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Editorial Martes 15 de Febrero de 2011

Subsidios y moratorias

El crecimiento del gasto público es una constante de los últimos 5 años, explicándose con los subsidios y las moratorias el 40 por ciento de esa evolución.

Redacción

Por Redacción

Subsidios y moratorias
Desde el año 2005 en adelante el gasto público fue creciendo en forma sostenida y sin pausas, ni siquiera durante la crisis de 2008-09, lo cual tiene un impacto de desequilibrio en las cuentas públicas, que obligó al Gobierno a recurrir en forma permanente al financiamiento con fondos del Banco Central, del Banco Nación, de la ANSES e incluso del PAMI. Evita de esa manera el rojo en las cuentas, aunque se desfinancian organismos creados para otras funciones, como el respaldo que debe prestar el Central a la circulación monetaria -hoy hay exceso de emisión y por lo tanto un factor inflacionario muy importante-, la desvirtuación del financiamiento que el Nación debe dar a las áreas productivas, y finalmente, el impacto negativo en los haberes y atención de los jubilados, que ven distraídos sus recursos hacia otras áreas del Estado.
¿Por qué ha crecido tan desmesuradamente el gasto? Pues el sistema de subsidios para el transporte, la electricidad, el gas y algunos alimentos, con lo cual se pretende tener aplanada la inflación, además de las permanentes moratorias, explican nada menos que el 40% del incremento.
Tomando como parámetro el PBI, en 2005 el gasto insumió el 18,1%, en 2006 levemente se ampliò a 18,2%, mientras que en 2007 ya era de 19,8% y en 2008 de 20%, pero en 2009 se escapó a 23,8% y el año pasado a 25,1%, con lo cual tenemos que en este breve período la expansión fue de 7 puntos del producto bruto interno. Pero si consideramos la participación de los subsidios en ese lapso, tenemos que fue creciendo de esta manera progresiva: 0,9 en 2005, luego 1,9% el año siguiente, pasando a 3,5 en 2007 y 4,7 en 2008, para llegar a 4,9 en 2009 y 5,3% en 2010. Se advierte claramente que el problema, en lugar de irse amenguando como lo intentò en algún momento el Gobierno al advertirse de lo incontrolable que se vuelve la situación, continuó expandiéndose en forma muy riesgosa.
Lo que decimos no es una apreciación sin fundamentos, sino que tiene el respaldo del estado de las cuentas públicas del año pasado, de acuerdo a precisiones difundidas por la misma Secretaría de Hacienda, de las cuales se desprende que la situación fiscal es precaria.
Trazadas las líneas finales del balance 2010, tenemos que la diferencia entre ingresos y egresos fue positivo en apenas 3.000 millones de pesos, lo cual significa un 0,2% del PBI. Aunque, y debe dejarse bien en claro, si no se consideraran las transferencias ya mencionadas del Central, Nación y ANSES, que en conjunto ascendieron a 32.000 millones de pesos, tendríamos que el año pasado hubiese terminado con un déficit de 29.000 millones, lo cual serían 2 puntos del PBI.
El superávit de las cuentas públicas que se exhibe en este momento es producido por rentas que desaparecerían si se midieran en términos reales y descontando los efectos inflacionarios.
Los subsidios y las moratorias absorben gran parte de los recursos, aun cuando el año pasado hubo presión impositiva con nivel récord. Es decir, nos encontramos ante situaciones extremas, pues por un lado tenemos gastos que alcanzan esa magnitud, y por el otro también así se encuentran los ingresos, quedando poco margen de maniobrabilidad entre ambos.
Por tratarse de un año electoral, los gastos no sólo que no disminuirán sino que por el contrario es muy probable que sigan expandiéndose, al menos hasta septiembre u octubre, en tanto que la presión impositiva récord permite pocas posibilidades de seguir incrementándola.
La cuestión, una vez analizadas todas las variables, es bastante simple: el proceso de crecimiento del gasto público se expandiò a ritmos superiores a los que creciò la economía.
Sobre los subsidios ya hemos dado precisiones bastante claras, pues se financian déficits para evitar efectos inflacionarios, aunque lo que se logra es atenuar por un tiempo lo que luego indefectiblemente habrá que ajustar. En cuanto a las moratorias, ahí tenemos las previsionales, merced a las cuales se distribuyeron 2,4 millones de jubilaciones a personas que no realizaron aportes a las cajas. No sólo se trata de una situación de absoluta injusticia para aquellos que aportaron durante todo su ciclo laboral y ahora se ven igualados con quienes nunca lo hicieron, e incluso en muchos casos tampoco trabajaron en relación de dependencia.
Entre subsidios y moratorias, el año anterior se consumieron 75.000 millones de pesos. Más claro, echarle agua.

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