foto del supuesto cadáver de Bin Laden, pero la retiraron luego de señalarse que no era auténtica.


NO ES EL FIN

DE AL QAEDA

La comunidad internacional recibió con júbilo la noticia. Las capitales de los países occidentales felicitaron a Washington por su "éxito", pero advirtieron que la muerte de Bin Laden no significa el fin de Al Qaeda.

El secretario general de la Alianza Atlántica, Anders Fogh Rasmussen, llamó a no bajar la guardia, y dijo que la OTAN debe "continuar su misión" en la región para evitar que se vuelva a convertir en "refugio para el extremismo".

De su lado, los talibanes paquistaníes aliados de Al Qaeda juraron vengar a Osama Bin Laden, con ataques a intereses estadounidenses y al Gobierno de Islamabad. En los foros yihadistas las primeras reacciones pasaban de la incredulidad a la cólera.

Los talibanes deben romper lazos con Al Qaeda, instó ayer la secretaria de Estado, Hillary Clinton.

Hasta ahora, Bin Laden se las había arreglado para eludir a las fuerzas estadounidenses, a pesar de la recompensa de 25 millones de dólares por su cabeza, y se pensaba que se escondía en un área inhóspita en la frontera entre Afganistán y Pakistán.

El hecho de haber sido hallado en Abbottabad, una localidad donde vive parte de la élite militar paquistaní, lanza nuevos interrogantes sobre el compromiso del Gobierno de Islamabad con la guerra contra el terrorismo junto a Washington.

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