Por REDACCION
Con una crisis sanitaria de escala global que abruma por estos días y que afecta en mayor o menor medida la vida cotidiana de las personas, empresas, organizaciones y gobiernos, emerge ahora una fuerte preocupación por los costos que tendrá financiar las medidas excepcionales que se deben adoptar para frenar la propagación del coronavirus. Las compañías aéreas se encuentran en la primera línea de la trinchera de la batalla económica, y si bien pueden sobrevivir, es posible que corten miles de empleos. Entonces, los trabajadores que queden cesantes serán víctimas estarán en la columna de los perdedores, como tantos otros del sector turismo, la industria sin chimenea que soporta gran parte de la mochila de la pandemia. Los deportes profesionales, los espectáculos culturales y muchas otras actividades que se cancelan o postergan, como congresos de especialidades médicas, también pierden por esta aparente paralización de la actividad mundial. Cines, restaurantes, shoppings y hoteles figuran en esa lista. Y si no tienen ingresos, difícilmente podrán cumplir con sus obligaciones, como el pago de salarios, de compromisos con proveedores y los impuestos.
Pero los países, como las familias o las empresas, tienen distintas posibilidades para enfrentar los costos del coronavirus. Ahora nadie discute que las prioridades pasan por la salud pública, de ninguna manera se puede anteponer la cuestión económica a la sanitaria. La Argentina que no tiene dinero y convive con los déficits crónicos del sector público, no ha tenido más remedio que destinar fondos adicionales para atender las acciones específicas en el ámbito del sistema de salud.
Así las cosas, se abre un enorme interrogante sobre el futuro de la Argentina, que desde hace dos años padece una recesión que derivó en una precaria situación económica al punto de no tener recursos suficientes para atender los servicios de la deuda, por lo cual se preparaba para iniciar una renegociación con el FMI y acreedores privados. Si la economía global caerá este año por efectos del coronavirus, el país perderá mucho dinero por la baja de exportaciones. Una consecuencia lógica de una nueva retracción de la economía argentina por efecto de la pandemia, que se "encima" sobre la crisis propia que viene desde hace dos años, será una merma en la recaudación impositiva del Estado. Una suerte de catástrofe para el gobierno, para las empresas y para los trabajadores.
En definitiva, la recuperación de la actividad económica puede tardar mucho más de lo estimado o de lo deseado. Los argentinos están curtidos a la hora de soportar crisis económicas y de vivir con poco. La historia, como un espejo, así lo refleja. Somos especialistas en repetir errores. Dice el refrán que el hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra. Podríamos considerar que los argentinos siempre tropezamos con la misma piedra. Muchas veces.
Un informe del Instituto de Desarrollo Social Argentino buscó responder la siguiente pregunta: ¿Cómo se ubica el actual ciclo recesivo en el contexto económico de la Argentina de las últimas décadas? Tomando como referencia la variación anual del Producto Bruto Interno (PBI) per cápita en base a información publicada por Norte y Sur Fundación y el Ministerio de Economía, aparece que en los últimos 60 años hubo 14 episodios recesivos. Estos se presentaron de la siguiente manera: 8 episodios duraron sólo un año y ocurrieron en 1966; 1978; 1985; 1995; 2009; 2012; 2014; 2016; 3 episodios duraron 2 años consecutivos y se presentaron en 1962 – 1963; 1975 – 1976; 1981 – 1982 y otros 3 episodios duraron 3 o más años y ocurrieron en 1988 – 1990 (hiperinflación); 1999 – 2002 (caída de la convertibilidad) y la crisis actual que arrancó en el 2018.
Sin duda que estos datos muestran que la Argentina tiene una alta propensión a caer en recesión. En el 40% de los años de las últimas 6 décadas el PBI per cápita se redujo dice el reporte de Idesa. El problema se fue agravando a lo largo del tiempo. Desde 1988 hasta la actualidad se produjeron 8 de los 14 episodios recesivos. En los últimos 10 años, 6 registran caída en el PBI per cápita, lo cual explica el estancamiento en la última década. La regla es que los ciclos expansivos rápidamente abortan en crisis y éstas son cada vez más frecuentes.
En este contexto, la principal consecuencia de estos zigzags productivos es el profundo deterioro social. El aumento en la pobreza, la falta de viviendas, de infraestructura, el deterioro de la salud y la educación son fenómenos muy asociados al mediocre desempeño económico. Pero, además, alertan sobre los límites a la política fiscal. Finalmente, la consulta señala que suponer que se puede salir de la recesión sin cambios en la organización del Estado es una opción de alto riesgo que ya demostró su fracaso. El interrogante es, a partir de esta historia reciente que muestra recesiones en cadena, cómo la Argentina podrá superar la crisis y los efectos adversos de la pandemia del coronavirus. Por ahora no hay certezas.
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