Por REDACCION
Hoy, más que nunca. Muchas veces nos identificamos con una misma causa nacional en diferentes tiempos de nuestra historia y nos inflamos el pecho gritando ¡Argentina! Fueron por diferentes situaciones, pero jamás se había llegado a semejante coincidencia en un hecho que tanto nos sensibiliza.
Hoy, todos debemos alinearnos para conformar un ejército de millones de argentinos para combatir a un enemigo invisible y silencioso.
Tenemos que asumir ese desafío llamado coronavirus, que se transformó en pandemia, blandiendo nuestras mejores armas: la concientización y la responsabilidad.
Todos sabemos, por lo antecedentes de otros países, que no estamos ante una batalla sencilla, pero como lo dijo el Presidente de la Nación: "Dios nos dio tiempo".
No es un dato menor esa decisión de Alberto Fernández, porque, de alguna manera, esta vez, el rival a vencer nos encuentra con la guardia alta.
Al margen de las carencias en materia de Salud, que todos conocíamos, pero que hoy se ponen de manifiesto con un énfasis que nunca se reconoció, la necesidad de cuidarnos entre nosotros ya no es una sugerencia.
Todos debemos aceptar que se trata de una obligación y que nadie se puede hacer el distraído, porque muy pocos o hasta uno solo que no respete la cuarentena, le dará una mayor chance al virus de ganar una batalla que solo podremos revertir entre todos.
El aislamiento, por ahora dispuesto hasta el 31 de marzo, no es una tortura, menos una condena de la que no se podrá volver. Son apenas unos días. Solamente un puñado. Nada más que eso, aunque muchos irresponsables lo hayan interpretado hasta un par de días atrás, como una oportunidad para disfrutar de un período vacacional.
Quienes tenemos la posibilidad de estar en nuestros hogares durante ese período, debemos sentirnos agradecidos. Sabemos que no todos disponemos, por diferentes circunstancias, de ese privilegio. Solo tenemos que saber aprovecharlo, respetando el protocolo.
No es el caso del personal esencial, que le debe poner el pecho a una situación por nadie deseada y que cada día están comprometidos para salir a la calle y estar alerta para cubrir las necesidades de la población.
Son los hombres y mujeres que trabajan en los diferentes centros de salud, en las farmacias o que se ocupan de atender nuestras necesidades alimenticias.
También están comprendidos los empleados de diferentes reparticiones, tanto municipales como provinciales, que deben seguir cumpliendo sus tareas específicas; los proveedores de combustible y los que se desempeñan en los medios de comunicación audiovisuales y gráficos.
Nuestros gobernantes, también están comprometidos y su participación en la toma de decisiones es fundamental, no solo para tratar de encontrar las soluciones más adecuadas, sino también para hacerlas cumplir, con el valioso aporte de todos los estamentos de seguridad.
El coronavirus está entre nosotros. Y solamente nosotros estamos ante una opción impostergable de combatirlo. De nada servirá si en esta pandemia que tantos nos preocupa y nos ocupa, no empujamos todos el carro en el mismo sentido.
El esfuerzo debe y tiene que ser compartido. De otra forma será imposible frenar el avance y detener la curva ascendente de la pandemia.
¿Estamos a tiempo para intentarlo? Seguro, siempre las posibilidades de alcanzar los objetivos se acrecientan cuando se puede "tomar al toro por las astas", como también lo expresó el jefe de Estado.
Si pudimos superar profundas crisis económicas. Si logramos recuperarnos de una guerra cruel y sin sentido antes de agotar las instancias diplomáticas. Si entre todos seguimos luchando para archivar definitivamente tiempos nefastos de nuestra historia. ¿Por qué hoy debemos perder la esperanza?
La ruleta empezó a girar hace rato, pero todavía lo sigue haciendo y estamos a tiempo de apostar por un pleno. Si la bolita caprichosa nos favorece, será el momento de disfrutar. Pero antes, debemos jugar todas las fichas posibles. Las elecciones de los números, es cuestión de pálpito y de especulaciones.
En este caso, no podemos especular con un golpe de suerte para no terminar con los bolsillos vacíos. Acá, la historia es diferente. Primero, debemos asumir el compromiso que impone este virus, que nos está quitando el sueño desde hace varios días. Después, sí, ilusionarnos con hacernos ricos con esa ficha en la que confiamos a muerte.
Cuanto menos opciones le otorguemos a quienes suelen terminar la noche con saldo favorable, más posibilidades tendremos de revertir la tendencia. Es la única verdad. No hay otra. En este momento extremadamente delicado, todos, para que ni la menor duda quede dando vueltas, debemos apostar al futuro, dejando de lado los egoismos personales. El mundo lo exige. El país también. Hoy, como tantas otras veces, carajo, todos somos Argentina.
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