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Información General Domingo 28 de Febrero de 2021

Cuando se va uno de los nuestros

Roberto Actis fue mucho más que uno de los directores de la historia de LA OPINION. Su vida fue el Diario, con una entrega e identidad que forma parte de su propia esencia. Un periodista de raza, convicción y ejercicio. Se fue ayer, a los 77 años.

Agrandar imagen FOTO M. LIOTTA// ROBERTO ACTIS. En su extensa carrera en el seno de LA OPINION desempeñó distintas actividades.
FOTO M. LIOTTA// ROBERTO ACTIS. En su extensa carrera en el seno de LA OPINION desempeñó distintas actividades.
REDACCION

Por REDACCION

Por Edgardo Peretti


Ponele dos líneas…

No era una orden. Era un pedido. Cuando alguien partía en el Diario no se podía dejar de mencionarlo, aunque sea escuetamente o con las variantes que el caso mereciese. Eso era periodismo de escuela, costumbre y clase.

Claro que había días en que el teclado, siempre amigo, se convertía en un maldito sortilegio; a todos nos toca el dolor de lo que ya no estará.

Roberto J. Actis fue un cultor del periodismo. Hizo de su trabajo en LA OPINION una vida y -como todos- sabía que detrás de las despedidas siempre había un dolor, una familia, una angustia.

Tengo la obligación de recordar que en tantos años de trabajar juntos hubo dos excepciones que él sabía que lo quebrarían más allá de su profesionalismo; una, la derivó con esa carga de angustia que siente aquel que sufre, la otra fue un pedido.

El día que se nos fue la querida Elda Massoni, me pidió que me quede en la Redacción porque él iba a la inhumación, pero me aclaró que “La nota la preparo a la vuelta”. La otra sucedió cuando falleció su padre, don Renaldo: “por favor, hacela vos”.

Recuerdo que en esa oportunidad escribí “Se fue uno de los nuestros”. El tiempo y los hechos me permiten seguir usando el título, con mínimas variantes. Qué malvadas suelen ser a veces las circunstancias de esta profesión.

Profesionalmente, Roberto era un hombre de dinámica y emprendimiento. Su redacción era absolutamente pulcra y con un estricto sentido del idioma (SIC) periodístico, apoyado esto en un lenguaje amplio que conocía todas las mañas; aún en su juventud era un viejo zorro de los vericuetos de prensa.

A lo largo de su vida pasó de la época del “plomo” al offset y al desarrollo de la informática, con todo lo que ello supone. Nunca le tuvo miedo a los cambios y como Jefe de Redacción no solía escatimar elogios cuando algo lo merecía; en el caso contrario, siempre trataba de ser comprensivo.

Quien esto escribe se formó a su lado, con coincidencias, peleas y discusiones, pero siempre de trabajo. Lo he respetado y me ha respetado. Por eso no sería leal si no incursionara en esas áreas de la vida que el compromiso hace obviar a algunos. No me lo perdonaría.

En lo personal, Roberto fue un gran tímido, faceta que escondía detrás de sus anteojos o de su peinado engominado y que asustaba a quien no lo conocía. Pero era un ser comprensivo, respetuoso y humano que se derretía cuando llegaban niños a la redacción. Quien esto escribe le decía que “estaba estudiando para abuelo”, eso cuando ya el tiempo y el almanaque nos había dado la confianza.

Como periodista debo estar agradecido. Te daba la oportunidad de jugar en primera. En más de una ocasión acudíamos a alguna entrevista o acontecimiento y él te derivaba el protagónico en nombre del Diario; eso, tratándose de LA OPINION, no era poca cosa.

Cuando en la mañana del sábado Víctor Hugo Fux me dio la noticia lo noté compungido. La cada día más mítica Redacción del Diario se quedaba sin otro de los cinco miembros de los “contadores de cosas”, como la había bautizado Elda, quien fue la primera en irse, antes que Alberto Garmendia. “Quedamos dos, Leyenda”, le dije a Víctor. Con defectos y virtudes, formábamos una familia.

Es difícil abstraerse en estos momentos del dolor de su familia, a quienes acompañamos en su inmensa angustia. Tan complejo como tratar de entender esta vida que no da tregua en sus golpes, aunque esos mandobles no podrán jamás romper recuerdos, trazos de sensaciones y hasta emociones.

Sabrás disculpar, Roberto que eso de las “dos líneas” no corre para vos. Sería contradecir aquello que enseñaste.

Me queda para el final ese teclear rítmico con la máquina “Olimpia”, blanca, que era tu elemento de trabajo; el escritorio prolijamente ordenado, siempre buscando lo que no podía faltar en el Diario. Hace unos días tuve la ocasión de ver los adelantos de un video evocativo de las “300 Indy” que lo tuvo como uno de los aportantes de testimonios; allí exponía, con su habitual mesura lo que era Rafaela en ese momento. Por esas cosas de los tiempos, este 28 de febrero pasará a ser parte de la evocación de esa epopeya.

Recordaba que hace unos meses nos habíamos encontrado en el supermercado y, después de hablar de lo que siempre amamos (LA OPINION) quedamos en que haríamos algo juntos cuando me jubile. No me dio tiempo.

El viernes fue mi último día laboral.



Roberto J. Actis (1943-2021) In Memoriam.

Seguí a Diario La Opinión de Rafaela en google newa

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