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Información General Lunes 14 de Noviembre de 2022

Dos luces que son una

REDACCION

Por REDACCION

Por Hugo Borgna
“Luz de octubre” es el intencionalmente iluminado título de la obra de Alcides Castagno, surgido en el reciente agosto, que se presenta en dos tomos; el “1” dedicado a los hacedores y el “2” a sus personajes. Es ambiciosamente abarcadora: “Sus hacedores, con 52 entradas y “sus personajes” con 58, y comprende desde que era sólo una pampa salvaje, hasta nuestro ancho y crecido presente.
Ingresando al análisis técnico del texto (del cual Alcides no podrá salvarse por más conocido y tratado que sea con el autor de este comentario) la primera pregunta es si se justifica presentarla en dos tomos, situación que se responde con un claro “sí”. No es la misma realidad, ni tampoco las problemáticas; menos por el origen de los primeros pobladores. Si bien nosotros, los que encontramos todo hecho -y por eso nos desarrollamos- celebramos claramente el origen desde el otro lado del mar, ellos debieron “hacerlo”, sin las aclaratorias comillas que ahora ponemos.
Otro aspecto que explica la necesidad de dos tomos, es que siendo un conjunto con tanta información resultaría poco manuable en un solo libro. Por lo demás, siendo la realidad distinta de hacedores y personajes, resulta más fácil de comprender y asimilar, en cada caso, las conductas desarrolladas.
Otro punto a resolver, es determinar qué etiqueta le corresponde.
¿Es en sus dos partes un libro de historia? ¿O una crónica de hechos sueltos, que cuentan el devenir de un modo independiente? ¿Cuál es el enfoque: el del periodista que debe estar sujeto a la objetividad o el del narrador, al que se le permite dejar su emoción relatando hechos de todos los días, más propios de la intimidad que de los sucesos formales que alimentan la historia?
“Luz de octubre” tiene una generosa cantidad de datos que permiten colocar cada hecho en su preciso ambiente, obligando de alguna manera a una formalidad y orden en el relato permitiendo hasta la solemnidad propia de los documentos en la redacción de los textos.
Alcides elude esa obligación que intentaba imponer la preceptiva original, dándole tono coloquial y fluidez a los textos. Leer es un placer genial, sensual, y la experiencia de avanzar sobre “Luz…” lo confirma, presentando de un modo no almidonado a Octavio Zóbboli: “…en mi adolescencia lo había encontrado en su casa de calle Maipú, sólo fue un saludo de circunstancia. Me había impresionado con su andar erguido, casi solemne…”
También dice Castagno: “Acaso vio usted alguna vez a un señor de cabello blanco, erguido y conversador, que se traslada por el centro en un scooter de 4 ruedas…”; así introduce Alcides la referencia a Egidio Antonio Vincenti, un hombre de nuestros días.
La preceptiva de siempre (esa que hay que consultar, porque tiene opinión precisa) dice que si bien es importante el tema, decisivo es cómo se lo menciona; el idioma es lo suficientemente flexible como para estirarse o doblar sin peligro de rotura y en este punto Alcides logra una sentida integración entre lo coloquial y la formalidad: se percibe a los personajes como seres con los que podríamos tener fluida e interesante conversación en cualquier momento.
“Luz de octubre” de Alcides Castagno, es una obra de cabecera. Y, además, necesaria, lo que implica que debe estar siempre a mano. Asimismo no cometer la imprudencia de prestarlo, por el riesgo de que pase a ser miembro principal de la biblioteca de otra persona que, eso sí con seguridad, no lo va a prestar a nadie.
Alcides es lo suficientemente conocido y tratado por los habitantes cotidianos, esos que le dan y al mismo tiempo reciben la vida en las transitadas calles, percibiendo la edad y la cara de las veredas que todos los días nos ven pasar.
Hay que decirlo antes de que termine el artículo. Es una verdadera paradoja, rozando la injusticia, que Alcides Castagno, el que describe con realismo integrador a los personajes y a la ciudad misma -paciente y acogedora sin fijarse cuál es el clima- no sea considerado él como “personaje” de ese apreciado ámbito cargado de tiempo y emociones siempre distintas.
Pero Alcides, autor y objetivo de análisis al mismo tiempo, sabrá comprender el profundo drama, sin solución hasta el momento, del Payo Solá, al no poder bailar porque está tocando.


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