Por REDACCION
Por Ing. Hugo N. Bruno*
Los penitentes conforman una curiosa formación de hielo que se encuentra a gran altitud. Su nombre proviene por la semejanza con los frailes penitentes, que antiguamente vestían largas túnicas blancas, durante las procesiones religiosas.
Ellos toman la forma de delgadas y altas cuchillas de nieve o hielo endurecido que están muy próximas entre sí, pero ofreciendo curiosas alineaciones. Suelen hacerlo en hileras de este a oeste y, a la vez, estar inclinadas en nuestro hemisferio sur, hacia el norte.
Prácticamente, podría trazarse una línea recta imaginaria entre la posición cenital del Sol, la punta de la pirámide y el centro de su base para justificar su inclinación. Otra teoría sugiere que es debido a su alineación con el magnetismo terrestre. Por ahora, sabia natura guarda para ella el secreto.
Cuanto más protegidos se hallan de los vientos, tanto más aumenta su altura. La misma oscila entre menos de un metro hasta unos cinco metros. Es por ello que los campos de penitentes, tan deslumbrantes para la vista, suelen transformarse en obstáculos para los montañistas que se ven obligados a atravesarlos recurriendo a elementos contundentes.
No existe otro fenómeno tan singularmente característico de los Andes como la nieve penitente. Porque si bien es cierto que estas curiosas formaciones de hielo se encuentran ocasionalmente también en otros continentes y latitudes, en nuestros Andes es donde suelen darse con mayor frecuencia, extensión y magnitud.
Con las primeras nevadas, los campos de penitentes se cubren de nieve y desaparecen, hasta que al año siguiente vuelven a emerger, al iniciarse su maravilloso y misterioso proceso de formación. El período para admirar estos níveos pilares contrastando con el suelo morado y el cielo azul, se extiende desde inicios de diciembre hasta fines de abril.
En los Andes argentinos se los encuentra en las laderas de sotavento de muchas montañas altas, desde el Aconcagua hasta el Lullaillaco, pero lamentablemente estas formaciones más extensas y esbeltas quedan lejos de las rutas transitadas. Un campo bien visible y al alcance de la mano del turista se halla dos kilómetros antes de llegar al punto más alto del paso de Agua Negra, del lado argentino en la provincia de San Juan, a una altitud de unos 4500 metros.
SU FORMACIÓN
Para que los penitentes puedan formarse se requiere una combinación determinada de intensa luz solar y baja humedad relativa ambiente, situación que en nuestros Andes se da mejor que en cualquier otra parte del mundo. La franja altimétrica más favorable para su formación oscila entre los 3000 y 5000 metros, y entre los paralelos 18 y 35, aproximadamente. Ambas premisas son cumplidas por los penitentes del paso de Agua Negra.
Las gruesas capas de nieve en la alta montaña absorben con avidez la radiación solar, derritiéndose o sublimándose parcialmente. El sol, debido a su posición casi perpendicular en estas latitudes, penetra en la nieve compactada para formar las pirámides puntiagudas poco antes de comenzar el verano.
El período más acelerado de gestación de las agujas es aquel cuando el sol se encuentra entre Capricornio y Sagitario.
Charles Darwin fue el primero en documentarlas en 1839, pero solo ahora, poco más de 180 años después, un grupo de científicos descubrió que los penitentes hospedan un oasis de vida en medio de la aridez, puesto a que en medio de ellos viven algas y otros microorganismos. Así lo informó Steve Schmidt, profesor de ecología y biología evolutiva en la Universidad de Colorado Boulder (Estados Unidos) y coautor de la investigación en el volcán Llullaillaco, ubicado en la Cordillera de los Andes.
* Hugo N. Bruno es Ingeniero, habiendo sido Profesor Consulto de la UTN. En la actualidad se dedica a escribir sobre temas de divulgación. El presente artículo forma parte del libro "PAYUN", editado en el año 2021.
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