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Editorial Martes 14 de Agosto de 2012

Siria y el caos

No sólo decenas de miles de muertos, sino también cerca de tres millones de personas que necesitan ayuda alimentaria, es una de las consecuencias de la guerra civil en Siria.

Redacción

Por Redacción

Las consecuencias de la guerra civil en Siria son realmente desastrosas, siendo la principal de ellas la matanza que continúa sin freno, habiéndose cobrado hasta el momento varias decenas de miles de muertos, que si bien no han podido contabilizarse debidamente por la escasa información que proviene del país sanguinariamente gobernado desde hace décadas por el dictador Bashar Al-Assad, son estimadas de esa forma por diversas organizaciones internacionales.

Uno de los peores males del presente en Siria, es que según el Programa Mundial de Alimentos, que junto a la FAO de las Naciones Unidas trabajan en el lugar, al menos 3 millones de personas deberán ser asistidas alimentariamente durante el próximo año en Siria, ya que no cuentan con posibilidades de alimentarse, lo cual ha provocado una honda crisis humanitaria.

Es que la intensidad de los combates, especialmente en ciudades como Damasco y Aleppo, han profundizado la crisis, pues además de la destrucción, esta encarnizada lucha no sólo cobra vidas humanas sino que se lleva todos los recursos, quedando en absoluta desprotección, por ejemplo, los productores agropecuarios. Además de los 3 millones que necesitarán recibir alimentos durante un año, hay al menos otro millón que deberán recibir suministros agrícolas como semillas, combustibles, además de ganado y alimentos para animales, pues de lo contrario la producción quedará interrumpida y por lo tanto la recuperación demandará muchísimo más tiempo, con lo cual la asistencia estimada ahora en un año, deberá ampliarse por un espacio mucho mayor.

No sólo debe asistirse a Siria en el sentido mencionado, sino que además se hace muy complicado hacerlo debido a la falta de seguridad para los transportes de mercaderías y asistencia de todo tipo, ya que incluso vehículos de organizaciones humanitarias han sido atacados y saqueados, no llegando al destino pensado la asistencia que llevaban. La situación en Siria es realmente difícil y plagada de dificultades, yendo además en camino a empeorar aún más. Desde Ginebra, sede del Programa Alimentario Mundial, se advirtió sobre todo este complejo panorama que se tiene en Siria, pudiéndose cumplir a medias los objetivos trazados, en forma lenta y a veces con prolongadas interrupciones.

En Aleppo, donde se han desarrollado los más violentos combates en las últimas semanas, el Programa logró entregar alimentos a unas 46.000 personas, pero aún contando con provisiones para otras 28.000 y pese a las urgencias que existen, no pudieron ser distribuidos debido a la absoluta inseguridad que existe para movilizarse, de modo especial en las zonas de combate. Contabilizando esas entregas, las Naciones Unidas han podido asistir, desde mediados de julio, a 228.000 personas, en aquellas áreas donde no ceden las hostilidades y es prácticamente imposible proveerse de alimentos, excepción hecha de esta distribución por parte de organizaciones humanitarias.

Para agravar todavía más el momento que le toca vivir a los sirios, en aquellas regiones donde no ha llegado la violencia, se viene soportando una prolongada sequía que afectó notablemente la producción agrícola, y por lo tanto también allí se necesita ayuda urgente para la mayoría de los pobladores. Es decir, Siria está acosada desde todos los flancos, mientras tanto sigue sin avizorarse alguna posibilidad de tregua a la violencia, ya que el dictador Al-Assad incluso intensificó los combates contra los insurrectos, que continúan recibiendo asistencia militar desde el exterior, ya que la comunidad internacional propicia el fin de esta dictadura, como ya ha sucedido en otros países de la región.

Toda esta perspectiva, de por sí complicada, resulta aún más confusa por las diferencias sectarias que existen en Siria desde siempre, lo cual lleva a rechazar ciertas presencias en determinados lugares, tomando a su cargo los operativos más difíciles la Media Luna Roja, equivalente local de la Cruz Roja, cuyos voluntarios han recibido elogiosos calificativos por desenvolverse en "condiciones heroicas".

Lo cierto es que de las 850.000 personas que estaban siendo asistidas, o tratándose de hacerlo, hasta dos semanas atrás, las nuevas evaluaciones han elevado esa cantidad a 3 millones, con una prolongación fijada por lo menos durante un año. Un objetivo nada sencillo de cumplir.

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