Por Redacción
Mientras los docentes están llevando adelante una muy dura postura en reclamo de mejoras salariales, en realidad legítima y de ninguna manera discutible más allá de las formas y metodologías elegidas que son propias de cada sector en pugna por estas mismas razones, desde el gobierno se difundieron los resultados de los exámenes del Plan Aprender 2016, lo cual no es otra cosa que una evaluación de las condiciones en que se encuentran los escolares argentinos, habiendo participado de esta especie de examen nada menos que 1,4 millón de alumnos de niveles primario y secundario. Cifra esta en la cual tuvo participación Rafaela, ya que dentro de los 101.000 estudiantes santafesinos incluidos, hubo 2.200 rafaelinos, procedentes 1.200 de ellos de 22 establecimientos educativos primarios y 800 de 12 escuelas secundarias.
Hasta aquí los detalles centrales, con su derrame en Rafaela, todo lo cual ha sido bastante conocido tanto previamente a octubre cuando se desarrolló esta evaluación nacional, como ahora al difundirse los resultados. Coincidencia o no, que esta difusión se desarrolló justo cuando la medida de fuerza docente está en plena ebullición, lo cierto es que trazada la línea final, los resultados fueron malos, un calificativo que todavía conserva ciertos matices de suavidad, ya que lo que correspondería es directamente decir que fueron horribles. Nada novedoso en realidad, ya que en los últimos años venían siendo conocidos los resultados de pruebas internacionales -como la denominada Pisa, por ejemplo- que nos ponían en un verdadero e imparable tobogán, además de conocerse también los resultados de exámenes de estudiantes que trataban de ingresar a la universidad, donde centenares de ellos reprobaban y apenas unos pocos conseguían el objetivo.
El desbarranque de la educación argentina, que supo encabezar en forma constante las posiciones latinoamericanas y ahora está en el lugar undécimo, viene produciéndose desde hace tiempo, aunque su profundización aconteció durante los 12 años del gobierno kirchnerista, incluso habiéndose otorgado en ese ciclo la mayor inversión presupuestaria de la historia. Una demostración del desvío que podrían haber sufrido esos recursos, o de lo contrario lo errado de las políticas educativas llevadas a cabo en ese tiempo.
Algunos de los datos centrales de la reciente evaluación ponen negro sobre blanco: de 10 estudiantes que terminan el secundario, hay 7 que ni tienen conocimientos de matemáticas y 5 no comprenden los textos que leen. ¿Cómo logran entonces avanzar en sus estudios y concluir el ciclo? Pues ahí viene entonces la deficiencia del nivel educativo, de los docentes puede ser cierto en parte, pero mucho más de las conducciones de la educación de los niveles superiores, habiendo llegado a instruir a las direcciones de los establecimientos que debían reducirse drásticamente la cantidad de repitentes, pues eso "ensuciaba" las estadísticas. Tal postura era entonces trasladada a las mesas examinadoras, y si bien quedaban docentes con dignidad y defensa de su trabajo que no se sometían a tales disposiciones, otros en cambio -tal vez la mayoría- daban aprobaciones a mansalva, existiendo algunas anécdotas muy reveladoras en tal sentido, ocurridas en Rafaela -cuya identificación de la escuela no viene al caso, pero conocemos-, en que el profesor examinador llegó a pedirle al estudiante "bueno, habláme algo de lo que sabés", después de ir agotando su paciencia ante el silencio de cada una de las preguntas formalizadas. Si sorprende este pedido, más aún la respuesta: "es que no sé nada".
Otros de los resultados, que tampoco sorprende pues son las características que se han venido profundizando en los últimos años, es la gran diferencia existente en el aprendizaje de los estudiantes que concurren a la escuela privada y los que van a la pública. Un dato: de cada 10 asistentes a la pública apenas 4 alcanzaron los niveles básicos en lengua, mientras que en el sector privado se reduce a la mitad, solamente 2.
En el presente en cambio, y desde hace bastante tiempo, el deterioro de la escuela pública ha sido notable, en un descenso que no parece encontrar punto de detención, tomando para justificar lo dicho no expresiones o evaluaciones caprichosas, sino los resultados de esta Prueba Aprender, que son realmente lapidarios y concluyentes.
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