Por REDACCION
Por Liana Friedrich
Su universo poético responde estilísticamente a los títulos que nombran los dos volúmenes: “Reinos sin olvido” y “En la memoria vivos”, pues ambos poemarios nos remiten como lectores a cuestiones espirituales y metafísicas, a través de la sensibilidad y el ritmo musical que rezuma el tipo genérico transitado, de raigambre realmente lírica.
Introspección, emoción y reflexión son los instrumentos del que el poeta se vale para la exploración de los sentimientos y de los temas más acuciantes propios de la existencia humana: la vida, la muerte, la trascendencia, la fe como camino de salvación, la permanencia en el recuerdo y en la descendencia, porque a través de la palabra poética trata de rescatar las fibras más íntimas del ser, tanto a nivel consciente como inconsciente.
No sólo incursiona en los conflictos personales del individuo, sino también en los que provienen de la historia nacional, introduciéndose para ello sensiblemente en la piel de sus protagonistas, a través de su visión escrituraria que los jerarquiza de manera epopéyica.
En el primero de los libros mencionados, se puede percibir más frecuentemente la ruptura de normas, porque nos hallamos con poemas polimétricos y poliestróficos, e incluso con micropoemas donde cobra valor el aspecto gráfico de los versos. No obstante –como resulta preeminente en el segundo volumen- es frecuente la expresión lírica a través de una métrica tradicional: con tima asonantada o directamente consonante, como es el caso de los sonetos clásicos, que Julio Gómez cultiva a la perfección.
Todo nuestro reconocimiento y gran aprecio por este regalo literario, que constituye un remanso de paz y un bálsamo para el alma, en medio del caos y la crisis social en la que a diario nos hallamos inmersos.
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