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Información General Miércoles 10 de Marzo de 2021

“Vieja, fijate qué dice el Bristól”

A casi doscientos años de su aparición, el “Almanaque Pintoresco de Bristól” continúa más vigente que nunca y es responsable de marcar una historia en la sociedad argentina y sudamericana, claro que por esta zona le agregaban un acento (tilde, a los fines que hubiere lugar) en la “o”, tan especial como inédito.

Agrandar imagen UN CLÁSICO// Ejemplar correspondiente al año 1972, al cumplir 140 años de su publicación. (Gentileza Edelso Gunzinger).
UN CLÁSICO// Ejemplar correspondiente al año 1972, al cumplir 140 años de su publicación. (Gentileza Edelso Gunzinger).
REDACCION

Por REDACCION


Por Edgardo Peretti
(Santoral: 8 de Julio. El que defiende con la lanza su adoquinado)


Si un gringo quería sembrar en el campo, antes consultaba el Bristól.
Si el nono tenía que podar la parra, consultaba el Bristól.
Si la nona tenía que cortarse las uñas y/o juanetes, consultaba el Bristól.
Si el tío Bartolo tenía que ir a pescar, consultaba el Bristól.
Si la nena se quería casar, entre otras razones, había que mirar el Bristól.
Si nacía un bebé, el nombre se otorgaba previa consulta al Bristól.
Y así todo. Por muchos años, la sociedad argentina en general y la de la zona en particular tenía una guía de referencia para su vida: “El Almanaque Pintoresco de Bristol para el año 1972 (el que está en nuestro poder gentileza al amigo Edelso Gunzinger). Calculado expresamente para Argentina y Paraguay y cuya corrección se garantiza”.
El producto era de distribución gratuita, mayoritariamente en farmacias (ya se verá por qué) y consistía en un ejemplar impreso en papel de diario, blanco y negro, en plomo, con una tapa “sepiada”, en un tamaño de 19 cms. X 11,5, con 14 páginas interiores.
Su publicación respondía a Lanman & Kemp. Barcley & Co. Con sede nacional en Av.Córdoba 360 de la Capital Federal.
Su creador fue el farmacéutico estadounidense Cyrenius Chapin Bristol (cuyo retrato aparecía en la portada desde su primera presentación en 1932), quien lo publicaba para publicitar sus productos de tocador en la farmacia, y estuvo a su cargo hasta 1856 año en que el control pasó a manos de Lenman, que lo edita aún hoy en New Jersey, aunque en versión digital.
Según dicen, en Sudamérica llegaba a imprimir unos cinco millones de ejemplares por año, aunque el número es poco comprobable.
Sus servicios incluyen cálculos astronómicos (garantizados por el Observatorio naval de EE.UU) , de eclipses, notas para los días óptimos de pesca, fiestas móviles, cómputos eclesiásticos, fases de la luna, ubicación de los planetas y detalles de inicio y fin de las estaciones.
Pero su punto fuerte era el santoral católico que enunciaba uno a uno cada día y su santo en todo el año, aunque dejaba lugar para una mínima mención acerca de los años de musulmanes y judíos, aunque a estos los mencionaba como “mahometanos” e “israelitas”.
En el ejemplar en nuestro poder se ofrece una poesía del Obispo chileno Ramón Angel Jara (aquella que comenzaba con eso de “Hay una mujer …”), siendo esta la única mención ajena a datos precisos. También se agregaba una lista de los autos que fabricaba cada automotriz (obvio, de EUA), modelo por modelo y para todo el año; autos europeos o asiáticos no existían para ellos.
El otro tópico muy importante era el humor que se ofrecía tanto en textos cortos en forma de chiste y algunos otros gráficos, algunos de gran nivel, aunque en ningún caso aparece una firma de autor.
El paso de los años no agotó la pasión por la promoción de los productos de belleza y tocador, con mayoría de destinatarios al sector femenino. Así advertimos el Tricófero de Barry (fortificado con Pantenol-D, para la caída del cabello), Agua de florida de Murray y Lenman (perfume), Sabores de Reuter, de pino y Lavanda (jabón de tocador), Brillantina Reuter, sólida y líquida (para la cabellera del caballero), Tónico Oriental (para el cabello, unisex) y la prestigiosa Colonia Reuter en sus versiones floral, Lavanda, Cítrica y Florida Bouquet.
Queda claro que la idea del boticario se cumplió con creces, aunque es probable que estos productos de 1972 ya no estén en el mercado. El mundo ha cambiado –y mucho- en estos cincuenta años, salvo un detalle que se mantiene inamovible: la tierra sigue girando, y con nosotros adentro.
Caso contrario, se aconseja consultar al Bristól.

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