Por Marcelo Muriel
Recordar el rol fundamental de los escritores en la sociedad, su capacidad para transformar el pensamiento, narrar historias y perpetuar la cultura siempre es una invitación a reflexionar sobre la importancia de las letras y quienes las cultivan.
Esta vez, me detengo en un amigo, al que admiro por su capacidad de escribir creativamente y con mucha imaginación sobre nuestra realidad, nuestras raíces y nuestros personajes. Se llama Edgardo Daniel Peretti y éste, pretende ser mi humilde homenaje en vida.
El título de la nota describe al escritor de referencia.
Edgardo es dueño de un talentoso perfil profesional. Sus textos denotan la adecuación, cohesión, coherencia y la gramática de un intérprete que nos emociona y por qué no, nos llena de nostalgia.
Para hablar de lo tuyo tenés que tener “calle”. Conocer a nuestra gente, combinar sus rasgos físicos y los de carácter, incluir nuestras formas de pensar, creencias, inquietudes, gustos. Todo ello se convierte en rasgos inequívocos de su prosa original y atractiva.
Ágil de mente y con buena memoria adapta sus novelas, su prosa y sus historias a un modo especial de transmitirlas, desde la más gigantesca de las nimiedades, a la más diminuta de las grandezas.
Servicial por naturaleza. Recuerdo que con el querido Flaco Foglia llegábamos tarde a Buenos Aires para una transmisión en Isidro Casanova. Jugaba Atlético con Almirante Brown por el viejo Nacional B. No se preocupen muchachos, Yo me encargo dijo. Y junto a otro excelente periodista como Víctor Hugo Fux relataron y comentaron por la LT 28 Radio Rafaela de los años 90. Tuvo tacto y sabiduría para devolvernos la “posta” en tiempo y forma. Con elegancia.
Me preguntaba ¿cómo describir a alguien por su personalidad?. Podría engalanar la nota con un sinnúmero de adjetivos, pero para que me voy a esforzar si lo que escribí hasta aquí lo pinta de cuerpo entero.
Lo poco que sé de redacción lo aprendí de mi vieja. La señora Hermelinda, como le decían en la escuela Misericordia a la Tota, para nosotros.
Aprendía de memoria las redacciones que me hacía en la primaria para hacer las pruebas de dirección en mi infancia que me tomaba la señora Gatti, en la querida escuela Mariano Moreno.
En lo que a mí atañe es a la persona, al periodista, al padre de familia y al escritor, a quién quiero rendir homenaje. Edgardo Daniel Peretti, o simplemente el Tronco, como se lo conoce popularmente, aunque no me gusten ni los apelativos, ni los sobre nombres, ni los alias.
Edgardo es singularmente atento, gentil pero no por un cuidado artificial de las formas sino por una actitud que debió venirle de cuna. Una actitud que cabe en una noble palabra ahora en desuso: la palabra decencia.
Conversador amenísimo, su vocación por llegar al público, no solo al lector especializado sino al lector común, lo convierten en un prosista que acumuló libros y notas de su autoría por donde desfilan anécdotas, episodios, biografías, recuerdos, escenas de la vida, vistas bajo ángulos desconocidos para algunos, insólitos para otros, nostálgicos quizás, pero que describen un enorme sentido de pertenencia.
¿Qué define a alguien como escritor?
Un escritor es una persona que utiliza palabras escritas en diferentes estilos, géneros y técnicas para comunicar ideas, inspirar sentimientos y emociones o entretener .
Su lenguaje emocional hace que el paso implacable del tiempo adquiera una dimensión nostálgica.
Es un privilegio que agradezco poder escribirle estas líneas a uno, para quien esto escribe, de los más altos humanistas literarios de las últimas décadas de nuestra ciudad. Escribe con la misma sabiduría, precisión y gracia: el cuento, la novela, el artículo erudito, el texto periodístico. Es el editor silencioso y eficaz de legendarios suplementos y revistas, y el compilador de excelentes antologías.
Leí casi todos sus textos. No solo entretienen, sino que también rememoran, educan, e inspiran, a la vez que juegan un papel esencial en la construcción de nuestra identidad colectiva.
No es 13 de Junio Edgardo querido!!!!! Los reconocimientos no tienen fecha ni horarios. Tienen sentimientos.