Por REDACCION
(Por Fernando Algaba). - Corría el mes de febrero de 1967 en Rafaela cuando los medios periodísticos de Rafaela, especialmente LA OPINION, anunciaban el primer concurso de carrozas en época de carnaval. Finalmente se programó para los días 24, 25 y 26 de febrero. Este fue un evento organizado por las comisiones vecinales de entonces, la asociación Amigos de la Av. Santa Fe y la Corporación Deportiva Líder que conducía Leonelo Belleze, con la colaboración de la Municipalidad de Rafaela.
El lugar de realización fue la zona céntrica del Bv. Santa Fe y participaron carrozas premiadas en los distintos corsos que se realizaban en los pueblos de la región, es decir, no había carrozas rafaelinas.
“Este primer concurso de carrozas premiadas tiene especial importancia. Surgido como una manera de salvar la ausencia del corso rafaelino por las causas conocidas, de lograr el éxito esperado, puede alcanzar anualmente una dimensión nacional, y proyectar a Rafaela a algo así como la capital nacional del Carnaval, con la organización de una competencia que reuniría aquí a las carrozas mejores de todo el país, en una puja que es fácil imaginar, qué atracción generaría, con la concentración de multitudes y sus derivaciones que es obvio mencionar”, se leía en los detalles brindados por LA OPINION.
Con masiva participación rafaelina finalmente se hicieron los desfiles de más de 20 carrozas con diferentes temáticas, y el ganador del primer premio fue El Gaucho Rudecindo, de Suardi. El jurado estuvo compuesto por: Rodolfo Muriel, Ing. Juan Báscolo, Mario Varisco, Héctor Ravazio y Emilio Grande. Los criterios utilizados: temática y realización; el volumen; movimiento; color; tecnología de realización; y equilibrio económico. Pero como hubo empates debieron definir con otros criterios: motivo carnavalesco, sincronización de movimientos, adaptación al medio, sensibilidad artística y tracción.
Descripción de la carroza ganadora, El Gaucho Rudecindo. “Poncho, chiripá y espadas; y el ala del sombrero levantada en desafío; una noche se armó la gresca en la pulpería; sacaron fierro y al otro se lo llevó Mandinga; la miliciada lo persiguió y tuvo que andar huido por los montes; en su pingo leguero se fue de pago en pago; disparándole a la ley, símbolo de una época de coraje criollo, lo llamaron matrero. Su figura legendaria se perdió en el polvo del tiempo, pero su fantasma sale a veces a recorrer los viejos caminos y ahora está en nuestra ciudad trayéndonos su prestancia de bravo entre los bravos.”
Estos fabulosos certámenes de carrozas continuaron en el tiempo hasta el año 1972 y se no están claros los motivos por los cuales se dejaron de hacer, se dice que por diferencias entre los organizadores.
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