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Información General Sábado 4 de Abril de 2020

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REDACCION

Por REDACCION

En el verano de 1977 la vida me llevó a la gran ciudad. Buenos Aires era una selva nueva que se devoraba todos los miedos juveniles y mostraba todos los temores, allí, en medio de la plaza Once.

El único billete que tenía no me servía para mucho, sólo para cenar en un “Grill” ubicado frente al mítico Bar “La Perla”, el de Tanguito. Susto de gringo nuevo en la ciudad porque la moneda no alcanzaba, así que a pasar la noche al aire libre. La última moneda la destiné a comprar una revista, la más barata, la conocida: “Hortensia”.

No me acuerdo del destino final de la misma; no olvido aquella noche ni sus miedos. Pero la vida tiene sus cosas. Hace un par de años, en una exposición de arte encontré un ejemplar similar colocado en medio de un acrílico. El autor de la obra, allí presente, al ver mis lágrimas no se cansaba de explicar cosas que no escuché. El tipo, con buena fe, pensaba que me conmovía su trabajo; en realidad, había guardado esas lágrimas cuarenta años. EDP

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