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Información General Martes 25 de Enero de 2022

Una forma diferente (Primera parte)

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REDACCION

Por REDACCION

Por Raúl Vigini

Así nació. Por vecinos audaces, ingeniosos, solidarios, inquietos. Que ni dudaron en cortar una ruta nacional de alto tránsito -aunque el movimiento turístico en los años 60 podía haber sido bastante menor que el actual pero el transporte de cargas necesitó atravesarla con curvas y contracurvas siempre- para montar un escenario.
Esa forma atrevida de encarar la vida cotidiana en una población entonces pequeña, sin mayor trascendencia que la que le había dado la cuestión de la salud y no con mayor prestigio social justamente. Pero había ideas, gestiones, proyectos, emprendimiento, y desde ahí supieron construir una modalidad casi desconocida hasta ese momento.
No es el de mayor trayectoria. Porque ese honor lo lleva en alto otro encuentro tradicional del norte cordobés. Pero Cosquín trascendió con un formato amplio, sin límites visibles, carente de fronteras de todo tipo. Desde los comienzos se trabajó para crecer con cada paso, en cada año, cada edición con más calidad.
Las décadas fueron acomodando los objetivos, y niños, mujeres, hombres, entidades, sumaron presencias y pudieron conformar comisiones que dieron como frutos cada detalle de los que hoy demuestran el paisaje característico que inspiró a quien lo bautizó como “El Valle de la Música”.
La programación tan extensa e intensa que cada año jerarquizó las noches más concurridas de la región, permitió que el país se contagie de esas presencias populares que podían conocerse desde la radio y desde la televisión, pero ahí además se los cruzaba por la calle, se los saludaba en alguna esquina, se los reconocía para una foto en el bar de la calle principal.
Asistir por décadas con la expectativa de la primera vez era pensar en encontrarnos con la ansiedad de volver a abrazar familias amigas que allí mismo habíamos conocido. Era llegar con equipajes y embarazos, con cochecitos de bebé y pañales, con efectivo en alguna parte de la valija porque no había cajeros en los bancos. Era abrevar en las carteleras de actividades culturales, y adivinar el artista más admirado de la noche a partir de la fila de seguidores que formaban desde la mañana para ingresar a la plaza del folclore.

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