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Editorial Sábado 21 de Junio de 2014

Tránsito y víctimas

En las dos últimas décadas los accidentes de tránsito en la Argentina cobraron un promedio de 22 vidas por día.

REDACCION

Por REDACCION

Se trata de un tema que, muchas veces deja de estar en la superficie de la actualidad por otros que lo superan en notoriedad, tal los casos de la inseguridad y las drogas, pero sin dudas los accidentes carreteros y su gravísimo saldo de muertos, heridos que quedan lisiados de por vida, y todas las consecuencias que acarrean sobre grupos familiares que quedan destruidos, permanecen como una cuenta pendiente desde hace muchísimos años. Tanto es así que un reciente informe de la organización no gubernamental "Luchemos por la vida" dio cuenta que en los últimos 20 años hubo 152.970 muertos por dichas causas. Realmente impresionante, a razón de un promedio de 22 víctimas fatales por día.

De estos tres problemas que afligen a toda la comunidad, sin excepciones, seguramente el del tránsito es el más simple de poder resolver, pues se trata de una cuestión de inversión en rutas y caminos que no se hicieron, aún habiendo estado los recursos, que se percibieron a través de impuestos con ese fin pero que se distrajeron hacia otros fines, seguramente la corrupción entre ellos, además de ciertas urgencias que siempre están vigentes en nuestro país. Si a eso, es decir ofrecer autopistas, rutas, caminos, avenidas y calles en buenas condiciones, se le añade un rígido control para el cumplimiento de las normas de una buena circulación, entonces podríamos aspirar a una solución no integral, pero sí muy importante. En cuanto a la inseguridad y las drogas, es probable que también existan los caminos para encontrarle soluciones, aunque muchos más complicadas que el tránsito.

Sin embargo, lo que se hace para salvar vidas que cobran los accidentes, es poco y nada, y como la cantidad de vehículos de todo tipo creció desmesuradamente en los últimos años, además con equipamientos para alcanzar muy altas velocidades, es entonces que el problema en lugar de reducirse es cada vez más grande.

Así tenemos entonces este trabajo estadístico de "Luchemos por la vida", que califica a los muertos por accidentes como "la mayor tragedia que sufrimos todos los argentinos", recordándose además que las Naciones Unidas declararon la década 2011-2020 como "Decenio de acción para la seguridad vial", comprometiéndose los países miembros a tomar medidas y acciones que llevan a reducir los muertos y heridos en el tránsito, algo que, al menos en nuestro país, no se observan resultados.

Dos intervenciones que son puntualizadas por la ONG son las referidas con el uso del casco los motociclistas y ciclistas y del cinturón de seguridad los automovilistas -aspectos que se vienen implementando muy seriamente desde el municipio de Rafaela, que lleva adelante una rígida campaña de ordenamiento del tránsito-, pero además, según se destaca, se debe hacer hincapié muy especialmente en los excesos de velocidad, el control permanente de consumo de alcohol y drogas por parte de los conductores, y el otorgamiento de prioridad a los peatones. Eso en cuanto a lo que dice la entidad, aunque habría que agregar algunas otras transgresiones, en especial al referirnos a lo que sucede en Rafaela, donde el cruce de semáforos con luces indebidas en basta frecuente, al estacionamiento en doble fila, el adelantarse por la derecha, y aunque ya fue señalado, las elevadas velocidades de algunos vehículos, habiéndose constatado mediante un relevamiento realizado recientemente por la UNT local, registros de hasta 90 kilómetros por hora.

Uno de los problemas graves que puntualiza la ONG es que han aumentado de manera muy importante los muertos en motocicletas y ciclomotores, en muchos casos por no usar cascos. Y también ahora tiene participación dentro de este escenario el uso de los celulares, que desde 2007 en adelante se ha incrementado notablemente por parte de los conductores -lo cual está prohibido-, originando distracciones que suelen terminar en accidentes.

Otro de los puntos en los que hace una fuerte mención es en el fomento del uso de la bicicleta, a la cual debe proveerse de vías de circulación especiales -como las bicisendas en nuestra ciudad-, pero también exigir a los ciclistas un uso conveniente de circulación, además de portar el casco correspondiente. El exceso de automotores, y el desborde del transporte público en general, hace que la bicicleta aparezca como una solución en parte, tanto para aliviar la congestión del tránsito como para contribuir en la preservación del medio ambiente.

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