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Información General Jueves 7 de Octubre de 2021

La pandemia abre un camino para pensar en cómo parar la pelota

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REDACCION

Por REDACCION

En “Lo que estábamos buscando”, Alessandro Baricco asegura que la pandemia desnudó una especie de gran síntoma global, un grito desesperado y “una inmensa corriente de deseo” por bajar un cambio. “Escuchamos una urgencia generalizada de dar voz a un tormento intolerable”, describe y cree que en la posibilidad de escuchar ese grito se cifra un mañana.

Luciano Lutereau sostiene que, como psicoanalista, no puede pensar el trabajo de otra forma que como realización. “En particular el trabajo psíquico, que es también acto de elaboración y, por lo tanto, adquisición de la aptitud para vivir el tiempo. El relato de la pandemia en términos de cuidado de la salud, si no lleva a reformulaciones de la sociedad en su conjunto, puede terminar siendo un señuelo más para el control social”. Considera que el debate que viene -si queremos que la pandemia no haya sido algo solamente un ejercicio de adaptación a una falsa nueva normalidad- gira alrededor de repensar qué significa trabajar.

“Si hay un tiempo horizontal, que va directo a la decadencia y a la muerte, éste, a veces es cruzado por uno vertical, un tiempo suspendido, que decimos cuando ocurre, que es eterno, aunque dure dos minutos del reloj. Estas experiencias tienen algo `de otro mundo´ porque son abiertas a otra escena; distintas de la lógica de la eficiencia y rendimiento, por lo tanto, la satisfacción tampoco es situada en esas categorías”, propone Constanza Michelson sobre la orientación de una salida.

Y propone, aún cuando sabe que la idea no cuenta con la consistencia práctica de los tips contemporáneos, un camino de apertura, encuentro y paciencia: “Si la fórmula de la ansiedad es como el intento oceánico de no saber nada de nuestra precariedad existencial, el psicoanálisis, el amor, o el arte (¡de tantos tipos!), son experiencias del desierto, en que a veces se encuentra una humedad (en el desierto); pero se encuentran si hay paciencia -que no es sino una forma de tener fe- luego hay apertura al encuentro, al hallazgo. Aunque sabiendo que después habrá que seguir caminando sin Tierra prometida, podemos decir `aquí pasó algo´, y eso es todo, todo lo que, en mi opinión, hace a la vida vivible. Pero no estoy segura de que los discursos sobre salud mental hablen de esto, al menos en mi país”, concluye.




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