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Editorial Sábado 11 de Abril de 2020

Vínculo entre crisis e impuestos

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REDACCION

Por REDACCION

Como en la Argentina lo normal es que al Estado no le alcance la plata para hacer frente a todos sus compromisos, lo que da lugar a un déficit fiscal crónico que se torna insostenible, los gobernantes suelen prescindir de un ajuste del gasto público bien entendido y optan por lo más fácil y ya un clásico criollo: inventar un impuesto. En un país que arrastra una recesión que está a punto de cumplir dos años a la que ahora se le sumará la pesada mochila de la coronacrisis que paraliza buena parte de la economía, entonces comienza a debatirse cómo se pagarán las nuevas facturas mientras la deuda ya contraída se encuentra en un virtual default, más allá de la reprogramación unilateral de vencimientos. 

Por ahora el regreso al estrellato de la máquina que imprime dinero sale al cruce de las demandas urgentes, como el pago de salarios de emergencia, subsidios, transferencias a provincias e incluso subsidios a los sectores productivos que pagan altos costos por la parálisis económica. No hay otra alternativa en un mundo revuelto por la pandemia del coronavirus y una Argentina a la que nadie en su sano juicio prestaría dinero. Pero la impresión de papel moneda derivará en una mayor inflación y en una lógica devaluación en tanto que todavía es prematuro para determinar el tamaño del perjuicio a la economía real. Ergo, es un dilema indescifrable cómo la Argentina saldrá del laberinto en el que se encuentra atrapada, tanto por el nivel de endeudamiento como por las implicancias de frenar la de por sí "baqueteada" economía nacional. 

En este contexto, crece la posibilidad en espacios políticos que integran el Gobierno nacional de impulsar un proyecto a las grandes fortunas. No está aún resuelto puesto que recién transita una zona de elaboración, pero entre los puntos que se filtraron es que se trataría de un tributo a los ricos con patrimonios de más de 150.000 dólares, con el consuelo de que sería por única vez. Así, 

El reconocido economista, Fausto Spotorno hizo a través de un tuit una síntesis de impuestos de emergencia y transitorios en Argentina que comienza en 1932 con el Impuesto a los réditos (hoy ganancias), sigue en 1991 con Bienes personales (para que los que más tienen ayuden), en 1995 con la suba del IVA de 18 al 21%, en 2001 con el impuesto al cheque que iba a ser por un ratito y ya está por cumplir 20 años y finalmente en el 2002 con las retenciones a las exportaciones. Cierra su posteo con una frase que la sabemos todos, mortificante por cierto para quienes trabajan todo el día -y muchos días para pagar tributos-, y que dice que "los impuestos transitorios siempre se volvieron permanentes en Argentina".

Quizás muchos argentinos pagarían sus impuestos con mayor decisión sin el sistema político dejara atrás los altos grados de corrupción. Justo cuando aparece la idea de crear este nuevo impuesto al patrimonio emerge el escándalo por los sobreprecios en las compras de alimentos por parte del Ministerio de Desarrollo Social. Como una constante histórica de la Argentina, los contribuyentes advierten que muchas veces una porción de sus impuestos se desliza a los bolsillos corruptos de funcionarios o legisladores. Y que encima, si por esas casualidades se descubren los pagos de coimas, reina la impunidad y muy pocos o nadie va preso ni tiene que devolver la plata malhabida. 

Si los ciudadanos tuvieran la certeza que el dinero de sus impuestos se destina a construir un mejor país, más inclusivo y con un desarrollo económico y social que derrama en favor de todos los sectores, es probable que cumplan con el fisco. Sucede que en la Argentina uno de los problemas sistemáticos reside en la evasión impositiva, en la fuga de divisas por falta de control de las autoridades de organismos específicos y de los gobiernos de turno. El diario Página/12 indicó que la fiscalización de 950 cuentas bancarias de argentinos en el extranjero, con u$s 2600 millones de dólares no declarados en el país, abre una puerta para mejorar los ingresos públicos.

Al profundizar el análisis, una estimación preliminar sobre las 950 cuentas analizadas por la AFIP revela que los titulares de 700 de las mismas no habían presentado declaración jurada de Bienes Personales, o la habían presentado pero no declararon tener bienes en el exterior. En este sentido, la proyección del monto de impuesto a los bienes personales que dejaron de pagar supera los 50 millones de dólares.

Avanzar en una reforma fiscal es uno de los grandes temas pendientes en el país. Nunca parece ser el momento indicado para su formulación y debate. Nadie se quiere embarcar en semejante desafío. Mientras tanto, mal que nos pese, impera un sistema tributario que cuenta con 163 impuestos entre Nación, provincias y municipios que alcanzan a casi todas las actividades económicas según un informe elaborado el año pasado por el Instituto

Argentino de Análisis Fiscal.








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