Por REDACCION
¿Quién no tiene un almacenero amigo? Aquel que siempre está a última hora para un kilo de pan o para algún producto olvidado a la hora de hacer la comida para los invitados. Aquel que sabe dónde encontrar lo que necesitás en sus estantes repletos y en sus heladeras llenas, el que te ofrece lo mejor y con el que muchas veces terminás charlando sobre tu día.
En estas épocas donde muchos almacenes fueron reemplazados por cadenas de supermercados o donde muchos se transformaron en minimercados, es necesario aprovechar esta fecha para reflexionar sobre estos comercios que acompañan a la familia desde hace décadas.
Si bien no se conoce el origen por el cual se decidió instaurar esta fecha, el Centro de Almaceneros fue quien decidió implementar esta efeméride para reconocer el protagonismo esencial que tienen en los ciudadanos al formar parte de la vida cotidiana.
Algunos afirman que el almacén es algo más que un comercio donde comprar los productos y las comidas de la casa. Muchos argentinos consideran que se trata de un lugar de encuentro dentro del barrio, un espacio donde ir a intercambiar ideas, afectos, problemas y soluciones del día a día.
Otro dato interesante es que los propietarios trabajan a tiempo completo: de lunes a domingos. Son ellos quienes están en frente del mostrador, atendiendo y sirviendo a las necesidades del clientes que por lo general son los mismos de siempre.
A pesar de los cambios ocurridos en el rubro de la venta de alimentos y a la expansión de los grandes comercios, todavía quedan almacenes con largas mesadas y antiguas balanzas donde se respira la historia de estos establecimientos que eran –y en muchos casos, siguen siendo– el centro del barrio.
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