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Información General Domingo 30 de Octubre de 2022

Recordando a aquellas antiguas farmacias

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REDACCION

Por REDACCION

Por José Pepe Marquínez

En el epílogo de la quinta nota me referí a las antiguas farmacias de Sunchales. Prosiguiendo con las existentes en los pueblos ubicados en las zonas aledañas a Rafaela, debemos mencionar que en Ataliva hacia 1928 funcionaba Farmacia Lencioni a cargo del farmacéutico Ugo Lencioni. Su paso fue efímero ya que regresó a Rafaela hacia 1930. En ese momento el negocio se desmembró: uno de sus hijos, Vito, se quedó con la óptica y a Faustino, el otro, se le adjudicó la farmacia la que se instaló en la esquina de Alvear y Sarmiento, en el mismo lugar en que hoy se encuentra farmacia Longoni.
Por espacio de muchos años y luego de cerrarse Farmacia Lencioni, se instaló en Ataliva Farmacia Fiameni a cargo de la farmacéutica Ana Visconti oriunda de Rafaela.
En Colonia Aldao, en lo que constituyó la primera farmacia de la que se tenga conocimiento, encontramos a Farmacia Perro, a cargo del farmacéutico italiano del mismo apellido. Luego se instaló la de Gerardo Pisciolari, la que en 1961 fue trasferida a Juan Luis Culasso. También como farmacia antigua de Colonia Aldao, encontramos a Farmacia Aviazzi ubicada frente a la plaza de esa población. Posteriormente se trasladó a Rafaela y se instaló en la vereda opuesta a “Sanatorio Nosti”. Juan Aviazzi, su titular, integró la primera Comisión Directiva del Círculo de Farmacéuticos de Rafaela (1961) Junto a Solmir Manfredi y Walter Chiessa (presidente)
En Humberto Primero según los datos recogidos funcionaba “Farmacia del Inca” de propiedad de Avelino Sabena (1930); posteriormente fue transferida en 1966 a su sobrino Néstor Costamagna. También como farmacias antiguas de Humberto Primero encontramos a la de Carlos Cerutti (desaparecida) y actualmente, aún abierta al público, Farmacia Beccaría.
En Tacural funcionó durante muchos años Farmacia Tacural. Héctor Costamagna fue el profesional a su cargo. Hombre comprometido con su pueblo. Una calle lleva su nombre.
Las farmacias antiguas despachaban igual que hoy pasta dental, también denominada crema dental o dentífrico. Actualmente su fórmula contiene: polvo de tiza como pulidor, detergente que cumple las funciones de limpiador, fluoruro como conservante, la gelatina que actúa como amalgamador de otras sustancias, esencias que actúan para darle sabor y un desinfectante germicida. El fluoruro contiene propiedades anticaries y protectoras del esmalte.
El origen de la crema dental es muy antiguo y diverso según los pueblos: Los chinos usaban hueso de pescado triturado, los árabes arena fina y piedra pómez. En la Grecia clásica las pastas dentales estaban basadas en la orina humana ya que se consideraba que contenía propiedades blanqueadoras (se afirma que muchos preferían quedarse con los dientes amarillos). En el Egipto del siglo IV se usaba una mezcla de polvo de sal, pimienta, hojas de menta, iris y flores.
El cepillo de dientes comenzó a usarse en el siglo XVIII.
En 1842 un dentista de apellido Peabody agregó jabón a la pasta dentífrica el que fue comercializado en Gran Bretaña a fines del siglo XVIII. Se presentaba en polvo y era envasados en cerámica.
En 1850 el odontólogo Washington Sheffiel Wentworth cirujano dental y farmacéutico, inventó la primera pasta dental tal como la conocemos y en 1980 la fabricación se centró en combatir el sarro y lograr encías saludables.
Ampliando la nómina de medicamentos antiguos a los que me referí en mi segunda nota, menciono a: al famoso “Pancutan” y el “ácido pícrico” (se expendia suelto) de color amarillo; ambos se usaban para las quemaduras ya que poseían propiedades cicatrizantes y bactericidas. Entre los laxantes agregamos las Píldoras del doctor Ross, las pastillas Tuil, la Leche de Mangnesia Phillips y el jarabe Cirulaxia (hoy se comercializa uno con nombre similar). Para los dolores se aconsejaba el desaparecido “Untisal” y los deportistas se aplicaban el “aceite verde” el que se vendía suelto y tenía un olor penetrante. Como loción para después de afeitar encontrábamos “Aqua Velva”, también desaparecida.
Referido a las golosinas, además, pedíamos los chiclets Yum Yum y las semillas Sen Sen de gusto anisado derivado del anetol. Se usaban para perfumar el aliento. Ni que hablar de los masticables Sugus: el azul con sabor a ananá era “lo más”.
Las farmacias marcaban con generoso margen; de allí quedó instalada la expresión popular: “más caro que una farmacia”.
En la próxima entrega me referiré entre otras menciones a las antiguas farmacias de Rafaela. Hasta entonces.
Continuara.

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