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Información General Lunes 14 de Febrero de 2022

Si no la veías, no existías

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REDACCION

Por REDACCION

Entre la tumultuosa juventud de los setenta, la novela “Rolando Rivas” (así, a secas, se mencionaba) suponía todo un justificativo de relación social, al menos del inicio. El programa se emitía por Canal 13 de Santa Fe los lunes a las 10 de la noche, pero con dos semanas de atraso respecto a su emisión original en la Capital.

Pero esto sólo lo sabían los que tenían parientes o si sus madres leían “Radiolandia” o “Vosotras”. Los que cursábamos escuela matutina teníamos que quedarnos despiertos para ver la tira (en realidad aún no se llamaba así) porque si llegabas a la mañana y no estabas al tanto de las últimas horas de Rolando y Mónica, eras un paria. No te hablaba ni el portero, que ese día dejaba de referirse a River para seguir en el tema. Las chicas suspiraban con el estilo canchero de García Satur y los varones envidiábamos sus revolcadas por todas las plazas de Baires y alrededores.

Lo curioso es que el cimbronazo social también fue notorio. En las peluquerías, en el almacén, en la carnicería y hasta en el juego de cartas (loba, con enganche), el tema era uno sólo: la novela.

Recordamos a la distancia que la querida tía Chocha decía que “la mocosa se enamora del tipo para darle bronca al padre”, en tanto la tía Francisca (numeraria de la parroquia) postulaba la censura por afrentas al pudor y mamá – siempre preventiva- afirmaba que “la cursienta (SIC) se merecía una buena tunda”. Lejos de estos eufemismos, la nona sostenía que la pareja terminaría junta y que el amor no importaba, que “eso viene con el tiempo”. Paradójico: se equivocó en lo primero y acertó en lo segundo. Medio siglo después, ese amor es leyenda. EDP  

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