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Información General Jueves 17 de Septiembre de 2020

"Profe"

Para un profesor, pocas cosas podrían superar el gozo intelectual de una clase con docencia presencial en la que cada gesto cobra un sentido y cada cruce de miradas un significado con complicidades espontáneas e inolvidables propias del aula.

REDACCION

Por REDACCION

Por Roberto F. Bertossi *


Cada 17 de septiembre celebramos el día del profesor en homenaje a José Manuel Estrada, quién precisamente falleció el 17 de septiembre de 1894.  

Estrada, además de profesor fue historiador, orador, escritor, periodista y un destacado intelectual de su tiempo.

Este año, el contexto pandémico que vivimos torna especial al día del profesor dado las limitaciones pedagógicas impuestos por un virus desconocido, omnipresente e intratable.

Lo especial radica en que imprevistamente y como se pudo, se tuvo que recurrir a la implementación intuitiva de una educación digital remota entre aislamientos de profesores y alumnos.

La reciente ley 27.550 (B.O. 30/6/2020) al suprimir arrebatadamente el artículo 109 de la ley de Educación 26.206/06 es otra señal ratificativa de lo antedicho. En efecto, el precepto suprimido establecía que “Los estudios a distancia como alternativa para jóvenes y adultos solo pueden impartirse a partir de los dieciocho (18) años de edad…”

Ante los efectos de esta pandemia, hay que adecuar operativamente dicha ley 26.206 al flamante régimen de teletrabajo, Ley 27.555, singularmente vg., a su art. 9 “Elementos de trabajo”: El empleador debe proporcionar el equipamiento-hardware y software-, las herramientas de trabajo y el soporte necesario para el desempeño de las tareas, y asumir los costos de instalación, mantenimiento y reparación de las mismas, o la compensación por la utilización de herramientas propias de la persona que trabaja…”

Conservar el espíritu y acervo de la educación presencial es también un singular desafío para la comunidad educativa, al menos, para atemperar la despersonalización y encontrar la mejor manera de sostener el vínculo “profesor, alumno y familia” durante el tiempo de virtualidad por la pandemia; un tiempo ya de seis meses que ha impedido la concurrencia regular a los establecimientos educativos.

Es que una vinculación pedagógica positiva se ha caracterizado por la presencialidad, el afecto, el respeto, la escucha paciente, la contención, la atención y aplicación, así como por expectativas realistas del profesor sobre las capacidades y posibilidades en cada uno de sus alumnos.

En la educación presencial, la participación es directa (sin ´delay´), más ágil, dinámica y cooperativa, con franco intercambio de gestos e ideas.

Para un profesor, pocas cosas podrían superar el gozo intelectual de una clase con docencia presencial en la que cada gesto cobra un sentido y cada cruce de miradas un significado con complicidades espontáneas e inolvidables propias del aula y los recreos o intervalos de tiempo libre. Mayoritariamente, los estudiantes se han manifestado decididamente partidarios de la actividad formativa presencial cuanto de conservar el estudiantado como una forma y disfrute de la vida juvenil.

Sin negarme a la realidad, una enseñanza íntegramente a distancia no podrá lograr esa comunicación completa ni satisfacer las expectativas de nexo emocional entre profesor y alumno.

Enseñar es un acto de amor que nos hace mejores a todos, particularmente cuando participamos en la docencia convencidos que el valor “ético-solidario” es transversal a saberes, bienes, servicios y enseñanzas que compartimos porque ¡Cuando enseñamos, aprendemos! (Cicerón y Séneca).

Finalmente, “La educación y sus profesores no son nada si no son útiles y beneficiosos a la sociedad y ésta se negaría a sí misma si no valora apropiada, digna y oportunamente a los mismos” (Miguel de Unamuno)



* El autor es Profesor

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