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Editorial Domingo 28 de Julio de 2013

Vayan y hagan lío

La expresión del Papa cautivó no sólo a sus oyentes sino al mundo entero. Una alusión para exteriorizar en la calle, el verdadero objetivo que debe perseguir la Iglesia.

REDACCION

Por REDACCION

La visita del Papa Francisco a Brasil superó todas las expectativas que se habían generado, no sólo en la Argentina, sino en el mundo entero, que prácticamente se ha rendido a los pies de este religioso que no hace otra cosa que ratificar en cada una de sus declaraciones y también en sus acciones, el estar al lado de los más pobres y necesitados, poniendo en práctica una humildad que pocas veces, o tal vez nunca, se había visto en un jefe de la Iglesia católica.

Aquí se hizo realidad aquello de practicar con el ejemplo, alcanzando por lo tanto un relieve que excede las fronteras de la normalidad, respaldando entonces la admiración que el mundo entero siente por este argentino que, inesperadamente, es desde marzo el conductor de 1.200 millones de católicos. Fue en tan breve lapso que sus acciones y sus dichos ganaron la consideración y reconocimiento poco menos que incondicional de la gente, logrando recobrar para la Iglesia un prestigio que se encontraba en franca decadencia.

"Es el Papa de la emoción", fue definido correctamente y con gran acierto por esta visita al vecino Brasil, donde se reunió con los jóvenes del mundo, ante quienes dejó mensajes y enseñanzas de enorme valor, que reconfortan al momento de sostener la esperanza puesta en el futuro.

Si bien todos y cada uno de sus actos durante la permanencia en Brasil fueron destacables, con su enseñanza y contenido para la reflexión, hubo un pasaje que impactó de manera notable, al momento de reunirse con cerca de 40.000 jóvenes argentinos -entre los que se contaba una nutrida delegación de Rafaela y nuestra región- en la espectacular Catedral de Río de Janeiro, convocando a los jóvenes con un expresivo, sencillo, pero a la vez muy profundo llamado en el que textualmente sostuvo "hagan lío en las diócesis, saquen la Iglesia a la calle", aclarando luego que si no ocurre de esa manera "se convierte en una ONG y la Iglesia no es una ONG". El majestuoso templo estalló en una ovación pocas veces vista, tanto en reconocimiento por estar frente a uno de los jefes de la Iglesia más carismático, que en apenas unos pocos meses tiene una generaliza aceptación y se lo identifica como quien podrá concretar una sólida recuperación de la Iglesia, como por el contenido de su mensaje, brillando dentro de su sencillez, cuyo contenido no hace más que ratificar y ampliar su conducta de estar al lado de los que más lo necesitan.

"Háganse ver, luchen por sus valores. No se dejen excluir. Los jóvenes y los ancianos son los dos extremos de la sociedad", para añadir "que los viejos abran la boca y transmitan su sabiduría porque son la reserva cultural de nuestro pueblo. Si no, los jóvenes y los ancianos están condenados al mismo destino". Continuó más adelante diciendo "que Dios se haya hecho uno de nosotros es un escándalo". La cruz sigue siendo un escándalo, pero es el único camino de la salvación, desde la encarnación de Jesús", pidiendo por favor que "no licúen la fe en Jesús. Hay licuados de manzana, naranja, pero por favor ¡no tomen licuado de fe! ¡La fe es entera! Jesús es quien me amó y murió por mí. Hagan el bien, cuiden a los extremos del pueblo y no se dejen excluir", se despachó frente a miles de jóvenes que no podían contener el alto voltaje emocional que los estaba envolviendo en ese momento.

Es importante reproducir las palabras textuales del Papa -que hoy concluye esta visita a Brasil-, pues aún cuando puedan generar muy pensadas reflexiones, nunca se podrá alcanzar el verdadero valor de su contenido. 

El pedido fue, en definitiva, una convocatoria para consolidar el cambio que pretende para la Iglesia. Abandonar la comodidad de la parroquia y atender las necesidades populares, salir a la calle, enfrentar la realidad, toda una terminología que puede sintetizarse en el muy expresivo y gráfico "hagan lío". Palabras muy propias de un Papa que nada tiene que ver con el protocolo, con las costumbres de ostentación y grandes comodidades, sino que es el fiel reflejo de la modestia y de la humildad, con las que marca el camino.

El Sumo Pontífice, agradeció la presencia de los asistentes a la Jornada Mundial de la Juventud, y como lo repitió cada vez que pudo, les dijo "Gracias por rezar por mí. Les pido de corazón que lo sigan haciendo porque lo necesito", ofreciendo de tal modo un gesto más de la humildad y amplitud de espíritu con el que se conduce el Papa argentino.

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