Por REDACCION
Los tradicionales festejos barriales de Rafaela, que permitían a los vecinos encontrarse en las plazas para compartir charla, mates y música mientras los más chicos de las familias disfrutaban los castillitos inflables quedaron, como tantas cosas, postergadas hasta nuevo aviso. Las restricciones por la pandemia de Covid obligaron a quedarnos en casa primero y si bien ahora se recuperaron libertades, los decretos con medidas de convivencia aún se muestran cautelosos y piden paciencia hasta habilitar actividades como las fiestas barriales.
Hoy el barrio Pablo Pizzurno celebra su nuevo aniversario pero sin fiesta, aunque bien puede disfrutar de obras que marcan un progreso constante. Como lo fueron en su momento la refuncionalización de las avenidas Marchini y Vieytes en el límite sur, ahora la novedad está marcada por la nueva rotonda que "administra" el ingreso al barrio desde el norte a través de bulevar Yrigoyen.
Detenerse como testigo del tránsito que se genera en ese sector, en especial en los horarios pico, es más entretenido que observar avanzar a los vehículos por el tramo urbano de ruta 34 los domingos a la tarde.
La rotonda implicó además el mejoramiento de la avenida Fader, que ahora se convirtió en un vía de dos sentidos. Peatones -que ayer celebraron su Día Mundial-, ciclistas, motociclistas y automovilistas se van dando paso con un ritmo especial que exige los cinco sentidos a pleno. Antes de tomar una decisión de acelerar hay que mirar con atención para todos lados. La señalización vial es clave para ordenar el paso de todos, aunque la prioridad está en poder de aquellos que lograron llegar a la rotonda misma.
Otro proyecto que beneficiará al mismo sector, compartido con el barrio Ilolay, será el entubado y revestimiento del Canal Sur, que básicamente mejorará el funcionamiento del desagüe y dará seguridad a las instalaciones del Club Ben Hur y el arbolado público. Pero también será un avance desde una perspectiva estética.
Así transita barrio Pizzurno estos días, con obras que van mejorando su accesibilidad y seguridad vial mientras numerosas obras privadas dan lugar a nuevas viviendas. Lejos quedaron los días en que solo era un puñado de casas en las calles Cacciolo, Menchaca y Fader, rodeadas de huertas, viveros y hasta granjitas.
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