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Editorial Lunes 31 de Diciembre de 2012

Un año complicado

La confrontación y el divisionismo volvieron a erigirse como factores de negación del diálogo y la búsqueda de consenso en este 2012 a punto de terminar.

Redacción

Por Redacción

Quedan pocas horas para trasponer el umbral del nuevo año, con toda la carga de esperanza que significa un hecho de esta naturaleza, al menos en el ánimo y el pensamiento, después, en la práctica diaria, necesitará de nuestro esfuerzo y determinación para hacer realidad todas las expresiones de deseos, esas misma que fluyen en estos instantes con tanta facilidad. En consecuencia, también nos encontramos despidiendo a 2012, el año viejo, que como tal está transitando sus instantes finales.

Dejamos atrás un período difícil, complicado, con dificultades, que no fueron en definitiva el común denominador, pero que sí marcaron la impronta de este año a punto de culminar. Echando una mirada hacia atrás, bien podría decirse que este 2012, con su pesada carga de dificultades, no fue al fin y al cabo demasiado diferente de sus antecesores, ya que se trata de una característica no sólo bastante común, sino que extendida en el mundo.

No se trata, ni tampoco es necesario, desarrollar toda una cronología de hechos que fueron sucediéndose a lo largo de la docena de meses, una tarea por otra parte ímproba por la cantidad de episodios que, cada uno en su momento, captaron la atención generalizada de la gente. Si de algo tenemos certeza, en este momento de despedida de un año y bienvenida del que lo sucede, es al vértigo con el cual transcurre el tiempo, sorprendiéndonos por esa velocidad que nos arrastra a todos. No se debe esforzar tanto la memoria para recordar aquella polémica, poco menos que generalizada, respecto al inicio del nuevo siglo, cuando ya estamos transitando aceleradamente su segunda década.

Sin dudas, y siempre viendo desde el interés común, no fue este 2012 un buen año, al menos de las condiciones deseadas o por los principios que establecimos en nuestras reflexiones al comienzo del mismo, doce meses atrás. Es que transcurrió en medio de un exceso de disputas, demasiado sostenidas y cargadas de agresividad, lo cual fue conformando un clima de confrontación permanente, marcando diferencias que se fueron profundizando, siendo desalojado el diálogo y la búsqueda de consenso. El divisionismo, la calificación de amigos y enemigos, los blancos y negros en definitiva, sin la existencia de grises, han sido otra vez el común denominador de una senda que no conduce a la búsqueda de objetivos comunes, exclusiva manera de visualizar mejores perspectivas para un país que, como la Argentina, lo tiene absolutamente todo, pero que aún carece de  muchos aspectos sustanciales para hacer una convivencia que beneficie el interés común por sobre los sectoriales.

Un estado de cosas que también tuvo su correlato en el mundo, pues además de conflictos bélicos en muchas regiones, mostrando la faceta más inhumana del hombre, donde la fuerza prevalece por sobre la razón, tal vez el mayor fracaso haya sido la nueva frustración en la reciente Cumbre del Clima realizada en la capital de Qatar, donde participaron 195 países y cerca de 17.000 especialistas de todo el planeta, existiendo coincidencia en los gravísimos peligros que se ciernen sobre nuestro planeta debido al recalentamiento global, pero ni aún así los países más poderosos aceptaron  tomar alguna medida, volviendo a dejar para próximos eventos de esta naturaleza la posibilidad de una decisión en favor de la humanidad. Es que, dada la aceleración del crecimiento de la población mundial, que en pocas décadas alcanzará a los 9.000 millones de personas, más la caída de la producción de alimentos, e incluso la falta de agua potable, se teme por catástrofes cuyas dimensiones no llegan todavía a ser evaluadas.

El puntualizado ha sido seguramente el fracaso más grande de los humanos este año, tal como viene ocurriendo desde el Protocolo de Kyoto, donde se dejan prevalecer intereses sectoriales y desconfianzas mutuas, por sobre el interés de la mismísima preservación de la raza humana. Dicho así, crudamente, para que se tenga en cuenta la real dimensión de una situación incomprensible en su misma esencia.

En la conclusión, dejamos nuestra esperanza, confiada en el buen criterio del hombre, para que en la Argentina podamos unir esfuerzos en la búsqueda de iguales objetivos, y que el mundo, de una vez por todas se tome verdadera conciencia del riesgo existente.

Es por esa razón, que unimos nuestro deseo con el brindis de ¡Feliz año nuevo!

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