Por REDACCION
Cada vez que llega el período de las tradicionales fiestas de fin de año, en el que tratamos de esbozar un balance de lo que hicimos o dejamos de hacer en los últimos 12 meses al tiempo que definimos los objetivos para el futuro, las cosas parecen ser distintas. Es que de alguna manera ingresamos en una suerte de pausa para poder efectuar una mirada retrospectiva de todo lo que sucedió en el año que se despide, lo cual nos puede frustrar o alegrar según el resultado de ese balance. Pero también se abre, con expectativas positivas, un nuevo tiempo que alimenta la esperanza y las ilusiones de poder concretar proyectos personales, familiares o laborales. En estos días se observa una especie de contraste porque por un lado estamos acelerados para terminar tareas inconclusas y prepararnos para las fiestas con lo que eso implica en organizar la reunión familiar y la compra de regalos, y por otro estamos en ese estado de contemplación necesario a la hora de evaluar las acciones del último año.
De todos modos, ante la celebración de la Navidad emerge en nosotros un sentimiento más solidario en el que renovamos la fe en las personas y creemos que todo puede ser mejor. Quizás pueda ser una utopía pero vale la pena ser un soñador e intentar una vez más luchar por un mundo más justo y solidario. La Nochebuena y la Navidad constituyen un tiempo de encuentro y de esperanza, de solidaridad y generosidad, de unión y reconciliación, de buenos deseos, abrazos y de querer compartir todo, que ojalá continúe cada día en adelante. Los más pequeños de las familias transitan este día inmersos en una burbuja de ilusión cerca del arbolito de Navidad donde quizás puedan estar paquetes con moños que creen los dejó Papá Noel tras leer sus cartas, lo que constituye la postal más tierna de esta fecha.
En este contexto, el obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Vicente Ojea, destacó la pedagogía del pesebre, esa que invita a contemplar la maravillosa ternura de Dios que nos abraza, y valoró que se haya conservado entre los argentinos el encuentro familiar, esa necesidad de sentir la proximidad y la cercanía, en la Nochebuena. Si bien vivimos en un mundo con mucha mentira, con mucho egoísmo, con mucha indiferencia y muy corrupto, toda la maldad del mundo se estrella en la mansedumbre del pesebre, sostuvo en su videomensaje de Navidad.
El prelado recordó que cuando nos decepcionamos de todo, Él no se decepciona de nosotros; cuando queremos acabar con todo porque estamos hartos, estamos cansados, aparece de nuevo la fe del Niño Jesús en cada uno de nosotros, nos devuelve la dignidad, es como si nos dijera que 'volvamos a empezar'. Ojea consideró que el Señor cree de nuevo en la naturaleza humana y por eso viene a acompañarla, se embarra con nosotros, cree en nosotros. "¡Qué compromiso maravilloso devolverle al Niño todo lo que nos ha dado, trabajando día a día para construir un mundo más justo, más fraterno, más humano, y más cristiano!", exclamó el titular de la CEA.
Por su parte, el arzobispo de Resistencia, monseñor Ramón Alfredo Dus, se dirigió a los fieles de la arquidiócesis con un mensaje en el que aseguró que Navidad es la memoria siempre viva de ese Dios que viene al mundo en silencio, sin condiciones, y como un regalo que se ofrece al corazón. "Navidad trae la Vida en abundancia, hace brotar la Verdad desde la tierra, y llena el alma de misericordia gratuita e inmerecida", afirmó Dus.
Lo cierto es que la fiesta cristiana es una gran oportunidad para ejercitar la solidaridad y la ayuda a las personas más vulnerables porque les falta afecto, contención, alguien que escuche y acompañe o bien no puede satisfacer sus necesidades básicas. En este marco, el planteo es ser generosos pero no solo en lo económico sino también con el corazón para mostrarnos solidarios y brindar con un abuelo que está solo.
En medio de una sociedad asfixiada por la crisis, el desempleo, la pobreza y el desánimo, es imprescindible abrir caminos a la esperanza. El Papa Francisco afirmó días pasados en el Vaticano que en un mundo marcado tristemente por conflictos civiles, regionales e internacionales, por divisiones sociales y desigualdades, es esencial entablar un diálogo constructivo y creativo basado en la honestidad y en la verdad, con el objetivo de promover una mayor solidaridad fraterna entre los individuos y dentro de la comunidad mundial. Que así sea. Hoy es un buen día para empezar o para continuar en busca de un mundo más humano.
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