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Información General Martes 26 de Diciembre de 2023

Sensaciones y sentimientos

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REDACCION

Por REDACCION

UNA GATA CON LLUVIA PROPIA

Por Hugo Borgna
Todos saben, y hasta lo definen interiormente sin necesidad de expresarlo, a qué tipo de realizaciones musicales se denomina -con todo el respeto posible y todavía más- como “clásico”. Puede decirse en pocas palabras que son esas canciones que se escuchan con placer en cualquier momento de la vida, son esas realizaciones que, desde el primer momento, no se puede dejar de querer percibirlas.
“Amor - tranquilo no te voy a molestar - mi suerte estaba echada ya lo sé – y sé que hay un torrente dando vueltas por tu mente”
Es conocido y hasta cotidiano, que dos o más artes se integren en realizaciones que terminan completando un sensitivo hecho, con más profundidad y alcance que, solos, cada uno de ellos.
Es el caso de “La gata bajo la lluvia”, de Rafael Pérez-Botija - y no en cualquier versión, sino en la de Rocío Durcal- que sigue firme en transmitir emoción. En cada nota y en cada sílaba.
Fue lanzada en el año 1981, y su género específico es el de balada popular mexicana; no hay que olvidar la profunda hermandad musical -y de todo tipo- que puebla las relaciones de hispanos y charros.
“Amor, lo nuestro fue casualidad – la misma hora el mismo bulevar – no temas no hay cuidado no te culpo del pasado”
El mensaje en dos direcciones que emite esta gata que podemos, metafóricamente, imaginar contiene certeza física y una dualidad inquietante para su destinatario, que logra penetrar en el interior del, hasta ahora, desaprensivo oyente.
“Ya lo ves la vida es así – tú te vas y yo me quedo aquí – lloverá y ya no seré tuya - seré la gata bajo la lluvia – y maullaré por ti”
La protagonista ahora pasa de relatar a sacar tristes conclusiones y a dejar su sello de tristeza en el otro miembro de la pareja. Se muestra débil y resignada (“y maullaré por ti”), pero no se detiene en la dureza del mensaje y en las consecuencias de la que se supone una separación sin voluntad de ella.
“Amor – lo sé, no digas nada, de verdad – si ves alguna lágrima, perdón – ya sé que no has querido hacer llorar a un gato herido”
Una pregunta recurrente en ésta y otras canciones es si hay una historia real inspiradora: es tal el contacto y la emoción con lo que expresan. Es la primera pregunta que se formula; es tan real y tan fuerte el contenido, que es difícil aceptar que muestre solamente una realidad posible dentro del ámbito de las relaciones de pareja: una ficción si potencia sensible.
Pero no la hay y, en caso de que haya existido, se conserva guardada por un silencio lo suficientemente cómplice como para no quitar el encanto de la duda. Hay que reconocer el mérito de proveerle una realidad puntual a una situación que, enunciada, convence de una casi palpable realidad.
Es notable la dualidad de sensaciones que juegan en la letra. La gata herida, por la otra parte afectiva y por la lluvia, condiciona la separación definitiva.
“Amor – si alguna vez nos vemos por ahí – invítame a un café y hazme el amor – y si ya no vuelvo a verte ojalá que tengas suerte”
Musicalmente La gata bajo la lluvia parece gotear sobre un pentagrama mediante notas que parecen golpes de lluvia. Ese golpear se repite en los comienzos de cuatro estrofas con la palabra “amor” hacia alguien que evidentemente ya no lo es; todo para transmitir, para él y los que escuchan la canción, que los sentimientos y relaciones no se dañan con la lluvia.

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