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Editorial Lunes 15 de Noviembre de 2010

Un tema que no se agota

EDITORIAL

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B/N: En medio de tanta coherencia oficial, el que sorprendió con sus declaraciones fue Aníbal Fernández, quien afirmó no estar de acuerdo con Boudou acerca de que la más afectada por la inflación sea la clase media-alta. El jefe de Gabinete aseguró que es en los sectores con menores ingresos en los que “impacta más fuertemente”.

Hace 10 días, desde este mismo lugar se analizaba la inflación a partir de las polémicas declaraciones del ministro de Economía, Amado Boudou, quien afirmó muy suelto de cuerpo que el aumento del costo de vida en realidad sólo afecta a las clases sociales de mayor poder adquisitivo, y que no era un tema central “para grandes porciones de la población argentina. A poco más de una semana, sus dichos siguen haciendo ruido y la discusión, lejos de aquietarse, se ha intensificado, sumando a nuevos protagonistas.
Luego de que no pocos –entre ellos políticos opositores, ex funcionarios y analistas privados- salieran a criticar la postura del titular del Palacio de Hacienda, el Gobierno redobló la semana pasada su apuesta, pero haciendo blanco en el empresariado.
Así, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, si bien reconoció que hay “algunos” aumentos de precios, responsabilizó con dureza al sector privado por apelar a la inflación en vez de aumentar la oferta para hacer frente a la creciente demanda, recordando que la suba se da “en una economía que está en expansión y que tiene una enorme demanda”.
En sintonía con Boudou y Randazzo, el viceministro de Economía, Roberto Feletti, también admitió que en el país “hay suba de precios”, aunque descartó que se trate de un “espiral inflacionario”. “Nosotros reconocemos que hay suba de precios dispersa, el INDEC lo reconoce. Impacta más en aquellos productos sofisticados que en los productos estándar”, señaló el funcionario.
La última espada del Gobierno en salir a minimizar la inflación fue la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, quien al defender el pliego de su designación al frente del BCRA en Senado se tomó su tiempo para negar que exista una aceleración inflacionaria, asegurando que el “crecimiento de precios” que registran las mediciones privadas obedece a una “puja distributiva”, al crecimiento de la oferta y a la “brutal distribución de la riqueza” generada por el modelo kirchnerista, que amplió el consumo a sectores antes rezagados.
En medio de tanta coherencia oficial, el pasado jueves el que sorprendió con sus declaraciones fue el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, quien afirmó no estar de acuerdo con Boudou acerca de que la más afectada por la inflación es la clase media-alta. “Yo no coincido con eso, normalmente es al revés”, sostuvo el funcionario, e inmediatamente aseguró que es en los sectores con menores ingresos en los que “impacta más fuertemente” el rubro alimentos y bebidas “donde se están viendo los aumentos más importantes”.
Por fuera de la interna kirchnerista, el sector empresario recogió rápidamente el guante y le respondió al Gobierno a través de los máximos referentes de la Unión Industrial Argentina, quienes consideraron que la explicación de la Casa Rosada para explicar el aumento de los precios era "una salida facilista y simplista".
El presidente de la entidad fabril, Héctor Méndez, expresó que “no podés corregir la inflación si no reconocés que tenés el problema”, en tanto que Ignacio de Mendiguren, segundo de la cúpula de la UIA, fue más sarcástico: “Estos son los mismos empresarios que tenía el gobierno de Néstor Kirchner cuando la inflación era del 5 por ciento”.
El análisis de Méndez parece dar en la tecla en torno a la postura oficial respecto de la inflación. A lo largo de los últimos años, aunque con mayor énfasis desde hace una decena de meses, numerosos funcionarios nacionales, de primera y segunda línea, han salido a desestimar que el país atraviese un problema relacionado con el aumento del costo de vida de la población. El hecho de que tantos soldados hablen continuamente de un mismo tema deja en evidencia no sólo que las dificultades existen, sino que también desnuda las contradicciones del oficialismo, que continúa maquillando estadísticas –como la del último viernes- para no dar el brazo a torcer, al menos desde lo discursivo.
Cuando parece que todo está dicho, algún miembro del Gobierno, empresario, político opositor, entidad de consumidores ó consultora privada sale a opinar sobre la inflación. Evidentemente, y pese al ambiguo esfuerzo oficial, “el” tema en la Argentina.



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