Por Edgardo Peretti
Susana Merke plantea en esta obra un desafío futuro en el marco de un pretendido -y concretado- viaje en los tumultuosos cielos e infiernos de nuestra historia. Quizás no lo sepa. Aún.
El honor que me confiere la lectura en privilegio de cercanía me coloca en un mismo lugar que en sus obras anteriores, mencionadas incluso en similares logros del colega y amigo Raúl Drubich.
Son realizaciones que llevan al obligado accionar de discernir entre la historia y la ficción. ¿Historia ficcionada o ficción histórica? Inquietante y reiterada muletilla que me ubica ante un escenario tan disímil como complejo. Ya no es tiempo de naufragar entre liberales o revisionistas.
Considero que ello se ha visto superado por el caudal probatorio y contencioso que esta lectura, con su pertinente análisis, entrega. Por ello no insistiré; no tiene sentido (desde mi humilde óptica) allanar esos senderos. En ese decurso iré por otro camino: la filosofía contemporánea que pone a prueba mis sentires. Pero ya no será el coreano-alemán Byung Chul Han o el francés Eric Sadin, ilustres pensadores de la nueva época si los hay, sino un húngaro: Erwin Lazlo.
Este europeo plantea lo que denomina “filosofía cuántica”, una derivación analítica del estudio, análisis, instrumentación y consecuencias de la energía de las cosas que aporta, en otro rango de la ciencia, la física cuántica.
En lo personal, sin el más mínimo atisbo de querer competir con tan cualificado autor, mantengo algunas reservas de forma, pero hay un fondo que no se puede ignorar: todo tiene una energía; o inmaterial, lo biológico y lo pensante; cuerpo y alma, esencia y espíritu. Punto para el delirio proto-insurrecto de los espacios que intangibles, para algunos, se citan. Abordaré brevemente, tras esta introducción poco ortodoxa (lógica y esperable de un lector cuasi aficionado), la propuesta de la autora en sus formas globales.
Hay un puntilloso rigor expositivo de alto vuelo, con un ritmo y una cadencia que lo hacen imparable en estas “Dos Remedios...”. Los hechos históricos son eso, actos registrados y lo que alguien podría llamar -quizás con cierto grado de subestimación- ficción, termina entregando una novela que culmina en un engarce que expone una contundente afirmación: podría dudarse de las palabras, pero jamás de los sucesos.
Todo sucedió. Punto. Superado el siempre temible escollo de dejar que la lectura se convierta en audaz y somero análisis, este opinador casual acude a una sentencia: Susana Merke saca a la luz con su trabajo infinidad de detalles, datos y situaciones que jamás se han puesto en duda, aunque siempre se han ignorado.
El método y la investigación la respaldan; su sapiencia le abre las puertas a la imaginación. Pero no es gratuito. Aquí no hay héroes, sino seres humanos. Y en ese discurrir se plasman segmentos de nuestra historia Patria que se escondieron bajo la alfombra de las décadas y no precisamente sin intenciones solo de ocultarlas, sino de hacerlas definitivamente invisibles. El cielo y los infiernos, o viceversa.
Así aparece el rol protagónico de la mujer, de los esclavos y de los gauchos, que dejaron el cuerpo y la sangre por la Patria. Téngase por esta a todo lo que rodea una escenografía de inexplicables pasiones y otras tantas habituales traiciones. Nada puede seguir siendo igual en la historiografía criolla después de esta
puesta en escena. Se podrá estar de acuerdo, cuestionarla, o aplaudirla; jamás ignorarla.
El contenido abunda en riquezas humanas y miserias del mismo tono. Nada se esconde, nada se disfraza ni se olvida. He aquí un mérito extra para la autora.
No puedo concluir este segmento, ni deseo hacerlo, sin dejar de mencionar que esta novela conforma una ineludible bisagra para la trayectoria de SM. Considero que con el mismo criterio investigativo, perceptivo y contundente que aplicó aquí, debería encarar una idea similar con el desconocido mundo y espacio de la colonización gringa en estos pagos. Bucear en lo profundo de las mezquindades del ser, siempre exhibido en muchas obras afines como un parecer que se aleja, de a poco, sin detenerse, ante una realidad que no debe ser colocada de facto debajo de la alfombra de los tiempos.
Un desafío para esta autora que no tiene compromisos en difundir la verdad, sea contada, en forma de historia o de ficción.
Ah, por si se me pasó en el repaso; este es un libro de historia. La ficción la aportará cada uno desde su cielo o su infierno. Inmenso río que se consume el insustituible goce del sentir.
Eso es la vida. (EDP)